Es de sobra conocido que la obesidad, las enfermedades crónicas y la edad avanzada son factores de riesgo frente a la gripe, la Covid ... y otros virus respiratorios. Pero, ¿por qué responden de diferente manera a estas infecciones pacientes de similares características? ¿Por qué la mayoría de las personas aparentemente sanas pasan el coronavirus o los cuadros gripales en casa con agua y paracetamol mientras otros tienen que ingresar en el hospital, incluso en la UCI?
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Gracias al impulso del Instituto Murciano de Investigación Biosanitaria (IMIB), la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital Reina Sofía se ha lanzado a un ambicioso proyecto para tratar de encontrar marcadores que puedan anticipar una peor respuesta del sistema inmune a la infección y, por tanto, un mayor riesgo de enfermedad grave. El IMIB emprende esta aventura científica, dentro de su estrategia de internacionalización, de la mano de una referencia mundial en este campo: el virólogo Adolfo García-Sastre, director del Instituto de Salud Global y Patógenos Emergentes en el Mount Sinai de Nueva York.
Enrique Bernal, jefe de Infecciosas del Reina Sofía y profesor de la Universidad de Murcia, ha pasado los últimos tres meses en el hospital neoyorquino perfilando la colaboración entre ambos equipos. El proyecto ya está listo para su arranque: durante los próximos tres años, se reclutará en Murcia a 240 pacientes que presenten infección por Covid, gripe o virus respiratorio sincitial (VRS). Se seleccionará a enfermos ingresados (casos graves) y también a personas atendidas en Urgencias o en Primaria con síntomas más leves.
«Se les tomarán muestras de sangre y exudados nasofaríngeos para medir los anticuerpos generados y buscar marcadores sanguíneos que están relacionados con la respuesta inmune», explica Bernal. Se pondrá en observación, por ejemplo, la secreción de citoquinas, unas proteínas clave en la estimulación o inhibición de las células del sistema inmunitario. La extracción de muestras se repetirá a los 28 días y, después, al paciente se le hará seguimiento durante tres años para analizar de nuevo estos marcadores cuando se repitan las infecciones respiratorias. Las muestras se almacenarán en el biobanco del IMIB hasta su traslado al Mount Sinai. Allí, la doctora Teresa Aydillo, del equipo de García-Sastre, coordina el proyecto. El Instituto de Salud Global y Patógenos Emergentes es una referencia en gripe y ahora lo es también en investigaciones relacionadas con la Covid.
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Pese a lo mucho que se ha estudiado el comportamiento de los virus respiratorios, todavía hay «una gran brecha en el entendimiento de las características inmunológicas y virológicas» que están detrás del hecho de que, en determinados pacientes, las infecciones sean más graves. Más aún en el caso de la Covid, que irrumpió en febrero de 2020. «Una de las incógnitas que está aún por resolver es dilucidar qué determinantes están implicados en la evolución desfavorable de los pacientes con infección SARS-CoV-2. Es decir, por qué unos presentan un cuadro leve o incluso asintomático y, sin embargo, otros acaban desarrollando enfermedad grave que los puede llevar a la UCI e incluso a la muerte», resume Enrique Bernal. «Sin duda, la genética individual juega un papel evidente. La expresión de determinados genes o la falta de esta puede dar lugar a que el paciente responda de forma apropiada o no a un proceso infeccioso», explica. Al mismo tiempo, «el propio virus podría ser capaz de facilitar el desarrollo de una respuesta inmune aberrante que determine un fatal desenlace». En el caso de la Covid, se ha hablado mucho de la 'tormenta de citoquinas': una reacción exacerbada del sistema inmunológico que agrava el estado del paciente.
El seguimiento a los pacientes durante tres años permitirá además al equipo que coordina Bernal estudiar la «huella inmunológica» que deja una infección por Covid, gripe o cualquier otro virus, y cómo esta memoria que guarda nuestro sistema defensivo «puede alterar la respuesta inmunológica cuando se produce una infección por un virus diferente pero similar al primero». Los científicos tratan de determinar, por ejemplo, si haber estado expuesto a alguno de los coronavirus que nos acompañan desde hace años protege frente a la Covid o todo lo contrario. «El SARS-CoV-2 es un coronavirus que comparte muchos genes y proteínas con los coronavirus estacionales que causan el resfriado común. Se desconoce el impacto que podrían tener las infecciones previas por estos virus en la evolución de los pacientes con Covid», explica Bernal.
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Por una parte, esta huella inmunológica podría «ayudar a controlar mejor la infección», pero «también podría provocar lo contrario y dar lugar a una respuesta alterada». El virólogo Adolfo García-Sastre está «tratando de esclarecer esta incógnita» y, en esta tarea, se va a involucrar el IMIB de la mano de Enrique Bernal. También se buscan determinantes «en la progresión clínica de otras infecciones respiratorias, como el VRS, que todos los años hace estragos, especialmente en los niños».
Una de las grandes incógnitas que deja la pandemia es la aparición de la Covid persistente. Cerca de un 10% de los pacientes presentan síntomas al año de la infección, independientemente de la gravedad con que cursó la enfermedad en su momento. En el marco de su proyecto de colaboración con el Instituto de Salud Global y Patógenos Emergentes del Mount Sinai, la Unidad de Infecciosas del Reina Sofía va a estudiar «las variaciones de los mediadores inmunológicos que se producen tras la vacunación en los pacientes con Covid persistente, y si estos se relacionan con los cambios clínicos».
No hay en estos momentos tratamientos realmente eficaces para abordar la permanencia de síntomas tras el final de la fase aguda de la infección, pero los datos disponibles apuntan a que la vacunación no solo protege frente a la Covid grave, sino también frente a la Covid persistente. Las tasas de pacientes afectados por este problema se han reducido tras la vacunación masiva.
Además, la vacunación reduce los síntomas de Covid persistente entre un 16% y un 26% de los casos, según algunos estudios, aunque otras investigaciones no han constatado mejorías, explica Enrique Bernal, jefe de Infecciosas del Reina Sofía.
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