Siguen de cerca cómo se ha desarrollado la crisis sanitaria en sus países de origen, pero la mayoría de ellos se alegra del transcurso y ... las normas establecidas en la Región. Los extranjeros residentes en los municipios murcianos aprueban la gestión de la Covid-19, tanto a escala estatal como regional.
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«Nos hemos sentido como en nuestra propia casa. La crisis no se ha notado mucho en la Región, quizás tal y como ha ocurrido como en los pueblos de nuestro país», relatan a LA VERDAD dos belgas. Situación similar es la que han vivido los ingleses de la urbanización mazarronera de Camposol. Allí, la mayoría de vecinos residen todo el año y han seguido de cerca la pandemia. Además, critican la gestión de Reino Unido porque «no se ha seguido una hoja de ruta clara y no sabíamos qué se podía hacer y qué no, ya que no se han marcado unas directrices serias y conjuntas como en España», lamentan. «Nos hemos sentido muy seguros en Mazarrón, ya que no se ha producido ningún caso por Covid-19 en Camposol», añaden.
Por su parte, los suecos se alegran de que el confinamiento haya sido más duro y con normas más severas que en su país. De hecho, en Suecia creen que los ciudadanos han tenido demasiada libertad, al igual que ha sucedido en Reino Unido.
En la misma línea van los noruegos, quienes aprueban a sus ojos la gestión de la crisis. Además, a estos ciudadanos les ha parecido más que suficiente la labor que han realizado los agentes policiales, con vigilancia y control para que todo el mundo cumpliera las normas establecidas. «La Policía nos ha cuidado muy bien», apuntan los noruegos.
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Y los alemanes que viven en la Región creen que el buen comportamiento de los murcianos frente al virus hacen candidata a la Comunidad para atraer turistas de su país, «que vendrán a España en cuanto puedan», indica uno de los residentes. Cree que su país «se preparó antes» contra la pandemia. Y comenta que también hubo allí alguna tensión territorial.
Por Juan Ruiz Palacios
«En Reino Unido nadie sabía qué se podía hacer y qué no durante esta pandemia. Aquí se pusieron en marcha restricciones concretas desde el primer momento. Creo que la gestión de la Covid-19 por parte de España ha sido excelente». Son palabras de Chris Stoneman, una londinense que vive desde hace unos años en Camposol. «Pienso que la información que hemos tenido aquí en Murcia, por parte del Gobierno regional, ha sido más que suficiente y transparente. Y creo que no hay que olvidar la gran labor de vigilancia que han llevado a cabo los policías en todo el territorio murciano, con serios controles para que todo el mundo cumpliera las normas», afirma.
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Esta inglesa critica que «en Reino Unido no se ha seguido una hoja de ruta; mi país ha sido como una casa de locos. Lo bueno de España es toda la información que han ido dando los medios de comunicación y los gobiernos. En Reino Unido no ha sido así. Allí, por ejemplo, el confinamiento era solo una sugerencia, no una obligación. Se han hecho las cosas sin tener nada claro desde el principio», apunta Stoneman.
«Yo me he sentido segura aquí en Mazarrón. Además, no ha habido ningún contagio, que yo sepa, en Camposol. Lo que más lamento de esta pandemia es que la madre de mi cuñado murió por Covid-19», relata la inglesa, que ha ido recopilando información de su país y de España en las redes sociales, a través de grupos cerrados para guiris. «Nos han ido informando de todos los cambios que se producían tanto en España como en Reino Unido, aunque allí, como digo, no se han seguido unas directrices para combatir esta pandemia», apunta Chris. «Lo peor de Reino Unido es que muy poca gente ha cumplido las pocas normas que se impusieron».
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Alexia Salas
«Soy un hombre feliz, estoy a gusto en mi casa», cuenta el repostero alemán Carlos Kratzer. El despoblamiento invernal de La Manga le ha hecho sentirse protegido durante los peores días de la pandemia. Si hay un lugar donde mantener el distanciamiento social de forma natural es esta localidad entre dos aguas, así que Carlos se ha dedicado a hacer arreglos en su casa, a cuidar de las plantas y a ver partidos antiguos del Bayer de Múnich y del FS Cartagena.
Le ha sobrado tiempo para echar un ojo a las noticias de su país de origen y el de acogida. «Alemania lo ha hecho bien con el virus, igual que en España, pero yo estoy mejor en La Manga», cuenta el pastelero. Carlos llegó hace 33 años a la Región con las recetas de su padre, famoso repostero alemán, en el bolsillo del mandil. Su Café Royal, en la urbanización Castillo de Mar, lleva abierto suficiente tiempo como para que haya cundido la fama de sus tartas de manzana y sus panes de semillas, así que no ha tardado en recuperar a su clientela. «Echo de menos a los turistas», afirma con la esperanza de volver a recibirlos este verano. El cierre ha hecho daño a su negocio, «porque he tenido que seguir pagando y he perdido género».
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A.S.
«Han abierto las rosas y los hibiscos, tenemos piscina y hablamos a menudo con nuestra familia de Värmland», cuenta Ann-Margret Johansson, maestra retirada y una de las pocas residentes suecas que se han quedado en la zona del Mar Menor a pasar el confinamiento. «Muchos suecos se marcharon, pero nosotros no tenemos prisa porque las cosas están mejor aquí», cuenta en su porche de Santiago de la Ribera. Ni a ella ni a su pareja, Jan-Gustav, les gusta la idea de hacer una larga travesía hasta llegar a Torsby, su pueblo de casas de cuento con apenas 4.000 habitantes. «Noruega ha cerrado la frontera con Suecia, por lo que tendríamos que volar a Oslo y pasar allí la cuarentena, o esperar varias horas para volar a Estocolmo y después a Torsby», relata.
