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Alba y David se besan tras casarse a orillas del Mar Menor, en La Manga, con la urbanización El Pedruchillo al fondo. José Espinosa
El filón turístico del 'sí, quiero'

El filón turístico del 'sí, quiero'

La Manga renace al sol de poniente ·

El Mar Menor se lanza a competir con el Caribe como destino del turismo de bodas de playa en el mercado internacional. Declarado de Interés Local, San Javier iniciará la promoción de este producto emergente en 2019, en Fitur y otras ferias

Domingo, 26 de agosto 2018, 10:56

Los atardeceres del Mar Menor se han convertido en el principal reclamo para conquistar el sector del turismo de bodas en el mercado internacional. Casarse al sol de poniente, a pie de playa y con la brisa marina como climatización, se ha convertido en una opción cada vez más solicitada por las parejas, y también en la tabla de salvación de negocios de hostelería, servicios y hospedaje, que ven en esta demanda creciente una solución definitiva a la desestacionalización del turismo en La Manga del Mar Menor, el principal destino turístico de sol y playa de la Región.

Hace ya una década que las bodas en la playa, sobre la arena, hicieron acto de presencia en la costa regional. Lo cuenta Ana Montoya, coordinadora de eventos del Parador del Mar Menor. Sin embargo, en los últimos años la demanda de estas celebraciones ha crecido exponencialmente. «En los últimos dos o tres años se ha incrementado mucho más», aclara Ana. Lo confirma Miky Madrid, director de Área Sunset, uno de los locales de moda para estos eventos, y que cuando acabe el año habrá acogido la celebración de 59 bodas en su restaurante, cuando hace 8 años, «al inicio, apenas llegaban a la decena».

Algunas cifras

  • 3,5 millones de euros es el impacto económico que el turismo de bodas tuvo en La Manga en 2015, antes del incremento de los últimos dos años.

  • 40% es el porcentaje de este impacto económico en el empleo, según el informe económico realizado por el Ayuntamiento de San Javier.

Estas ceremonias al natural, de sol, arena y sal, viven su temporada alta en los meses de junio y septiembre, cuando hacen hasta doblete, «por la mañana y por la tarde»; unos meses de bonanza a los que siguen octubre y mayo, presume Miky, que copan el 90% de las fechas reservadas para los enlaces. Y han hecho redondo el negocio de la hostelería entre marzo y noviembre, confirma. Consciente de que este producto turístico emergente supone una oportunidad de negocio trascendental para La Manga, el concejal de Turismo de San Javier, Antonio Martínez, atendió las demandas que los empresarios hosteleros pusieron sobre la mesa de turismo y comercio local hace años e inició los trámites para «dotar de un marco regulador la actividad». Un proceso que «ha exigido mucho esfuerzo y mucho tiempo para tener los permisos de la Administración», recuerda satisfecho el edil, que ha culminado tres años después con la declaración del turismo de bodas como actividad de Interés Turístico Local, en abril pasado. «Los meses de julio y agosto han dejado de ser los de mayor facturación. Esto nos obligaba antes a ajustarnos mucho para vivir el resto del año de lo que ingresábamos en los meses centrales del verano. Ya no tenemos esa necesidad», respira aliviado el responsable de Área Sunset, que asegura, como el resto de los empresarios del sector, que el turismo de bodas en la playa les ha permitido ampliar sus plantillas y dar estabilidad laboral a sus empleados, que han pasado, en los meses de temporada baja, de ser media docena -entre camareros y cocineros- a rozar el medio centenar, y de firmar contratos de entre 2 y 3 meses a contar con un trabajo estable todo el año.

Sabedores de las posibilidades que les ofrece el turismo de bodas en la playa, los empresarios marmenorenses presumen de sus ventajas competitivas: «El atardecer desde La Manga hacia el Mar Menor es uno de los grandes reclamos y en España solo lo tienen Ibiza y Formentera», apunta Quique Rocamora, gerente de Con Pico Fino Eventos, otra de las empresas más solicitadas en Murcia, que organiza bodas en Macondo, «en un entorno idílico, salvaje, en una playa privada -la cala del Turco-, con la puesta de sol de fondo. Además, todo se celebra a tres alturas: a pie de playa, la ceremonia; a media altura, la cena; y, en la terraza, con unas vistas fantásticas, las copas».

Ceremonia sobre la arena de una de las bodas celebradas en Área Sunset de La Manga. José Espinosa

A la conquista de Europa

Para regularizar las bodas, que hasta abril de 2018 asumían el riesgo de sanción por ocupación ilegal de la playa por parte de Demarcación de Costas, «encargamos un estudio económico sobre el impacto de este producto turístico en La Manga del Mar Menor en 2015, que resultó ser de 3,5 millones de euros, de los que un 40% correspondían a la creación de empleo», resume el concejal de San Javier Antonio Martínez. Y añade que «produce riqueza no solo en los locales hosteleros que lo organizan, sino en el sector servicios: alojamientos, peluquerías, fotógrafos, lavanderías, taxistas, floristas, alquiler de barcos con patrón...».

