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Un hombre se somete a una PCR en Totana esta semana. Andrés Ribón / AGM

El largo viaje del virus desde Bolivia hasta aislar Totana

El árbol de contactos que traza Epidemiología incluye encuentros en locales comerciales del este de Murcia, la transmisión dentro de Fruveco, saltos de cuarentena y un DJ de Atalayas que también pinchaba en el pub Dubai

Domingo, 26 de julio 2020, 07:21

Como una pedrada en un cristal, el impacto del avión procedente de Bolivia del que bajaron cuatro pasajeros infectados por Covid-19 en Barajas el pasado 3 de junio con destino a la Región de Murcia se ha ido abriendo camino con líneas a modo ... de grietas. Dibujan un recorrido de interminables ramificaciones y contagios que todavía siguen surcando el mapa regional. Tras ellas corren desde entonces los rastreadores del Servicio de Epidemiología. La última trayectoria ha hecho diana en Totana, donde 32.000 habitantes permanecen confinados.

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Los investigadores de Salud tratan ahora por todos los medios de no perder el vínculo y la trazabilidad de los contagios del coronavirus en la zona. En la pandemia, conocer el camino del virus es la única garantía de poder actuar adecuadamente. Hasta ahora lo han conseguido. En sus esquemas había explicación hasta mediados de la pasada semana para un 85% de los contagios. A través de sus líneas puede seguirse el proceso por el que aquel primer aterrizaje en Madrid a principios de junio ha terminado con los totaneros de vuelta a la Fase 1 de la desescalada. El camino que ha seguido el SARS-CoV-2 hasta el pub Dubai de la ciudad ha sido largo e intrincado.

«Tenemos un árbol de los contactos estrechos y contagios de cada una de las personas –explica la jefa del servicio, María Dolores Chirlaque–. Pero hubo un momento en que era tan largo que se nos salía por debajo. Al principio introducíamos todos los casos y contactos, pero al final dejamos de poner los contactos porque llevábamos ya más de 800 y resultaba imposible. Empezamos a dejar solo los casos confirmados».

El comienzo de todo es bien conocido. Una mujer sube en Bolivia a un avión y presenta los primeros síntomas dos días después de aterrizar en España, cuando se encuentra en Murcia. Acude al médico el día 15. Solo dos días después se confirma el brote importado. Aún no le habíamos puesto nombre ni sabía nadie en qué iba a convertirse. La acompañante de esta pasajera, que también había desarrollado síntomas, y otros dos ocupantes más sin relación con estas ni entre sí también dieron positivo en sendas PCR. Así comienza el juego del gato y el ratón.

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Gráfico.

Se les pregunta a los cuatro pasajeros por los sitios en los que han estado, con quién y cuánto tiempo, y se recogen los datos de todas las personas que aparecen en sus narraciones para someterlas a test. A final de junio, el brote cuenta ya con más de treinta casos confirmados. Sin embargo, no son esos los que más preocupan en Epidemiología, sino los que no tienen un origen claro.

Pocos días después empiezan a detectarse casos en pedanías del este de Murcia. «Veíamos que también eran originarios de Bolivia y Ecuador, y que vivían cerca unos de otros, más o menos en la misma zona: Puente Tocinos, El Raal y alrededores. Pero no encontrábamos el nexo de unión. Nos costó mucho», reconoce María Dolores Chirlaque.

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  1. El or

    La primera unión de dos brotes inconexos

La primera hipótesis que se baraja apunta a que los miembros de dos familias procedentes del brote de Bolivia y del otro que se empieza a detectar en Murcia Este pueden haber coincidido en un establecimiento comercial donde se vende pan y que dispone de mesas para servicio hostelero. «Una familia desayunaba allí, pero la otra solo iba a comprar el pan, por lo que no parecía que fuera ese el lugar», señala Chirlaque. Además, se hacen pruebas a todos los empleados, y todos dan negativo y se descarta como origen del contagio.

Entonces los rastreadores vuelven a preguntar a estas personas por los lugares en los que han estado y las actividades que han realizado. Tras mucho trabajo e incontables llamadas, dan con la clave que lo conecta todo: prueban que uno de los contactos secundarios de los pasajeros del vuelo había coincidido en un establecimiento de Murcia donde se cosía ropa con otra persona que estaba en el origen de los casos de las pedanías. Así, establecen la trazabilidad y recuperan el hilo, aglutinando todos los casos en una misma línea de origen común. Un alivio.

