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Francisco Peñalver, en una inmobiliaria de Roma antes de encontrar piso.
Encontrar piso, la asignatura más difícil para los universitarios

Encontrar piso, la asignatura más difícil para los universitarios

Poca oferta, mucho precio. Conseguir un alojamiento en las grandes ciudades se ha convertido en una odisea para centenares de estudiantes murcianos que salen de la Región, que pelean por un cuarto interior a 400 euros

Lunes, 3 de octubre 2022, 00:29

Conseguir una beca para estudiar un curso en la Sapienza Universidad de Roma o en la Autónoma de Madrid es hoy, después de años de fomento y esfuerzos por la movilidad universitaria, una opción accesible y asequible para los estudiantes murcianos. Cuando el mundo se les ha abierto a través de programas como Erasmus, Sicue, Isep..., el mercado inmobiliario ha puesto un muro de contención en su camino. Encontrar un alojamiento en las grandes ciudades se ha convertido en una auténtica odisea para miles de estudiantes murcianos, que se dan de bruces con un parque de viviendas de alquiler menguado, con precios imposibles y condiciones draconianas en Madrid, Barcelona, Roma... El encarecimiento de las mensualidades, las escasas plazas en residencias, la disminución de la oferta por la reconversión de miles de pisos en alquileres vacacionales y la reactivación de la movilidad tras la pandemia están detrás del endurecimiento de las condiciones para encontrar alojamiento.

«Complicadísimo, más que conseguir la plaza en la universidad», bromea Alberto Marco, estudiante de Biología en la Universidad de Murcia (UMU), que pasará el curso en la Autónoma de Madrid con el programa Sicue, de movilidad nacional. En un mercado de demanda de pisos que define como «violento y fugaz, la competencia es tremenda», Marco encontró «una ganga» casi de casualidad, después de medio año buscando alojamiento en Madrid. «Una amiga de una amiga publicó en Instagram que tenía disponible una habitación cerca de Príncipe Pío por 335 euros al mes, un chollo. Duró los 30 segundos que duran las 'stories' de Instagram», dice satisfecho, a pesar de que el piso tiene un único baño para los cuatro inquilinos.

Alberto Marco comparte piso en Madrid.

Su búsqueda previa fue una decepción tras decepción: «Casas de doce habitaciones con dos baños a 400 euros por persona, habitaciones sin ventana que más bien parecían pasillos, un horror». Empezó a buscar piso en febrero, cuando supo que tenía la beca concedida, y no dejó de trabajar un fin de semana como camarero para ahorrar para las mensualidades. «Y aún así, una odisea», resume.

Las residencias privadas no son una opción para estudiantes que, como Guillermo Carrillo, no pueden permitirse más de 800 euros al mes fijos. Estudia un máster en Bioinformática en la Autónoma de Barcelona, y aunque comenzó a buscar en mayo, no ha encontrado casa hasta esta semana. «Después de meses buscando por internet todos los días, me convencí de que tenía que ir; me han ofrecido disparates; pisos interiores y sin ventilación por 800 euros, cuartos insalubres... de todo», cuenta satisfecho con su apartamento compartido por 400 euros. Los apuros de Marco y Carrillo para encontrar piso no son una excepción. Según los datos del portal Idealista, en las grandes ciudades hay un 34% menos de ofertas de pisos de alquiler, y las habitaciones compartidas han bajado un 45%.

«Estuve a punto de renunciar a la beca Erasmus porque no encontraba nada»

El Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España también alerta de «las dificultades de un mercado inmobiliario cuyas condiciones expulsan a las personas jóvenes de forma constante». Según ese informe, el coste medio de un alquiler en Madrid es de 848 euros, mientras que los jóvenes solo pueden asumir una cuota de 320 euros sin caer en el sobreendeudamiento».

Italia, destino complicado

Los precios disparados no son impedimento para que, lo poco que sale al mercado, vuele. «La competencia es feroz. Hay listas de espera para ver el piso, te dicen que sí por la mañana y por la tarde te lo cancelan, no te cogen el teléfono si eres estudiante... es una experiencia horrible», cuenta Francisco Peñalver, de Molina de Segura y alumno de Ingeniería Mecánica, que ha pasado dos semanas de infierno buscando piso en Roma.

Guillermo Carrillo, en la habitación que ha alquilado en Barcelona.

Italia es, según el Servicio Español para la Internacionalización de la Educación, un órgano dependiente del Gobierno, un destino complicado: en 2021 una de cada cinco solicitudes de la beca Erasmus fue para residir allí. Francisco compartirá piso con Laura Mei López, alumna de la UMU. Después de semanas de búsqueda desesperada, durante las que llegó a plantearse renunciar a su cuatrimestre en Roma y regresar a España, ha encontrado un apartamento de dos habitaciones por mil euros. «Estuve a punto de renunciar a la beca Erasmus porque no encontraba nada», recuerda. Las complicaciones para contratar alojamiento en Europa, admiten desde el Área de Relaciones Internacionales de la UMU, son cada año más frecuentes, pero con el arranque de este curso postpandemia se han recrudecido.

Las universidades, se quejan los estudiantes, tienen servicios de ayuda, pero se limitan a ofrecer listados de inmobiliarias y particulares que alquilan, consejos... «La universidad te lo da todo, menos el piso», bromea Alberto Marco, feliz con su cuarto en Madrid, «todo un logro en un mercado de locos».

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