Pilar Fresneda disfrutaba hasta hace poco más de un mes de una aceptable autonomía para sus 82 años. Pese a que en los últimos tiempos ha ido perdiendo visión y audición, podía moverse a su aire por su casa de El Palmar y, sobre todo, podía dar rienda suelta a su pasión por la cocina. «Lo que más ilusión le hace es preparar la comida para toda la familia», cuenta su hija, Inmaculada López. Pero el 14 de febrero, mientras se dirigía a abrir la puerta del domicilio, sufrió una aparatosa caída que terminó en fractura de cadera. Pilar recuerda, sobre todo, el «dolor» que la invadió. Rápidamente la trasladaron al servicio de Urgencias de La Arrixaca, y pocos días después fue operada en el Hospital de Molina.
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La intervención fue bien, pero desde entonces la vida se les ha complicado a Pilar y a sus tres hijas. «Tenemos la suerte de que todas vivimos en El Palmar. Podemos ayudarla bastante, pero es importante que, dentro de lo que cabe, tenga algo de independencia. Al menos, para que pueda volver a sus rutinas y disfrute de calidad de vida», explica Inmaculada. La anciana ha comenzado a dar algunos pasos en casa, con sus muletas, pero está lejos de haber recuperado su movilidad. «No voy segura, no me atrevo a andar», confiesa.
Pilar acudió esta semana a la Unidad de Geriatría de La Arrixaca, donde fue sometida a una exhaustiva valoración tras la que se diseñará un plan de recuperación con ejercicios pautados, y también con actuaciones preventivas para evitar nuevas caídas. «Le vamos a hacer un seguimiento muy estrecho, con hasta cuatro citas en los próximos seis meses», explica Carmelo Gómez, el enfermero especialista de la Unidad de Geriatría. El objetivo es que, pasado ese tiempo, «la paciente se sienta más segura y haya ganado movilidad».
*Fuente: Unidad de Geriatría de la Arrixaca | Elaboración: Mar Saura
Desde hace tiempo, esta unidad evalúa a todos los mayores de 75 años que ingresan en La Arrixaca por fractura de cadera. Solo en 2022 fueron 433 pacientes. Pero, además, el hospital acaba de poner en marcha una nueva consulta que se centra en la prevención de las caídas. Hasta aquí llegarán pacientes derivados desde Atención Primaria o desde otros servicios hospitalarios por su alto riesgo de sufrir un accidente de este tipo debido a diversos factores, como el deterioro cognitivo o la especial fragilidad. La estrategia se completa con la coordinación con los centros de salud, donde los médicos de familia deben encargarse de ofrecer pautas de prevención a sus pacientes más mayores y con más riesgo de caídas y fracturas.
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Con una población cada vez más envejecida, tomarse en serio los problemas de salud que generan las caídas es urgente, advierten los dos únicos geriatras con que cuenta La Arrixaca, Francisco Javier Castellote y Juan Dionisio Avilés. Tres de cada diez personas mayores de 65 años sufren al menos una caída al año, y en el 10% o 20% de los casos se producen lesiones, subrayan.
En 2021, último año con datos disponibles, 79 personas murieron por caídas accidentales en la Región de Murcia. De ellas, 60 tenían más de 65 años. Fue la segunda causa de muerte no natural, por delante de los accidentes de tráfico y solo por detrás de los suicidios.
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Pero estas cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE) solo reflejan una pequeña parte del problema. Tras muchos fallecimientos en los que consta otra causa directa de la muerte se esconden, en realidad, caídas que marcaron el inicio de un rápido deterioro. «Entre las personas mayores de 75 años que sufren una fractura de cadera a raíz de una caída, la mortalidad llega al 15% a los tres meses, y al 25% o el 30% al año», detalla Francisco Javier Castellote. Pero, además, entre el 40% y el 60% de los pacientes no recuperan la capacidad funcional previa al accidente. «Estamos ante un grave problema de salud pública», resume Juan Dionisio Avilés.