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En las dos semanas posteriores al brote, los rastreadores buscan posibles contactos en hogares, lugares de ocio y centros de trabajo. Encuentran cerca de 150 casos a los que se confina en sus casas y se les ordena realizarse las correspondientes pruebas PCR. Todo parece estar bajo control.

  1. La pl

    Un virus circulando entre 320 trabajadores

Entre los casos hay varias personas que trabajan en la empresa hortofrutícola Fruveco, en El Raal. Uno de ellos ha mantenido contacto con uno de los pasajeros del avión. Cuando reciben los resultados de las PCR en Epidemiología se confirma lo peor: entre los test positivos hay varios empleados de la planta. «Algunos que no tenían síntomas o tenían síntomas leves habían ido a trabajar en los días previos», señala Chirlaque.

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La preocupación cunde entre los rastreadores por el gran número de empleados en las instalaciones, que acogen a 320 trabajadores entre los de plantilla y los procedentes de una Empresa de Trabajo Temporal.

Epidemiología intenta determinar con quiénes pueden haber tenido contacto, pero se dan con un muro. «Hay empresas donde hay líneas de producción en que es sencillo saber dónde trabaja alguien, en qué puesto, por dónde entra y por dónde sale, dónde se cambia… Pero aquí no hubo forma de obtener esa información, ni por parte de los trabajadores ni de la empresa», señala la jefa de los rastreadores.

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Más de un cuarto de la plantilla de Fruveco no acudió a la cita de sus médicos para hacerse las pruebas PCR

Cuando se confirma la imposibilidad de establecer los vínculos dentro de la planta, Epidemiología no tiene más remedio que considerar a todos los empleados como contactos estrechos. Salud Pública ordena la clausura temporal de Fruveco de forma fulminante. Es lunes 29 de junio. Y lo peor está por venir.

  1. Un pr

    Desobediencia peligrosa y cuarentenas rotas

En la primera semana de julio se inician los test a todos los trabajadores y contactos de estos. Los médicos de cabecera van programando las pruebas y llamando a cada uno de ellos, pero encuentran un obstáculo inesperado. Varios empleados de Fruveco faltan a las citas. Y no son pocos. Más de un cuarto del total de la plantilla no se presenta para hacerse la prueba PCR.

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Gráfico.

«Teníamos por un lado los que ya se habían hecho el test, que se lo tenían que volver a hacer el día 10 de julio, y por otro, el listado de los que no se lo habían hecho», señala la jefa de los rastreadores.

Salud reveló a mediados de julio que uno de los motivos que impulsó el brote de Bolivia fueron las cuarentenas «inadecuadas». Hay personas a las que el médico no localiza al llamar a su domicilio, pese a que se les ha ordenado no abandonarlo.

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Para que la empresa pueda volver a la actividad se decide permitir el regreso de todos los trabajadores que tengan una PCR negativa tras un periodo de diez días desde el último contacto con sus compañeros y si no han desarrollado síntomas en los tres días anteriores.

Los investigadores temieron perder el control del brote ante la falta de información en la planta hortofrutícola

El 13 de julio se habilita un punto Covid en las instalaciones de la planta para realizar las pruebas que faltan, de forma que quienes quieran volver al trabajo pueden pasarla allí. Los que no suponen riesgo regresan a sus puestos, mientras que se ordena cuarentena a los positivos y se les hace seguimiento. En ese punto Covid se detectan en los días posteriores «bastantes más casos, afortunadamente –apostilla Chirlaque–, porque si eso se hubiera dejado ahí y hubieran seguido con su actividad, y contagiándose, habría sido muy peligroso. Si ya de por sí tuvimos un brote importante, así hubiera sido ya casi incontrolable».

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  1. Persi

    Los días en que hubo riesgo de perder el control

Lo sucedido en Fruveco puso a prueba la capacidad del servicio de Epidemiología para contener la cadena de contagios. «Estábamos en una fase en ese brote en que cada día pensábamos que íbamos a perder el control –dice Chirlaque–. Pero investigamos, rastreamos y preguntamos una y otra vez hasta establecer las relaciones, porque el control lo pierdes cuando ya no tienes el vínculo epidemiológico». La jefa de Epidemiología explica que «si hay un alto porcentaje de casos que no sabes cómo se han infectado, hay poco que puedas hacer. Ahí la transmisión permite que empiecen a aparecer casos en cualquier sitio, y ya pasas a otra fase distinta». Cuando los rastreadores ya tienen las PCR de Fruveco en sus manos, se han completado las pruebas que faltaban y el brote está «casi solucionado» llega otra mala noticia. Pero aún no saben cómo de mala.

