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Los cinco miembros de la familia cartagenera Martínez Contreras, en cuya casa de Los Dolores no falta de nada pero ahora mira con lupa sus gastos. PABLO SÁNCHEZ / AGM
«Elegimos siempre lo más barato de cada súper y no nos damos caprichos»
Afectados por la inflación

«Elegimos siempre lo más barato de cada súper y no nos damos caprichos»

La familia Martínez Contreras no ha prohibido aún productos en su despensa, pero mira con lupa los gastos para cubrir las necesidades básicas

YOLANDA SALMERÓN

Viernes, 8 de julio 2022, 02:17

La familia Martínez Contreras se sienta en torno a la mesa para cenar sobre las 21 horas. Diego Martínez (42 años) y María Contreras (39) disfrutan de unos horarios más relajados en verano, pero la costumbre de reunirse cada noche con sus hijos Juan Diego (10), Eloy (9) y Abel (5) es inamovible.

Ahora bien, la odisea que los padres tienen que pasar hasta llegar al fin del día para compartir tiempo de calidad con sus pequeños solo la conocen ellos. «El esfuerzo económico para llenar la cesta de la compra es muy grande porque los productos más básicos, como huevos o leche, han subido una barbaridad. Los quesos, por ejemplo, han subido de media unos 30 céntimos, la mayonesa, 90, y los bizcochos, 1,50 euros. Al igual que los productos frescos. Conozco los precios de todas las tiendas y voy seleccionando lo más económico», reconoce María Contreras.

Aun así, con el sueldo materno de orientadora laboral interina en una oficina de empleo, y el paterno, de informático fijo, hasta ahora no hay ningún producto prohibido para su despensa. «Intentamos que la dieta de los niños sea lo más variada y equilibrada posible. Optamos por pescado, carne, verdura y fruta siempre. No tiramos nada, y tampoco somos una familia de caprichos», indica la madre de familia.

«Los niños van a una escuela de verano, pero no se quedan en el comedor, porque no nos salen las cuentas»

Al esfuerzo económico hay que sumar el físico y mental de sacar una casa y tres niños adelante, porque como sostiene María «la conciliación es una ilusión. Los modelos de familia han cambiado y ya no se puede tirar tanto de abuelos, como es nuestro caso. Unos, se acaban de jubilar, y los otros aún trabajan, así que nos tenemos que ocupar nosotros de los niños. Por otra parte, los recursos sociales de ayuda en estos casos son más bien escasos».

Por eso, las mañanas de las vacaciones escolares Juan Diego, Eloy y Abel asisten a una escuela de verano, pero comen en casa porque, de pagar el servicio de comedor, «no nos saldría a cuenta, y sería preferible que uno de los dos renunciara a su profesión y se quedara con los niños», adelanta la madre. Los dos mayores, además, se marcharán de campamento con sus respectivos grupos scout. Las tardes de verano, con los dos progenitores ya en el piso de 77 metros cuadrados, las pasan al fresco entre juegos, vídeos y películas en las tabletas, hasta que al caer el sol bajan al parque a jugar con amigos en el cartagenero barrio de Los Dolores. Otras tardes toca playa, y también habrá un viaje de cuatro días a Cazorla para aprovechar las dos semanas de vacaciones de los padres.

«La conciliación es muy compleja. Los modelos familiares han cambiado y no podemos delegar tanto en los abuelos»

De cara a septiembre, tendrán que reajustar el presupuesto con la vuelta al cole. Por el momento, la familia ya ha percibido el incremento de la cuota de material y el AMPA del colegio público al que asisten.

Los hermanos Martínez Contreras, de los cuales los dos pequeños comparten habitación, no heredan la ropa porque, debido a la poca diferencia de edad que los separa y lo rápido que crecen, sus padres seleccionan para ellos ropa barata. «Y eso se nota en la calidad. Es indumentaria de batalla, y con las lavadas y lo trastos que son poco puede pasar de unos a otros», señala la madre.

En cuanto a los padres, María Contreras insiste en que «no somos de caprichos». Para poder cubrir las necesidades básicas se ajustan el cinturón sin asfixiarse y sin que los niños perciban carencias de ningún tipo, pero sobre todo los mayores dejan de lado gastos superfluos. «Si salimos alguna noche a cenar, vamos todos. Elegimos sitios económicos y en los que los niños puedan disfrutar porque haya un parque de juegos o tengan la opción de estar con otros pequeños. No valoramos el festín gastronómico que nos podamos pegar, sino el tiempo que pasamos juntos. La experiencia en sí».

Es justo por esta vivencia y por los valores que una familia numerosa puede inculcar a un ser humano, fomentando su desarrollo, por lo que María Contreras se siente orgullosa de su pequeña gran familia, a pesar de los sacrificios. «En la práctica soy hija única porque me llevo 17 años con mi hermana, y me he criado sola. Mis hijos sí que van a tener la calidez de ese recuerdo de infancia, el sentimiento de pertenencia y un vínculo especial», concluye Contreras.

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