Cada día ingresa en La Arrixaca al menos un paciente con fractura de cadera. En el 90% de los casos, la rotura se produce por la caída, y no al revés. «Esa idea de que te caes por la fragilidad del hueso es un mito. En la mayoría de los casos, son pacientes de avanzada edad que presentan falta de reflejos, bloqueo motor, etc. Ante un desequilibrio frente al que nosotros nos recuperaríamos, ellos se caen», explica Avilés. Eso sí, el estado del hueso puede influir después en la gravedad de las consecuencias: la mayoría de los afectados por fracturas de cadera son mujeres. En general, ellas sufren más osteoporosis por la pérdida de calcio tras la menopausia.
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Evitar la caída es, en resumen, esencial. Sin embargo, ni el sistema sanitario ni las propias familias han tomado suficiente conciencia de ello. «El problema es que vemos las caídas como algo casi inevitable. Piensas que, más pronto o más tarde, el anciano se cae. Y, además, no le damos importancia. Pero la tiene, y mucha», subraya Avilés.
Por todo ello, en la Unidad de Geriatría se han puesto manos a la obra. A los pacientes que pasan por la consulta de prevención se les hace una valoración completa de los múltiples factores que incrementan el riesgo: se analiza desde «la velocidad de la marcha y la fuerza de las extremidades inferiores» hasta el estado de sus pies, pasando por la visión, el deterioro cognitivo y la alimentación. «Hay que actuar en muchos niveles. Por ejemplo, revisando los fármacos que se asocian a caídas», como las benzodiacepinas o los opioides, explica Francisco Javier Castellote.
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También hay que tener en cuenta las circunstancias sociales y familiares del paciente: si vive solo, si tiene ascensor, si la casa está adaptada. Ahí entra en juego la coordinación con los trabajadores sociales. Una vez realizada la evaluación, se plantea «un plan de cuidados», que puede contemplar desde la realización de determinadas actividades físicas a sesiones de rehabilitación, pasando por mejorar la alimentación o cuestiones tan sencillas como retirar las alfombras en el domicilio.
La consulta de prevención de caídas es una iniciativa pionera en esta región, en la que hay mucho por hacer. El primer paso, «que en casa le demos a las caídas la importancia que tienen», resume el enfermero Carmelo Gómez. No hay, probablemente, riesgo mayor para la calidad de vida de un anciano.
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Para atender a una población cada vez más envejecida, La Arrixaca apenas cuenta con dos geriatras. Otros hospitales de la Región de Murcia no disponen de ninguno. Este déficit contrasta con provincias como Albacete: el Hospital General de la ciudad manchega tiene un servicio con más de diez facultativos especialistas «homologable a los de cualquier país europeo avanzado», advierte Juan Dionisio Avilés.
La falta de geriatras en la Región supone una carencia importante porque estos profesionales aportan una visión «transversal», centrada en la «prevención de discapacidad y en la atención a lo largo de todo el proceso de la enfermedad», señala Francisco Javier Castellote, responsable de la Unidad de Geriatría de La Arrixaca.
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Pese a todas las limitaciones, los profesionales han conseguido ir poniendo en marcha diversas iniciativas. Trabajan, por ejemplo, en coordinación con los cardiólogos para valorar la pertinencia de someter a un cateterismo a los pacientes mayores de 80 años que presentan estenosis aórtica severa.
Son acciones, sin embargo, que no están encuadradas en una estrategia regional para afrontar los retos del envejecimiento. «Hay iniciativas puntuales que luego se abandonan, o se quedan en nada. Seguimos sin una coordinación sociosanitaria y sin resolver la atención al paciente crónico», reflexiona Castellote. Para empezar -advierte-, la Región carece de camas de Geriatría o de cuidados medios que permitan dar respuesta al problema al que se enfrentan muchas familias tras el alta del paciente en las unidades de agudos. «No hay una óptima continuidad en los cuidados. Son enfermos muy complejos que, después de un ingreso, deberían pasar en muchas ocasiones por un proceso para ir recuperando poco a poco autonomía. En lugar de eso, vuelven a casa, donde no van a recibir cuidados profesionales, y la familia termina desbordada. El resultado es que el paciente termina de nuevo en la puerta de Urgencias», reflexionan los geriatras de La Arrixaca.
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Para evitar estas situaciones, habría que crear «estructuras de cuidados, seguimiento y rehabilitación» como las que ya existen en otras comunidades autónomas.
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