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Pasadizos en pleno centro histórico, pasos subterráneos, calles solitarias o mal iluminadas... Son los denominados 'espacios del miedo' de las ciudades, zonas que aumentan la sensación de inseguridad al pasar por ellas, especialmente cuando los viandantes forman parte de algún colectivo vulnerable, como las mujeres. 'La Verdad', en colaboración con los lectores, ha recopilado y situado en un mapa más de un centenar de estos lugares en las ciudades de Murcia, Cartagena y Lorca. Del total de aportaciones, la mayoría de 'espacios del miedo' fueron identificados por mujeres, lo que pone de manifiesto que son ellas las que a diario se enfrentan a situaciones de inseguridad en áreas diseñadas obviando una perspectiva de género global e inclusiva dentro de la ciudad.
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La sensación de peligro en emplazamientos públicos no es solo una cuestión de percepción. El crimen de Laura Luelmo, la joven víctima de un asesinato con motivaciones sexuales en El Campillo (Huelva), ha vuelto a poner de manifiesto datos de la compañía energética EDP en colaboración con la revista 'Runners World Magazine España', que hablan de que nueve de cada diez mujeres se ha sentido en peligro alguna vez mientras practicaba deporte. La existencia de estos 'espacios del miedo' en las ciudades ahonda sobre el problema y lo trasladan, más allá de actividades deportivas, también al ámbito cotidiano de este colectivo vulnerable; prueba de ello es que tanto en Murcia, como en Cartagena y también en Lorca, muchos de los espacios que se han identificado como peligrosos no son exclusivamente los destinados a la práctica de deporte, sino que discurren por el centro de las ciudades o por grandes avenidas, incluso algunas que han sido rediseñadas recientemente. Aparcamientos aislados y que a determinadas horas del día acaban siendo solitarios, como el del Malecón o el de la Avenida Ciudad de Almería, situado bajo el paso de la autovía; o pasadizos angostos y oscuros como las calles Cubos, Sémola y Mora son algunos de los identificados como peligrosos por las lectoras en Murcia. También otros que en un principio no pudieran parecer 'espacios del miedo', como la calle Mar Menor o la pasarela Manterola, sí entran en la lista a determinadas horas del día.
En Cartagena y Lorca la situación es parecida: aparcamientos como el de la UPCT, espacios verdes como el Parque Torres de Cartagena e incluso grandes alamedas como la del Doctor Jiménz Díaz en Lorca son algunos de los puntos identificados.
De esta problemática, que tiene uno de sus orígenes en una ausencia de perspectiva de género en la planificación urbanística, nacen movimientos que plantean soluciones desde el urbanismo inclusivo como eje de actuación. De ahí surge, hace una década, el 'Col·lectitu Punt 6', una cooperativa de arquitectas, sociólogas y urbanistas que buscan con talleres, proyectos, y también desde la docencia, lograr una ciudad inclusiva que tenga en cuenta la perspectiva de género. Urbanismo feminista, en el fondo y en la forma. Adriana Ciocoletto, arquitecta e integrante de este colectivo, explicaba en una entrevista a 'Pisos.com' cómo el diseño de las ciudades ha obviado una visión inclusiva con colectivos vulnerables y han hecho que la inseguridad sea una de las mayores expresiones de esta problemática. Evitar muros ciegos, elementos urbanos y vegetación que resta visibilidad y fomentar la presencia de gente diversa a todas las horas del día son algunas de las soluciones que deben plantear, según esta experta, las ciudades, porque «sin la perspectiva de género, las mujeres siguen quedando fuera de las decisiones urbanas». En este sentido, José Antonio Gras, urbanista y arquitecto en Foster+Partners, el estudio de Norman Foster, explica a 'La Verdad', cómo una de las formas de erradicar los 'espacios del miedo' pasa por dotar de usos al espacio público en la medida de lo posible y evitar que en el diseño de las ciudades acaben quedando espacios residuales entre infraestructuras (ferrocarriles o autovías, como ocurre en Murcia). Para este urbanista, dotar de un uso específico a enclaves urbanos no significa necesariamente llenarlo de terrazas, bares y cafés; «Se trata más bién de que el entorno construido fomente la socialización, la interacción social y el intercambio», explica. «El Infante en Murcia, por la noche, puede llegar a ser tan inhóspito o dar la misma sensación de inseguridad que el Malecón, por tratarse de urbanizaciones cerradas que enmarcan la calle y, por lo tanto, no invitan a pasear, a 'estar', sino más bien a ser el medio que te lleva de un punto a otro».
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Sirven ejemplo de posibles actuaciones las que se han hecho en ciudades como en Londres, donde un túnel que discurre por debajo de las vías se ha habilitado como zona de grafiti legales casi a nivel institucional, de forma que se consigue que, como defiende esta corriente urbanística en busca de una mayor sensación de seguridad, siempre haya gente diversa en la zona a cualquier hora del día. José Antonio Gras pone énfasis también en la iluminación y en la elección de elementos urbanos, pero explica: «De poco sirve un espacio monótono y vacío bien iluminado».
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En España ya hay algunos casos de ciudades que han aplicado una visión inclusiva en su urbanismo. No en vano la Ley de Igualdad de 2007 conmina a que los poderes públicos aplicen sus políticas la inclusividad e igualdad como criterio general de todas sus actuaciones. Valladolid o Gijón ya han incluido la eliminación de estos 'espacios del miedo' en su Plan General de Ordenación Urbanística; en Gerona, por otra parte, una experiencia ha hecho de las esquinas del centro histórico un espacio de encuentro con zonas verdes, sombras y bancos. Esto asegura, en términos de seguridad, la presencia en estos lugares tan característicos de los 'ojos anónimos' -viandantes que espantan situaciones potencialmente peligrosas- a los que aludía Jane Jacobs, teórica del urbanismo y «la más influyente en la vertiente más social de los estudios urbanos», tal y como la identifica el urbanista consultado por este periódico.
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Mientras los expertos buscan solución en la planificación de las ciudades a medio y largo plazo, las propias víctimas del peligro han encontrado en la organización la mejor forma de liberarse de la angustia. Se popularizan aplicaciones móviles con 'botón del pánico' y los clubes deportivos femeninos se organizan para salir en grupo y plantar así cara al miedo. Entre tanto, esperan que en las calles se escuche y se traduzca el grito que ya han hecho suyo en las redes sociales: «De camino a casa quiero ser libre, no valiente».
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