Con hijos y nietos en la distancia, ha seguido de cerca las noticias de la pandemia en su tierra y en España. «Aquí el Gobierno español lo ha hecho muy bien. Creo que allí ha habido demasiada libertad y muchos sitios abiertos», opina. Ha pasado el confinamiento ocupada en «leer, coser, en probar comidas nuevas, jugar en línea a 'Wordfeud', aunque Jan-Gustav prefiere el sudoku, y caminar por el jardín cada día 5 kilómetros». Solo echan de menos los arenques suecos, pero no a su familia porque se conectan a menudo por videoconferencia. «Cada viernes por la tarde brindamos y nos deseamos feliz fin de semana», afirma. Les ha emocionado la experiencia de salir a aplaudir con los vecinos a las 8 de la tarde, aunque le entristece pensar que tardará en abrazar a los suyos. Siente no estar con sus hijos y nietos este domingo, cuando se celebra en Suecia el Día de la Madre.
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J.R.P.
Ginette Legen y Gerda Lambrechts son dos amigas belgas que residen en la urbanización mazarronera de Camposol desde hace cinco años. «La situación de la Covid-19 en España ha sido muy similar a la de nuestro país. Madrid y Barcelona se asemejan bastante a las principales ciudades belgas, y en Murcia todo se ha desarrollado como en los pequeños pueblos», resalta Ginette, de 66 años y natural de la región flamenca. «Las medidas en nuestro país fueron más suaves. Se podía salir a andar, por ejemplo. En cambio, las normas del confinamiento en España fueron más efectivas y drásticas. Eso es de agradecer; ha sido la mejor solución para evitar la propagación del virus», añade Gerda, que nació en Amberes hace 64 años.
Estas dos amigas pasaron el confinamiento intentando informarse de la situación su país. «También hemos traducido todas las noticias que se daban sobre España, y la gestión aquí ha sido bastante buena. Los gobiernos central y regional han ido ofreciendo datos de forma diaria», aplauden las belgas. «Podemos decir bien alto que nos hemos sentido como unas murcianas más», apuntan.
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Eduardo Ribelles
«¿Miedo los alemanes?». A Mario Werner, un teutón de 60 años que vive desde hace décadas en la Urbanización Estrella de Mar de Los Urrutias, se le nota el tono distendido cuando contesta. «Los alemanes están deseando venir a España. Más todavía a zonas como esta, donde saben que ha habido muy pocos casos de Covid-19», dice. No obstante, Werner considera que en su país la mortalidad ha sido mucho menor que en España porque allí ya tenían ensayos hechos. «Alemania se preparó antes. En 2012 hizo un simulacro y ahora ha podido aplicar lo que se probó entonces», indica.
Sus amigos y parientes más allá del río Rhin saben por él que la Región de Murcia se ha mantenido en unos índices muy bajos de casos y de muertes. «Al principio me llamaban preocupados, pero yo les tranquilizaba y les decía que aquí estamos como en la zona este de Alemania, donde también han tenido muy poca incidencia». Porque en su país, como en España, también ha habido focos donde los casos se han disparado algo más, «como la zona de Dortmund y Düsseldorf, al noroeste». Los más rápidos en actuar fueron los bávaros, en el sur. «Ya se sabe», subraya, «siempre han tenido un estatus especial y eso les hace actuar un poco por su cuenta». Porque también en Alemania, advierte, hubo algunas tensiones territoriales, con reproches a Berlín por ser la última zona en cerrar bares y cafés.
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A.S.
«En Noruega ha habido mucha más libertad que en España; podías navegar y bañarte cuando quisieras, y salir sin restricciones de horario, claro que Noruega tiene 5 millones de habitantes y España casi 50 millones», reflexiona el noruego Roy Morten desde su casa de La Manga. Con su hijo y su nieto en las tierras altas, ha seguido de cerca el avance de la pandemia por su país casi tanto como las noticias cercanas. «No entiendo por qué la gente no ha podido bañarse en el mar pero en cambio al abrir las playas puede venir mucha gente», señala como su única pega en la gestión de la epidemia en España, ya que cree que «se han hecho muchas cosas correctas, pero algunos no han respetado las reglas».
Tampoco entiende por qué en Oslo dejaron abrir algunos bares si «los borrachos olvidan las reglas», bromea. Su labor de 'puente' entre los residentes extranjeros y el sistema español le ha hecho «pasar casi todo el tiempo del confinamiento explicando a la gente lo que pasaba».
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J.R.P.
Hilary Hewitt tiene 68 años y ha vivido la mayor parte de su vida en la ciudad inglesa de Mánchester, pero hace unos años decidió trasladarse a Camposol, donde hoy reside. «Al igual que la mayoría de gente que conozco aquí, me he sentido muy segura; mucho más que si hubiera estado en mi ciudad», relata Hilary. «Lo mejor que hizo el Gobierno español fue dictar unas normas con lo que estaba permitido y lo que no. Aquí se ha seguido un camino y unas directrices concretas, algo que no ha ocurrido en Reino Unido», añade.
Para Hilary, la gestión de la crisis en Murcia «ha sido muy correcta». Según esta inglesa, «la mayoría de ciudadanos han obedecido la ley y las directrices. En Reino Unido nadie hizo caso al Gobierno porque allí no se tenía muy claro qué se podía hacer».
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«Quiero aprovechar, como extranjera residente en España, para mostrar públicamente mi agradecimientoa los gobiernos central y autonómico, por lo bien que han desarrollado medidas como el confinamiento para hacer frente a esta maldita pandemia», apunta Hilary. «Me he sentido como en casa, muy arropada por toda la gente de aquí. Y algo muy importante ha sido la labor informativa de los medios de comunicación», celebra esta extranjera.
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