Jorge García Montoro, un amante de la natación que no teme los cambios

Jorge García Montoro (Murcia, 1975) es el mediano de tres hermanos del barrio de San Nicolás que se pasaban las vacaciones bañándose en «una pocica» y jugando junto a un huerto de frutales del que cogían peras y ciruelas que lanzaban al agua para que se enfriaran antes de hincarle el diente.

Aunque viene de familia de ingenieros, el nuevo consejero de Fomento e Infraestructuras siempre se sintió atraído por el mundo de las humanidades y, cuando acabó sus estudios en Maristas, se matriculó en Derecho en la Universidad de Murcia. Después de terminar la carrera, se fue un año a Santander para cursar el máster en Banca y Mercados Financieros BSCH-Universidad de Cantabria. Una etapa de la que conserva muy buenos recuerdos y que le hizo madurar, además de valorar aún más el preciado sol de la Región.

Siguiendo los pasos de su padre, funcionario del Ayuntamiento de Murcia del que mamó la vocación por el servicio público, a los 25 años se marcó como objetivo sacarse una oposición de Técnico de Administración General que le llevó a La Glorieta, donde ha trabajado casi dos décadas después de tres años de un sacrificado encierro entre apuntes, siempre con su perra 'Larita' a sus pies, que le obligaba a salir a la calle a dar un paseo.

Lejos de relajarse al conseguir su plaza a la primera, decidió seguir formándose en la UCAM, donde hizo el máster en Estudios sobre la Unión Europea. Y, como muestra de su dinamismo y de que los cambios no le asustan, en octubre de 2023 decidió embarcarse en el reto de gestionar proyectos estratégicos del Servicio Murciano de Salud, donde ha ocupado el puesto de secretario general técnico hasta su nombramiento como consejero del Gobierno regional. En el ADN de este «hombre de objetivos» que conoce en profundidad las entrañas de la Administración está marcado el espíritu de trabajo que le inculcaron sus padres, Antonio y María Dolores, junto a valores como el de la importancia de la familia que, para él, es «lo primerísimo».

Confiesa que la paternidad le hizo valorar el sacrificio que sus progenitores hicieron por él, así como sentir «el amor más ilimitado», que encarnan sus hijos Diego y Jorge, con los que intenta pasar el mayor tiempo posible, a pesar de que su agenda oficial le mantiene ocupado gran parte del día.

Obligaciones que compatibiliza con el deporte, una de sus pasiones junto al cine clásico e independiente y los viajes por el mundo. También se declara un gran aficionado a la música «en un espectro amplio», aunque destaca el flamenco como el estilo que más le emociona, por eso intenta no perderse el Festival Internacional del Cante de las Minas de La Unión. Amante de la natación, afición que comparte con su mujer y que practica tres veces a la semana, confiesa que es capaz de hacerse cien largos en menos de una hora, que equivalen a 2.500 metros. Entre brazada y brazada, además de sacar a flote su lado más creativo, se siente libre, como en aquella «pocica» de la huerta donde chapoteaba de crío.