También, aseguran desde Con Pico Fino Eventos, La Manga del Mar Menor se encuentra en una situación estratégica. «El hecho de no tener que cruzar el charco es una ventaja con respecto al Caribe, ya que este sector genera mucho dinero en el mercado europeo, que tradicionalmente se iba a destinos caribeños», cuenta con conocimiento de causa. No en vano, en los últimos años, su presencia en ferias internacionales de Londres y Rusia le ha permitido confirmar que «estamos compitiendo con el Caribe». Y añade, «aquí es un sector que se está abriendo. Mientras que allí estaba todo legalizado, aquí solo se ponían problemas y se estaba dejando perder un turismo buenísimo que produce mucho dinero».

Si en algo coinciden todos los empresarios que se reparten la tarta de este sector en pleno auge es en el potencial. «La declaración de Interés Turístico Local promovida por el Ayuntamiento de San Javier ha permitido legalizar la celebración de bodas en las playas y, gracias a ello, hemos podido cerrar acuerdos que teníamos congelados con turoperadores de bodas ingleses, alemanes, belgas, suizos y suecos», explica satisfecho Madrid. Las bodas a la orilla del mar han dejado de ser un simple 'paripé' para convertirse en ceremonias oficiales y oficiadas por concejales del Ayuntamiento de San Javier. Bodas civiles con el mismo coste que las celebradas en las dependencias municipales (200 euros) pero en un entorno idílico. Y espera que para la próxima temporada (2019-2020) los acuerdos comerciales sellados den sus frutos «sobre todo en los meses de otoño e invierno». No obstante, asegura, que este año acabará la temporada en noviembre -tiene cerrados los tres primeros sábados-, aunque Área Sunset ya tiene ocupadas muchas de las fechas de la próxima primavera. De la misma opinión es Antonio Martínez, quien asegura que «el objetivo es promocionarlo en ferias nacionales, como la próxima cita de Fitur, e internacionales, contando con el apoyo de los empresarios de este segmento. Es un producto que va a destacar como nuevo», augura convencido de que se apreciará un salto cualitativo a partir del año que viene, cuando se potencie su comercialización. Un aspecto para el que cuentan con el compromiso de apoyo del director general del Instituto de Turismo de la Región, Manuel Fernández-Delgado. Aunque reconoce que, de momento, el organismo que dirige no ha elaborado un plan concreto para promocionarlo, sí tiene previsto reunirse con los responsables del área de otros municipios para animarles a dar el paso que ya se ha dado en San Javier. «Si lo trabajamos bien será el complemento perfecto a la oferta de sol y playa y podremos desestacionalizar el turismo de La Manga», afirma confiado Antonio Martínez.

Vistas del Mar Menor, desde las instalaciones de Macondo. CPFE

Menos precio y más facilidades

Otro punto a favor del Mar Menor con respecto al Caribe son los precios. «Somos más baratos. El vuelo 'charter' con todo incluido (alojamiento de fin de semana, celebración, 'wedding planner'...) les sale más económico y, además, es una opción menos compleja, porque son menos horas de vuelo y el coste del avión es mucho menor. Este producto es una vía turística y económica muy grande que hemos estado desaprovechando mucho tiempo», opina Rocamora, sobre un porcentaje de clientela, la extranjera, que ahora oscila entre el 10% y el 30%, según la empresa, pero que esperan que se incremente en las próximas temporadas, ayudando a desestacionalizar el turismo del Mar Menor. «Porque lo bueno -opina José Antonio Trujillo, gerente de Collados Beach- es que a los extranjeros les da igual casarse un lunes o un martes. De hecho, hace 10 minutos acabo de firmar el contrato de una boda para el 1 de julio próximo». Y adelanta que ya tiene completos los meses de junio y julio del año que viene y está cerrando septiembre, abril y mayo.

En lo mismo confía Marina Cano, de los apartamentos Valmanga. «Con una media de 2 o 3 días de estancia por persona, y una reserva media de 10 apartamentos por boda», reconoce que ayuda a mantener los ingresos del negocio, de capa caída fuera de la temporada alta, pero, demanda, «es necesario que se abran el resto de establecimientos, porque es la pescadilla que se muerde la cola. Si no hay locales abiertos, la gente no tiene nada que hacer y no se queda o no viene; y si no vienen, no abren los negocios».

Entre el 10% y el 30% de los clientes que organizan bodas en la playa son extranjeros

Aunque en los últimos años se han prodigado algunos famosos entre los contrayentes, cuenta Trujillo, tanto en Collados Beach como en el resto de establecimientos organizadores de bodas en la playa, la mayoría de las parejas son españolas. «Un 50% son de Madrid, gente con vinculación con La Manga porque ha pasado vacaciones de niño en la zona y que puede organizar una boda exclusiva a muchísimo menor precio que en la capital», apuntan los hosteleros. De las parejas murcianas, una parte importante son emigrantes que viven ahora en el extranjero y traen a sus parejas hasta La Manga para celebrar su boda, coinciden los responsables de los restaurantes, que se empeñan en conquistar el mercado extranjero y sacar ventaja a otros municipios del litoral murciano como Águilas, Mazarrón y Cartagena, donde todavía la oferta no ha empezado a despuntar.

