Jorge Novella, el letrado de los 'malotes'
El abogado penalista es uno de los rostros más reconocidos de los juzgados, ya que entre sus clientes abundan los acusados de los crímenes más violentos de los últimos años
Jorge Novella Navarro (Murcia, 1987) no es un abogado al uso. Con su apariencia física ya marca territorio. Rapado casi al cero, con ... barba abundante y cuidada y un cuerpo cincelado en el gimnasio, en la pista de tenis y bajo la disciplina de las artes marciales, este letrado de vocación tardía, como él mismo se define, se ha convertido en el abogado más reconocible de las causas más complejas, aquellas que la mayoría de sus compañeros leguleyos rechazan. Son precisamente esos casos, los imposibles, los que le estimulan. Son sus retos, y con ellos se vacía trabajando doce horas al día, siete jornadas a la semana. Sin el estimulo de superar esos desafíos no apreciaría los momentos de evasión y refugio que le proporciona el mar de la costa aguileña, su refugio, donde descansa el guerrero y donde se sumerge en los libros de Juan Bas y Pérez-Reverte. Devora novelas negras de Don Winslow, o de género histórico, de autores como Massimo Manfredi y Santiago Posteguillo.
Fue en Águilas donde pasó su infancia, rodeado de su familia, junto a sus dos hermanas, la mayor y la pequeña; él es el mediano. Su padre, Jorge Novella Suárez, fue diputado en el Congreso de los Diputados con el PSOE entre los años 1986 y 1996. Hoy ejerce de profesor de Filosofía en la Universidad de Murcia. Por su parte, su madre también hizo la carrera de Derecho, pero no llegó a ejercer.
Estudió en el colegio Cierva Peñafiel, situado en la plaza de Santo Domingo de Murcia. Nunca fue un alumno destacado. Sin embargo despachó la licenciatura de Derecho en la Universidad de Murcia en cinco años. Al acabar la carrera, en sus planes no entraba ejercer como abogado. Eso vino luego, como una carambola. El destino le fue llevando de la mano hasta la sala de vistas, donde hoy se mueve como si fuera el salón de su casa. Pero no siempre fue así. Hasta llegar ahí dio algún rodeo. Antes clavó los codos para prepararse las oposiciones de Judicatura, pero al cabo de un año lo dejó.
Donde muchos letrados dan un paso atrás, ante la gravedad de los hechos que se enjuician, Novella da tres hacia adelante, pues vive en armonía con la tensión
Su preparador, el magistrado José Moreno, titular del juzgado de Primera Instancia número 6 de Murcia, fue quien lo sacó del mundo de la formación para convencerlo de que su mundo estaba en las salas de vistas. Eso le marcó. Analizando la trayectoria de Novella, el juez Moreno no se equivocó. Con un don de gentes innato y su cualidad para relacionarse con cualquier persona y cualquier circunstancia, acabó inevitablemente en un despacho de abogados haciendo prácticas, aunque solo estuvo cinco meses. Un conocido suyo, que se encontraba en prisión, le pidió ayuda, y eso le puso en la senda del Derecho Penal. Y Novella empezó a caminar solo, entre la espesura de los pasillos de la Audiencia Provincial y la Ciudad de la Justicia. Asesorado por buenos compañeros se enfrentó a su primer juicio. Reconoce que aquel día no sabía ni dónde debía colocarse y que tuvo que llamar a un colega antes de que se iniciara la vista para preguntarle si debía sentarse a la derecha o a la izquierda del juez. Pero, a partir de ese momento, se ajustó la toga y desde entonces, ya no ha salido de los juzgados. Los casos comenzaron a acumularse en la mesa de su despacho. Y todo ello, a base de trabajo.
Manifiesta que nada bueno llega sin esfuerzo. «La suerte no existe», advierte.
Admite que disfruta con su trabajo, aunque apunta que, en el ámbito de lo Penal, hay que soportar mucha presión. En sus manos está el futuro de sus clientes, que se juegan muchos años de prisión, la mayoría acusados de delitos muy graves. Entiende que el papel que desempeña es vital para ellos y se esfuerza por estar en contacto permanente, ya que es su único contacto con el mundo exterior mientras están en prisión. Aunque aclara que siempre procura marcar una cierta distancia en lo personal.
Donde la mayoría de letrados dan un paso atrás, ante la gravedad y lo desagradable de los hechos que se enjuician, Novella da tres hacia adelante, porque cohabita en armonía con la tensión. La clave, asegura, es abstraerse lo suficiente de las causas para que no le afecten íntimamente.
Tiene, pese a todo, líneas rojas, como las víctimas menores de edad, ya sea de índole sexual o de sangre. Aun así, hace un alegato firme por el derecho de cualquier persona a tener una defensa justa, sea cual sea el delito que se le impute. Por eso critica los juicios sumarísimos de la sociedad y no mide los resultados de su trabajo por sentencias de inocencia o culpabilidad de sus clientes. Opina que lograr que se rebaje una pena de veinte años a diez es ganar una década de vida.
Defendió a Hristo, el hombre que en 2016 dejó en coma a un joven de un puñetazo en plena calle. Entre sus clientes también está Ramón M.J., alias 'El Guacho', acusado de matar de dos puñaladas en el pecho a un hombre que trató de mediar en una pelea en la sala de espera del Hospital de Molina. Afirma que 'El Guacho' ha madurado, que es un interno modelo y que la sociedad lo comprobará durante el juicio, porque ya no es el tipo problemático de hace dos años, cuando se produjo el apuñalamiento.
También es el abogado de José T.C., conocido como 'El Paletas', acusado de matar a tiros a un hombre en Alguazas y de quien también afirma que el año que ha pasado en la cárcel le ha cambiado. Hoy está en libertad. Novella lo sacó de la 'trena' el pasado 4 de enero aprovechando un error en la Audiencia, donde nadie se percató de que iba a expirar el plazo de prisión preventiva. Novella denunció que su cliente estaba privado de libertad de manera indebida. Una consecuencia más, asegura, del trabajo duro.
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