El campo grita por su supervivencia

Frente a la asfixia que sufre a causa de los elevados costes y los precios ruinosos que percibe por sus productos, el campo de la Región de Murcia, que da empleo a más de 110.000 personas, mostró este viernes todo su músculo y fuerza, así como su capacidad de movilización, superior a la del resto de sectores económicos y sociales. Miles de agricultores y ganaderos denunciaron que se encuentran en una «situación límite» y exigieron a las administraciones «que hagan algo ya».

Entre aplausos, dos camiones arrojaron su carga de brócoli y coliflor a las puertas de la Delegación del Gobierno, para simbolizar que los precios que reciben los agricultores por sus productos están por los suelos. Fue el colofón de la gran movilización que recorrió Murcia, con una participación que superó las expectativas de los organizadores. Junto a más de 400 tractores y camiones que tomaron el centro de la ciudad, unas siete mil personas lanzaron un «grito desesperado».

Muchas familias, jornaleros y empresarios nutrieron una manifestación que se desarrolló sin incidentes. Los organizadores se vieron desbordados por la alta participación y la llegada de centenares de tractores del Campo de Cartagena y el Valle del Guadalentín, principalmente. Entraron en Murcia sobre las 10.30 horas por las carreteras interurbanas y escoltados por la Guardia Civil y la Policía Local, sin ocupar las autovías. La segunda fase de la logística vino al término de la manifestación, sobre las 14.30 horas, para controlar el regreso de los tractores a sus zonas de origen mediante otro dispositivo policial. Entre los organizadores cundió el temor de que algunos vehículos se quedaran en la ciudad o que invadieran la autovía.

El centro de Murcia quedó cortado al tráfico, que se desvió por el cinturón y las rondas. La Delegación del Gobierno, el punto final de la marcha, permaneció acordonada por la Policía Nacional. En el resto del recorrido, la presencia policial fue discreta.

En contra del deseo de los organizadores de que no hubiera políticos en la manifestación, sí asistieron diputados de Vox, entre ellos Luis Gestoso y Pascual Salvador. También acudieron el alcalde de Torre Pacheco, Antonio León, y la alcaldesa de Cartagena, Ana Belén Castejón. Ambos fueron increpados por varias personas antes de que comenzara la protesta para que se marcharan. Castejón fue quien peor lo pasó, al tener que soportar abucheos y gritos de «políticos fuera». En un momento se vio rodeada y, en lugar de marcharse, trató de dialogar con quienes la increparon. La alcaldesa no cedió y participó en la manifestación, al igual que Antonio León. La regidora aseguró tras el incidente que fue abucheada por personas que iban acompañadas por representantes de Vox. Los miembros de Vox, que estaban en el mismo lugar y a escasos metros, no fueron increpados. La alcaldesa de Archena, Patricia Fernández, también asistió acompañando a los regantes de su municipio; así como los regidores de Cieza y Fuente Álamo, Pascual Lucas y Juana María Martínez.

La protesta fue calificada de «histórica» por los organizadores, Miguel Padilla, Alfonso Gálvez y Marcos Alarcón, dirigentes de COAG, Asaja y UPA, respectivamente. Con una 'tractorada' en cabeza y otra detrás, la manifestación salió con 40 minutos de retraso debido a una afluencia de vehículos superior a la prevista.

'La DANA nos arruina y al gobierno le patina', 'Lo primero nuestro producto nacional', 'Fuera mafias', fueron los lemas de las pancartas reivindicativas de la marcha, que forma parte de la campaña de movilizaciones que se están desarrollando desde hace semanas en toda España para exigir mejoras para el sector, que se siente maltratado por los bajos precios que cobran en origen, que no se corresponden con los que el consumidor paga.

Desde la Gran Vía hasta Teniente Flomesta, y entre el ruido ensordecedor de las bocinas de los tractores, los manifestantes lanzaron «el último grito a la desesperada» exigiendo a los políticos «que no miren para otro lado», y para denunciar «las prácticas abusivas de la grandes comercializadoras y distribuidoras», así como la competencia desleal de terceros países. Se quejaron igualmente de la escalada del precio del agua desalada, que alcanza los 70 céntimos, y exigieron que se aplique la tarifa de 30 céntimos que aprobó el Congreso de los Diputados.

En la lista de reivindicaciones también están las ayudas de la PAC, soluciones para evitar la despoblación, así como incentivos para que los jóvenes se inclinen por el campo y se asegure el relevo generacional.

Los sindicatos agrarios contaron con el respaldo de los regantes del Trasvase y de las tres vegas, Proexport, Apoexpa, Fecoam, Fecamur, Ucomur, CC OO y UGT, la patronal Croem y Agrupal, entre otros. Miguel Padilla manifestó que estas organizaciones representan el 90% de la sociedad murciana. «No vamos a consentir que nos quiten la dignidad de nuestro trabajo. Hemos iniciado un camino sin retorno», dijo durante su discurso ante la Delegación. Marcos Alarcón exigió al Gobierno regional y al Ejecutivo central que «hagan algo ya». «El campo está al límite. Tenemos que llevar la cabeza bien alta para ser agricultores y ganaderos, pero no para mendigar». Alfonso Gálvez proclamó que «ha llegado el momento del campo».