Emilio Ivars, con Gloria Alarcón, Diego Conesa y otros diputados socialistas en la Asamblea. PABLO SÁNCHEZ / AGM

Sin indulto para Emilio Ivars

La dirección regional del PSOE tenía en la diana al exdiputado desde el día que aplaudió el pacto de Ana Belén Castejón con el PP para gobernar Cartagena

David Gómez

Murcia

Domingo, 30 de mayo 2021, 14:00

Emilio Ivars terminará siendo expulsado del PSOE. Todos lo tienen claro, por mucho que alegue ante la Comisión de Garantías, que es la que resolverá ... en última instancia el expediente disciplinario abierto por el secretario de Organización del PSRM, Jordi Arce. El exdiputado ha conseguido desmontar la acusación de filtrar documentos a los medios de comunicación y ya no se le imputa el acceso indebido a una cuenta de correo electrónico interna, sino a contenido de la misma. Da igual. Al contrario de lo que Pedro Sánchez planifica con los políticos independentistas catalanes condenados por el 'procés', no se vislumbra indulto para Ivars.

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En la sede de la calle Princesa le tenían ganas al exdiputado desde hace mucho tiempo. Y no por haber sido el cerebro de la candidatura de María González Veracruz en las primarias que disputó a Diego Conesa. De hecho, fue el único parlamentario, junto a Alfonso Martínez Baños, que repitió en la lista electoral de 2019. Después de los comicios, lo propusieron incluso como secretario de la Mesa de la Asamblea Regional, en señal de integración y reconocimiento por el buen trabajo de la legislatura anterior.

La fecha en la que a Ivars le toman definitivamente la matrícula es el 15 de junio de 2019, cuando Ana Belén Castejón pactó con el PP para impedir que se hiciera con la alcaldía de Cartagena el polémico José López. Mientras Jordi Arce anunciaba ese mismo día la apertura de expediente contra la alcaldesa y anticipaba el desenlace del mismo –«espero que acabe en expulsión», afirmó–, Ivars aplaudía en Twitter el acuerdo, reflejo a su juicio «de la política del siglo XXI, donde no cabe ni por acción ni por omisión permitir que la representación de una ciudad como Cartagena caiga en manos de algunos personajes».

Voces en el partido lamentan que el expediente ha generado temor a comentar cualquier cosa en público

El tuit sentó como un tiro en la dirección regional, que lo vio como un gesto de ingratitud. José Vélez le afeó su «deslealtad» en la misma red social. Se sintió que Ivars traicionaba la confianza depositada en él tras su continuidad en la candidatura y su ascenso al órgano de gobierno de la Cámara.

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La bronca del despacho

El secretario de Organización del PSRM, pupilo de José Vélez, fue más allá. Un día se presentó en el despacho de Emilio Ivars en la Asamblea para informarle de que la Comisión de Ética proponía incoarle un expediente disciplinario por el tuit de marras del que nunca más se supo. Se produjo una bronca monumental entre ambos, que rompieron relaciones.

Jordi Arce es una persona impulsiva. Hasta la gente que más lo aprecia en el PSOE reconoce que a veces le pierden las formas. El responsable orgánico recurre en ocasiones al insulto contra periodistas y adversarios políticos. No ya en las redes sociales, lo que podría atribuirse a calentones, sino también en las notas de prensa, cuyo proceso de elaboración se supone más sosegado y reflexivo. «Caradura» y «sinvergüenza» son dos de sus palabras favoritas.

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Obsesionado con los medios de comunicación, con especial inquina a LA VERDAD, a Arce se le metió entre ceja y ceja que Ivars podría estar detrás de algunas informaciones aparecidas en este diario, como los detalles del contrato de alta dirección que tiene en el PSOE, con un salario de 62.077 euros brutos anuales. «No nos va a despistar la jugada de filtrarlo por Cartagena», advirtió Vélez en un Comité Regional de finales de 2019. La noticia del sueldo la firmó un redactor de la edición cartagenera de este periódico.

Así que, poco a poco, Ivars fue arrinconado en la Asamblea. Lo apartaron del puesto de coordinador del grupo con el pretexto de haber facilitado a una periodista los nombres de los comparecientes propuestos por el PSOE en la Comisión del Mar Menor. Dicha información era pública en la página web del Parlamento.

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El 21 de junio de 2020, un año después de la bronca del despacho, el secretario de la Mesa anunció que dejaba su escaño para volver a su plaza de docente. Admitió sentirse desilusionado. Arce lo tachó de «filtrador» en sus declaraciones públicas. Respondió Ivars calificándole de «mamporrero». En su último día en la Asamblea, el diputado socialista recibió una calurosa ovación de toda la Cámara puesta en pie, que le hizo emocionarse. En el PP consideraban a Ivars como un auténtico dolor de muelas, debido a su conocimiento exhaustivo de la normativa y el reglamento. Pero también opinaban que era una persona con la que se podía dialogar y alcanzar acuerdos. Lo comparaban, salvando las distancias, con el difunto Alfredo Pérez Rubalcaba.

Los trajes de Wallapop

Pese a su salida de la política, el exdiputado y la cúpula del PSRM siguieron mirándose de reojo. Ivars tampoco es un santo y, justo tras oficializarse el pacto entre el PP y los tránsfugas de Cs que tumbaba la moción de censura, escribió con recochineo en Twitter: «Wallapop a tope con gente vendiendo cajas de cava y trajes recién comprados». Vélez se la devolvía en el Comité Regional del día siguiente: «Que nadie compre champán ni trajes por Wallapop, esto no ha hecho más que empezar».

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La hora del ajuste de cuentas llegó el Lunes Santo de 2021. A Ivars lo sacaron de los grupos de WhatsApp del PSOE. Se deslizó a algunos periodistas que la expulsión estaba relacionada con los audios de Conesa publicados en LA VERDAD, los del chicle y los guiños, pero en el expediente no se dice nada de eso. Ivars estaba acusado de filtrar la composición de la gestora de Molina (de la que el partido informó en nota de prensa), los comparecientes en la Comisión del Mar Menor (a la vista de todos en la web de la Asamblea) y una carta del secretario de Organización enviada a otros 300 militantes. «No procede sancionar por estos hechos, pues los mismos no quedan acreditados», concluye el instructor en su informe.

El cargo de acceso indebido a contenido de un email del partido es al que se agarran ahora para justificar la expulsión. Las principales pruebas son unos pantallazos de conversaciones privadas de WhatsApp, que no se admitirían en un juzgado. Pero esto es un expediente interno de un partido. «Me recuerda a un proceso de la URSS», apunta un abogado conocedor del procedimiento.

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En cualquier caso, lo que se ha logrado con la purga a Ivars es acallar la crítica pública en el PSRM. «Se ha hecho el silencio, hay miedo a decir cualquier cosa», comenta una exdiputada, a la vez que lanza un aviso a navegantes: «Habrá más elecciones y congresos».

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