«Estamos pasmados y preocupados». De esta forma resumía ayer un alto representante de la Judicatura murciana la sensación que invade a muchos de sus compañeros, y a él mismo, por el escándalo en el que se ha visto envuelta la ministra de Justicia y fiscal en excedencia Dolores Delgado.
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En un colectivo donde el respeto a los derechos fundamentales tiene un lógico y muy especial arraigo, no ha sentado nada bien el hecho de que fueran intervenidas y posteriormente difundidas unas conversaciones privadas, como las que mantuvo Delgado con el comisario ya jubilado José Villarejo y que han salido a la luz pública esta semana. Pero, al margen de que el asunto no es grato para buena parte de jueces y fiscales -según señalaron ayer varios representantes de ambos colectivos consultados por 'La Verdad'-, reconocen a la vez que la condición de ministra y, por ello, de alto cargo público de Dolores Delgado confiere un interés público a esas grabaciones. «Son los riesgos que supone entrar en política», señalaba ayer al respecto otro magistrado, tras el acto de apertura del curso judicial que se celebró en la Ciudad de la Justicia de Murcia.
Algunos de los profesionales del Derecho consultados por este periódico se mostraron «abochornados» o dijeron sentir «vergüenza ajena» por el contenido de la conversación mantenida en 2009 entre la entonces fiscal, su amigo el magistrado Baltasar Garzón, el excomisario Villarejo y varios altos mandos policiales. Las referencias de la hoy ministra a unos aparentes contactos de jueces y fiscales con chicas menores de edad durante un viaje de trabajo a Colombia, así como la mención a la condición de homosexual del magistrado y también hoy ministro Fernando Grande Marlaska fueron descalificadas como «frívolas» y hasta «infantiles» por miembros de la Judicatura y la Fiscalía.
«Parece como si ella también quisiera presumir de contar con información sensible y no se le ocurrió nada mejor que comentar lo de Grande-Marlaska, cuando su homosexualidad era 'vox populi'», indicaba un juez, que como cualquier compañero que aceptó hablar lo hizo desde el anonimato por lo delicado del asunto.
Todos los consultados por este periódico coincidieron en que Delgado debería presentar su dimisión. «Ha quedado muy tocada», «ha dilapidado toda su credibilidad en solo unos días» y «no parece que vaya a conseguir aguantar» eran algunos de los comentarios que ayer se hacían al respeto de la situación en la que se encuentra la ministra del Gobierno de Pedro Sánchez.
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Uno de los principales reproches que se hacían contra la fiscal en excedencia estriba en que mantuviera un encuentro de carácter tan personal con alguien como el comisario Villarejo, «que ya en esa época casi todo el mundo sabía a lo que se dedicaba y que era una persona poco recomendable».
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