Águilas empieza a despegar

Aunque la Ordenanza de Uso y Disfrute de Playas (febrero, 2016) hace posible celebrar una boda en las inmejorables playas aguileñas, el concejal de Turismo, Ginés Desiderio Navarro, asegura que hasta ahora la demanda ha sido escasa. «Este último año un poco más», apunta, y cifra en media docena las bodas y los permisos de ocupación de playa tramitados. «La mayoría en la Casica Verde, una playa en el límite Sur del casco urbano, con mucho aparcamiento y buenas vistas hacia Cuatro Calas y Cabo de Gata». De hecho, la última fue ayer, a la una, en Calarreona, detalla. También el Castillo de San Juan es otro entorno solicitado para hacer bodas -otra media docena este año-, «sobre todo de gente de Águilas con alguien de fuera, ya que, para celebrar aquí la boda civil, uno de los novios debe estar empadronado en Águilas». Aunque es una actividad «muy nueva, de la que todavía no se hace promoción, estamos empezando a verla como una posibilidad para ayudar a desestacionalizar el turismo. El gran problema es que no hay salones de celebración suficientemente grandes», lamenta el concejal. De momento, en el municipio aguileño, las ofrece solo el hotel Puerto Juan Montiel.

Juan y María llegan a la cala del Turco en una Volkswagen clásica blanca. Leafhopper Wedding

La boda de Juan y María

Travesía en catamarán y una comida en la playa

A Juan (49 años) y a María (41 años), ambos de la Región, les encantan el agua y la playa, y además querían convertir su boda en un maravilloso fin de semana donde compartir vivencias con «los amigos de toda la vida, los del trabajo... Algunos de ellos viven en el extranjero y llevaban mucho tiempo sin verse», explica Juan, que recuerda que la idea de esta boda -«con una ceremonia pagana, al atardecer, para compartir historias, música en directo y experiencias, para dejar aflorar los sentimientos, ya que te sientes con menos tensión que en la iglesia»- surgió a raíz de una despedida de soltero.

La celebración comenzó el viernes con una travesía nocturna en el catamarán 'Olé Olé' desde Cartagena. Tras la ceremonia religiosa (el sábado por la mañana), llegó el trueno gordo. Una celebración relajada y lejos de convencionalismos en la playa con comida para compartir de diferentes países, coctelería y música en directo que organizó Con Pico Fino Eventos en Macondo. «Fue el 23 de junio y, como buena noche de San Juan, hicimos una hoguera para quemar los demonios acumulados», recuerda feliz Juan de «una boda muy especial». Y cuenta que, mediante una página web, su casamiento se convirtió en «una boda coral, porque los amigos y familiares iban haciendo sugerencias por internet». El fin de semana de ensueño acabó con una comida de despedida en el chiringuito Palmito. «Mejor que en el Caribe y, probablemente, bastante más económico», presumen satisfechos Juan y María.

Una lancha motora traslada a la novia hasta la playa del Pedruchillo, donde celebra su boda en la playa. José Espinosa

Antonio Martínez, edil de Turismo de San Javier

«Lo difícil está hecho»

Con la declaración de Interés Turístico Local, las bodas en la playa han pasado de ser un simple 'paripé' a una ceremonia oficial con concejales como maestros de ceremonias en San Javier. Ahora, comentan los hosteleros, muchos novios aspiran a poder llegar a la playa en barco, un complemento que redondea este prometedor pastel y también beneficia a un sector en recuperación como el náutico. «De momento, Costas no autoriza la instalación de pantalanes desmontables, lo que dificulta incluir esta posibilidad en la oferta», comentan los hosteleros. El edil de Turismo de San Javier, Antonio Martínez, reconoce la lentitud con que están realizando los trámites: «Nos falta que Costas informe los expedientes de autorización, pero lo más difícil está hecho». También está convencido de que los pantalanes llegarán para poner la guinda a esta tarta nupcial.

Atardeceres y precios competitivos hacen del Mar Menor una opción ideal para casarse

José Espinosa, fotógrafo de bodas

«La gestión debe ser más ágil»

Murcianos de entre 25 y 35 años, que viven en el extranjero y traen a sus parejas para casarse en La Manga, huyen de lo protocolario y buscan divertirse en un ambiente muy íntimo. Así describe José Espinosa, fotógrafo de bodas, el perfil de quienes se casan en las playas de La Manga. Él ya tiene contratados el 40% de los enlaces que inmortalizará con su cámara el año que viene; el 20% del total, en los últimos tres años, es de parejas que se casan en la playa, cifra. Y cuenta, como curiosidad, que la última boda que hará este año en la playa está prevista el 8 de diciembre en La Azohía. No obstante, considera que el crecimiento del sector solo puede llegar por el mercado extranjero. «Les da igual el día de la semana que les cases», explica.

También solicita a las administraciones que gestionen estos asuntos «con más agilidad», porque «no se dan cuenta del volumen de negocio». Además, considera que «Costas debería tener más permisividad con este sector turístico, facilitando el acontecimiento, ya que la ausencia de pantalanes es un problema para muchos de los establecimientos».

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