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La decisión del Gobierno de Pedro Sánchez de impedir que el aeropuerto de Corvera se denomine Juan de la Cierva es «infundada» porque su nombre no exalta la «sublevación militar», la «Guerra Civil» ni la «represión de la dictadura». Esta es la conclusión a la que ha llegado el profesor de Historia Política de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid Roberto Villa en el informe que ha redactado a petición de la Consejería de Fomento sobre el ingeniero marciano, y al que ha tenido acceso LA VERDAD.
En este documento, Villa rebate a lo largo de 23 páginas los argumentos aportados en su día por el catedrático emérito de Historia de la Universidad Complutense Ángel Viñas en poco más de folio y medio, y que fueron tomados en consideración por el Ejecutivo central para aplicar la Ley de Memoria Histórica contra Juan de la Cierva por su supuesta implicación en el golpe de Estado de 1936. Según Roberto Villa, a De la Cierva «no le puede afectar en ningún caso» la aplicación de esta ley «ni puede ser incompatible honrar la sobresaliente labor de un científico de relevancia mundial». Además, arremete contra el propio Viñas y contra la Secretaría de Estado de Memoria Democrática por «omitir aspectos personales importantes de Juan de la Cierva en calidad de víctima, o al menos de familiar de víctimas». Porque, según recuerda el experto en Historia Política, el padre del inventor tuvo que refugiarse en Noruega –donde falleció– y su hermano fue fusilado. Señala, además, Villa que menospreciar la contribución científica de Juan de la Cierva «supone una grave distorsión que vicia su dictamen». En cambio, la Secretaría de Estado «se apoya en elucubraciones que carecen de fundamento y en memorias que contienen errores y tergiversaciones». Todo ello para «expulsar en un juicio político a un personaje histórico del espacio público». Y De la Cierva, según el informe, nunca suscitó «enfrentamiento, ofensa o agravio» ni exaltación de la sublevación militar.
Villa subraya que cualquier juicio histórico sobre lo que hizo Juan de la Cierva entre julio de 1936 y su fallecimiento, en diciembre del mismo año, «está desenfocado y adolece de un grave problema de presentismo al juzgar hechos de hace casi un siglo desde una perspectiva actual». También destaca en su informe que la Secretaría de Estado se niega a valorar la «sobresaliente labor» del ingeniero y lo asocia en exclusiva a la Guerra Civil, omitiendo su contribución a la ciencia y «otorgando completa verosimilitud a interpretaciones extremadamente desfavorables», sin pruebas documentales.
En este sentido y en relación a la supuesta implicación de De la Cierva en la preparación del golpe de Estado, «carece de fundamento histórico, al no existir fuentes rigurosas por medio de los métodos de la ciencia histórica», zanja Villa, que señala que la investigación de Ángel Viñas no detalla fuentes ni actos concretos que avalen su participación en conspiraciones previas a la sublevación, ni en qué consistieron ni de qué manera condicionaron el devenir de la historia. Deja claro también Roberto Villa que De la Cierva «no formó parte de la política activa ni de partido político alguno». En todo caso, «tenía notables diferencias doctrinales con los monárquicos autoritarios» y, por otra parte, las autoridades republicanas elogiaron sus grandes logros como ingeniero aeronáutico, calificando su muerte como una «gran pérdida para España». En relación a su encuentro con Alfonso XIII en Londres, este hecho «carece de toda evidencia de que el monarca conociera los detalles de la trama, con un mes de antelación, y mucho menos que se los contara al inventor murciano o que llegaran a hablar de ello». El informe de Ángel Viñas «no prueba que Juan de la Cierva pudiera conocer la conspiración», concluye Roberto Villa.
El historiador señala que no existen pruebas documentales que permitan constatar de forma fehaciente el papel de Juan de la Cierva en la sublevación, su conocimiento de todos los detalles de la misión del Dragon Rapide y su participación en el golpe. Según Villa, «en Historia nunca podemos establecer científicamente los hechos solo a través de Memorias (como las de Luis Bolín y Luca de Tena, que son «incompletas y parciales»), que solo tienen validez «cuando se cruzan con documentos coetáneos o testimonios directos del protagonista». El historiador recalca que las versiones expuestas por Viñas son «contradictorias y carecen de valor», y añade que, si De la Cierva hubiera sido conocedor del golpe de Estado, habría sacado a su mujer e hijos de Santander o al menos habría avisado a su padre y hermano para que salieran de Madrid. Villa insiste en su informe en que De la Cierva fue «uno de los más grandes exponentes de la ciencia española» y que, «si esto era así en 1936, es ilógico no considerarlo en 2021». Villa cree que se ha realizado «un juicio histórico sin pruebas».
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Carlos G. Fernández y Leticia Aróstegui
Alexia Salas y Admir Bahtagic
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