No busque entre los estudiantes que al sol de febrero repasan apuntes y sestean en el campus de La Merced información sobre las elecciones al ... Rectorado de la Universidad de Murcia. La firma del rector rubrica todos los documentos esenciales de la carrera de los estudiantes de la UMU, pero a pie de campus, la mención al cargo no tiene apenas connotaciones para los alumnos, que ajenos al proceso electoral, acompasan su vida al ritmo de sus exámenes, su vida social, sus deportes y sus redes sociales. «¿Elecciones a rector? ¿Y qué se vota?». Lo preguntan sin mucho entusiasmo Sonia Hernández, María Ondoño y Daniela Díaz, alumnas de Derecho, a quienes sorprende más todavía conocer el sistema electoral. El rector y el Claustro son elegidos por sufragio universal ponderado, lo que significa que, aunque todos, estudiantes, profesores, catedráticos y personal de administración tienen derecho a expresar su opinión y a que sea tenida en cuenta, las papeletas tienen diferente peso en el recuento según el grupo al que pertenezca el votante.
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25%. El sistema de sufragio universal ponderado por el que se elige al rector de la Universidad de Murcia asigna a los votos del grupo C, el de los estudiantes, el 25% de peso en el resultado.
31.280 estudiantes con derecho a voto integran el grupo C, el más numeroso de la UMU.
El de los estudiantes, el llamado Grupo C, es el más numeroso, con 31.280 alumnos con derecho a voto (casi un millar más que en los últimos comicios). Sus papeletas 'valen' el 25% del resultado, un porcentaje destacado que, en otros comicios más disputados, ha sido determinante. Un modelo que los alumnos asocian más a sus apuntes de Historia del Derecho que a la actualidad. «Suena antiguo la verdad, debería ser como en todas las elecciones, una persona, un voto», reivindicar Sergio Casanova, alumno de Derecho.
La participación de los alumnos en las elecciones al Rectorado suele ser testimonial. Ni siquiera en los comicios de 2018, cuando la concurrencia de cinco candidatos, más que nunca, removió y movilizó el debate en la Universidad, pendiente de la campaña, los alumnos acudieron a las urnas en masa. Apenas el 12,66% de los estudiantes votaron, un porcentaje en cualquier caso muy superior al de otros comicios. «Ni siquiera sabía que pudiéramos votar, la verdad, pero ya que lo sé, intentaré informarme», comenta Somaya Moukhli, más preocupada de renovar su beca para hacer frente al pago de las tasas que del gobierno de la institución. «Son caras; me arreglo con la beca y trabajando todos los veranos como camarera en Mazarrón».
Julia Alarcón, alumna de cuarto curso de Historia del Arte: «No sabía que los alumnos pudiéramos votar; me informaré porque pienso seguir en la UMU»
Somaya Moukhli, alumna de Estudios Ingleses: «Las tasas son muy caras para ser una universidad pública. Puedo estudiar porque me han dado una beca»
Sonia Hernández, alumna de Derecho: «El sistema de voto ponderado no lo veo bien, parece del siglo XV. Debería ser un voto por persona con el mismo peso»
Daniel Buendía, alumno de Historia «Los tres cursos que llevo en la UMU han sido en pandemia; la vida universitaria se ha resentido»
Leonarda Kopustaite, alumna de Historia del Arte: «El precio de las matrículas es muy alto; tengo beca y trabajo todos los fines de semana para pagar todos los gastos»
Gabriel José Carrión, alumno de Filología Hispánica: «Hay cierta desconexión entre la institución de la Universidad y los estudiantes».
Su preocupación por encontrar los medios para abonar unas matrículas que siguen considerando caras la comparten miles de estudiantes, como Leonarda Kopustaite, alumna de Historia del Arte, que pasa los fines de semana trabajando en la factoría de ElPozo en Alhama para pagar su piso de estudiantes en Murcia. Ni ella ni sus compañeros saben que están llamados a participar con su voto en las elecciones para el Rectorado que se celebran el 22 de febrero. Tampoco tienen empacho en admitir que desconocen el nombre del candidato y actual rector, José Luján. «No sé, ¿a vosotros os suena algún nombre?», busca ayuda Daniel entre sus compañeros Juan, Abdalali y Alejandro, que niegan con la cabeza mientras siguen con su charla de música, también a años luz de los recientes debates sobre Eurovisión. «Uff, ni idea, ¿eso ha sido ya?».
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La desafección estudiantil con la institución que gobierna la Universidad de Murcia es un clásico que Gabriel José Carrión Pérez, alumno de Filología Hispánica, se resiste a dar por imposible. «Es cierto que hay desconexión, pero podría evitarse planteando propuestas estudiantiles: acercándose a ellos», reclama el alumno, que fue miembros del Consejo de Estudiantes (CEUM) y tiene un nivel de implicación y conocimiento sobre el gobierno de la institución muy superior a la media de sus compañeros.
El desinterés de la mayoría de los estudiantes, quienes al fin y al cabo están de paso en la Universidad y, en algunos casos, solo conocerán a un rector, no resta poder a sus votos, que sean los que sean, pesarán un 25% en el resultado final de las elecciones. De hecho, son el segundo grupo, solo por detrás de los profesores doctores, con más valor ponderado en los comicios. En alguna ocasión su papel en los comicios ha sido decisivo por omisión, provocado que el candidato con menos voto directo resultase el elegido para dirigir la Universidad.
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No será en esta ocasión. Con un solo aspirante, José Luján, sin un mínimo de participación obligatorio para validar el resultado, y con las limitaciones de interacción social impuestas por la pandemia, las elecciones, que terminarán con la votación el próximo 22 de febrero, se viven de momento sin tensión en la Universidad de Murcia.
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