  1. La ra

    Contagios y baile latino en las discotecas de Atalayas

Uno de los trabajadores de la planta revela durante una entrevista con los rastreadores que estuvo en la zona de discotecas de Atalayas de Murcia el día 4 de julio. Era el primer fin de semana en que estos establecimientos abrían al público desde el 14 de marzo. El día 11 llega su prueba PCR y el resultado es positivo. Nuevamente saltan todas las alarmas. Su paso por la discoteca había ocurrido en el peor momento posible, «en pleno periodo de transmisibilidad».

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En ese popular local entre la comunidad latina coinciden además otros contagiados asintomáticos o con síntomas leves procedentes tanto de Fruveco como de la sucesión de contactos secundarios del brote importado de Bolivia. Esa primera noche de fiesta pasará una cara factura.

El fin de semana siguiente la escena se repite. Más bailes y contactos en la misma zona.

Cuando los rastreadores son conscientes de lo que ha ocurrido en las discotecas en los dos primeros fines de semana de julio, deciden volver a llamar por teléfono a varios casos anteriores para preguntarles si habían ido a la zona. Hay sorpresas. Varios de ellos reconocen que sí, aunque nunca antes lo habían mencionado en las entrevistas.

Epidemiología forma a enfermeros para reforzar el equipo de rastreadores frente al aumento de casos de las últimas semanas

«A lo mejor, en el momento en que te preguntan no te acuerdas de todo, o no le das importancia –asegura la responsable de Epidemiología–. También hay gente que va a la discoteca y no quiere que lo sepa nadie. Nosotros les preguntamos con quiénes han estado y nos tienen que dar los nombres y los teléfonos. Y es difícil. Nos metemos en la privacidad de las personas al cien por cien». También juega en contra el miedo a las sanciones. «Tenemos que explicarles que solamente queremos saber dónde está circulando el virus para que no se contagie más gente y que no es una investigación judicial ni laboral». «Al final, si no se acuerda él, te lo cuenta el amigo, y si no, el amigo del amigo, y vas juntando las piezas. Eso es el rastreo», cuenta Chirlaque, que en su equipo cuenta con 30 personas. «Hace una semana se incorporaron 15 más. Y la semana que viene llegarán otras diez –explica–. Son enfermeros y enfermeras a los que vamos a formar. Porque cuando teníamos cuatro o cinco casos al día íbamos apurados. Pero imagínate ahora».

El 17 de julio Salud Pública ordena cerrar las discotecas de Atalayas para evitar que la situación se reproduzca por tercer fin de semana consecutivo. Sin embargo, el virus ya está en otra parte.

  1. Explo

    El pinchadiscos compartido y la fiesta itinerante

Los encargados de trasladarlo han sido una pandilla de amigos y el DJ al que siguen en su fiesta itinerante. El pinchadiscos trabaja en una de las discotecas clausuradas de la zona de Atalayas, pero también hace sesiones en el pub Dubai de Totana. En esos dos primeros fines de semana acude a ambos locales acompañado de la comitiva. La fiesta en Totana es el viernes 10. «Vimos que había trasiego de gente entre Atalayas y el Dubai. No solo el pinchadiscos, sino más gente. Ya se sospechó cuando vimos que había un caso en la zona, y probamos que ahí había habido contagios», apunta la jefa de Epidemiología.

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Con esas pruebas en la mano, el viernes 17 de julio por la mañana, nada más confirmarse el brote, se actúa para clausurar el local y evitar que abra por la tarde. Los rastreadores detectan que algunos de los contagiados en el pub trabajan en empresas de Totana y Alhama que ahora están en estudio por posibles brotes. El martes 21 el Gobierno regional ordena la prohibición del ocio nocturno en el interior de los locales.

Se avisa a la población para que los clientes del Dubai se hagan la prueba. Son 300 posibles contactos que pasan por el Centro de Salud Totana Sur los días 21 y 22. Cuando comienzan a llegar los primeros positivos, en Epidemiología ya saben lo que viene.

El jueves, el consejero de Salud, Manuel Villegas, anuncia la vuelta de Totana a la Fase 1 bajo una lluvia de casos. Otra vez toca seguir trazando líneas y grietas.

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