Ya habían oído hablar de los fangos negros de la laguna, pero al verlos en las playas de Los Urrutias no pudieron evitar la sorpresa. «Es muy triste. Me alegro de haber venido. Es dramático el nivel de contaminación», comentó la presidenta de la comitiva europea, Tatjana Zdanoka, tras comprobar el limo descompuesto que cubre las orillas. Los eurodiputados se hicieron fotos junto al cieno. Si era el momento que el consejero Antonio Luengo quería evitar, tal como se quejaron los representantes de los grupos de defensa del Mar Menor que siguieron al autobús de la delegación europea, no lo logró en absoluto. Los representantes del Parlamento Europeo se llevaron en sus móviles varias pruebas del fango, y una muestra real para analizar.
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Tanto la Asociación de Naturalistas del Sureste como el Pacto por el Mar Menor se quejaron del supuesto intento de 'despiste' por parte del consejero, que guiaba a la comitiva europea desde un coche que circulaba delante del autobús, con la presunta intención de evitar los escenarios más conflictivos de la crisis ambiental.
La intervención del representante de Anse, Pedro García, los dirigió primero hacia las salinas de Marchamalo para «mostrarles el grado de abandono de una explotación para la que hemos solicitado, sin respuesta, la autorización para recuperarla». El portavoz ecologista los encaminó también hacia la orilla de Los Urrutias, donde tuvo que cavar un hoyo para encontrar el lodo, ya que «se han ocupado en los últimos días de extraer fango y echar capas de arena para taparlo», denunció. Los eurodiputados sacaron sus móviles para retratar la sustancia pastosa y negruzca como síntoma más ostensible de la enfermedad de la laguna.
El consejero Antonio Luengo negó la operación 'tapado de fangos' y aseguró que «estas labores de mantenimiento de playas se hacen durante todo el año».
Con la atención dividida con la guerra en Ucrania, la comitiva comprobó cómo, en un año de sequía, la rambla del Albujón mantiene un caudal continuo con categoría de río.
Sobre las causas, los enviados de la UE pudieron escuchar argumentos para todos los gustos. Para el eurodiputado de Vox, Jorge Buxadé, la rambla tiene agua por culpa de las depuradoras que vuelcan sus excedentes con fosfatos. Para el consejero Antonio Luengo, se debe al «alto nivel de agua del acuífero, que ya antes de la DANA de 2019 se producía porque el Gobierno de España prohibía a los agricultores extraer agua, por eso es fundamental bajar el nivel, como definen las actuaciones 5 y 6 del Plan de 'Vertido Cero'». Aseguró que ya han inspeccionado 11.000 hectáreas del Campo de Cartagena, que suponen el 11% de la superficie agraria útil, y la Comunidad ha abierto 215 expedientes por posibles incumplimientos.
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Han pasado más de 20 años desde que Anse presentó la primera queja ante la UE y casi seis del viaje a Bruselas, junto con miembros del Pacto por el Mar Menor, Ecologistas en Acción y los pescadores. Los eurodiputados vienen a algo más que admirar el sol murciano de febrero, ya que con el informe de la comitiva, podrán proponer medidas y también sanciones. «Si la administración competente en agricultura y medio ambiente, como es la Comunidad Autónoma no ejerce sus competencias, la UE tendrá que vigilar y pedir explicaciones», advirtió el eurodiputado socialista Marcos Ros. La representante de Unidas Podemos en la Eurocámara, Sira Rego, destacó que «el nivel de nitratos triplica lo que marca la legislación europea» y aseguró que «nos llevamos muestra de lodos para analizar». Soraya Rodríguez, del Grupo Ciudadanos en la Cámara Europea, recordó que «no vale con poner una figura de protección». «Es una catástrofe silenciosa de un ecosistema único en Europa, y las figuras de protección no han podido evitar la devastación ambiental, así que hay que actuar con más firmeza».
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Con el torrente de datos y opiniones -algunas opuestas- recibidos, la presidenta Zdanoka se ocupó de preguntar de forma individual a diversos representantes involucrados en la defensa del ecosistema sobre «las soluciones viables para el Mar Menor». Se interesó por los problemas de los vecinos de Bahía Bella, que sufren la primera ola de las inundaciones junto a la rambla. Y, en Lo Pagán, se compró un imán para la nevera con el mapa de la laguna dañada.
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