
Juana Mulero, la investigadora 'infiltrada' en política
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Hija de agricultores emigrados a Marsella, se costeó la carrera de Biología con becas y trabajando todos los fines de semana en una pizzería de su pueblo, TotanaLo último que podía imaginar Juana Mulero (Marsella, 1970), cuando se dejaba los fines de semana en una pizzería de Totana para pagarse la carrera, es que terminaría 'de política'. Hija de agricultores, la nueva presidenta del Consejo Escolar de la Región de Murcia vio la luz en Marsella, hasta donde emigraron sus padres en busca de un jornal. Antes de que sus hermanas echaran raíces allí, cuando Juana tenía poco más de tres años, la familia regresó a Totana, donde los padres volvieron al campo. Buena estudiante, Mulero estaba decidida a graduarse en Biología, y se las apañó para costearse la carrera con mucho esfuerzo. Recibió beca todos los cursos y, los viernes por la tarde, cogía de nuevo el autobús rumbo a Totana para trabajar hasta el domingo en la pizzería. En ese plan (pero ya sin beca porque el Estado no costea segundos títulos), la ya bióloga cursó también el grado de Ciencia y Tecnología de los Alimentos, y llegó incluso a 'meter cabeza' en la facultad.
Terminó haciéndolo finalmente en la UCAM, donde inició su carrera como docente –muy bien valorada por los alumnos en los cuestionarios que completan todos los cursos– e investigadora. Allí, cruzó su destino con el de la entonces también profesora e investigadora Adela Martínez-Cachá, quien no dudó en 'fichar' en 2015 a Juana Mulero para su equipo, cuando tomó posesión como consejera de Agua, Agricultura, Ganadería, Pesca y Medio Ambiente. La oferta fue casi irrenunciable para la bióloga y tecnóloga: la dirección del Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y Alimentario (Imida). Apasionada de la investigación, Mulero dedicó su tesis doctoral al primer vino ecológico producido en la Región, y ha realizado estudios sobre los compuestos bioactivos de varios alimentos.
Tan meticulosa en la investigación como en la gestión de un presupuesto, del Imida saltó a la Consejería de Educación de la mano de Martínez-Cachá, quien siempre la consideró una gestora eficaz y conciliadora. Ya lejos de la investigación, Juana Mulero se entregó al descubrimiento personal de esa faceta, la de política, que desconocía esconder. De la Dirección General de Planificación Educativa y Recursos Humanos ascendió en 2019 a la Secretaría General de la Consejería de Educación y Cultura. A la sombra de la ya exconsejera de Educación, Esperanza Moreno, algunos apuntan que Mulero ha sido el auténtico cerebro de la cartera desde la salida de Martínez-Cachá del Gobierno.
Tan directa como firme, la bióloga se va de la Consejería de Educación con el 'aprobado' de los sindicatos, que reconocen que «conoce la casa y el terreno que pisa; sabe de lo que habla. Ha sido la mente pensante estos últimos años». La relación correcta con las centrales no ha evitado que se queden con una imagen de Mulero como «negociadora dura. No es nada complaciente». Su designación esta semana, a propuesta de la consejera ex Vox Mabel Campuzano, desató el recelo de la Plataforma por la Escuela Pública, que se echó a la calle el mismo día.
La nueva presidenta del Consejo Escolar encara ahora un reto moderado, si se compara con su anterior etapa como secretaria general de la Consejería de Educación (con DANA y pandemia incluidas). El órgano consultivo es casi un retiro dorado para muchos, aunque ahí está el desafío de conciliar posturas entre todos los colectivos (docentes, oposición, sindicatos, familias...) que lo integran.
Madre de dos adolescentes de 13 y 16 años, comparte con su marido, Juan, también docente, la afición por la acampada. Las vacaciones de Juana Mulero son siempre, verano y fiestas de guardar, en el camping de San Javier, donde es tan feliz que ni se plantea cambiar por otro destino.
En el campo, la huerta y al aire libre encuentra su desfogue la investigadora, a quien un accidente de tráfico alejó durante varios años del deporte. El padel era hasta entonces otra de sus vías de escape, que ha comenzado a retomar, aún con prevención, después de meses con la rodilla y la espalda muy tocadas.
Si nunca imaginó un futuro en política, sí tiene claro que está de paso en la gestión pública, y no duda de que se jubilará entre los laboratorios de investigación y las aulas de la universidad, que son su auténtica pasión profesional.
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