Cristina Meseguer (centro), flanqueada por su hermana Patricia y su prima Nathalie Piernet. En los extremos, los dos hijos de esta última (Thomas y Sacha), el pasado viernes, en la playa alicantina de Punta Prima. Eva Moya

Murcia y Francia, dos pueblos que se miran como hermanos

Las familias murcianas que emigraron a territorio francés en los años 60 y 70 crearon fuertes lazos de fraternidad con el país galo, que este domingo celebra la segunda vuelta de unas elecciones que marcarán el futuro de esta tierra de oportunidades

Domingo, 7 de julio 2024, 07:37

País vecino y amigo. Tierra de oportunidades y acogida para miles de murcianos a lo largo de la historia. El vínculo de la Región con Francia viene de lejos y está muy arraigado en el corazón de familias repartidas por todos los rincones de la ... geografía de dos pueblos que se tienden la mano como hermanos desde hace siglos. Las primeras referencias históricas de esta conexión se remontan a la riada de Santa Teresa de octubre de 1879, una de las mayores catástrofes naturales que asoló la Vega del Segura de un extremo a otro, desde Puerto Lumbreras hasta la pedanía murciana de Zeneta.

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La magnitud de la desgracia que se cobró la vida de más de mil personas traspasó los Pirineos y conmocionó al planeta, propiciando lo que el cronista oficial de Murcia Antonio Botías calificó en las páginas de este periódico como «el primer movimiento solidario mundial de la historia». En un artículo titulado 'Cuando Murcia se convirtió en capital de París', recordaba la ola de fraternidad impulsada por la prensa francesa para recaudar fondos que paliaran el desastre. Para ello, organizaron una fiesta multitudinaria en el hipódromo de la capital gala y lanzaron una revista benéfica que contó con firmas de las personalidades europeas más importantes de la época, como el Papa León XIII, el Rey de España Alfonso XII y los escritores Alejandro Dumas y Víctor Hugo. Los murcianos respondieron con otra publicación a la que llamaron 'Murcia-París' como muestra de agradecimiento.

Fue el germen de una inquebrantable relación de hermandad entre la Región y Francia que se vio reforzada años después con la acogida por parte del país de la Torre Eiffel de exiliados de la Guerra Civil Española, así como el posterior fenómeno migratorio de la década de los 60 y mitad de los 70 protagonizado por miles de familias murcianas que hicieron las maletas y salieron de sus pueblos en busca de un futuro más próspero, que encontraron trabajando en el estado vecino.

Alianzas en 15 municipios

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Fruto de ese importante intercambio cultural, surgieron lazos entre localidades murcianas y francesas potenciados mediante hermanamientos. Alianzas materializadas por 15 de los 45 municipios de la comunidad autónoma, lo que supone un tercio del territorio regional. En concreto, se trata de los enlaces institucionales de Abanilla con Villeurbanne; Albudeite y Saint Geniès de Fontedit; Beniel-Liffré; Calasparra-Riorges; Ceutí-Saint Berthevin; Fortuna-Cazaubon; Las Torres de Cotillas-Firminy; Librilla-Saint Jean de Védas; Lorca con Vias, Saint Fons, Mauguio y Adissan; Moratalla-Saint Jean de Serres; Murcia-Grasse; Ricote-Nébian; Santomera-Saint Brevin les Pins; Totana-Uchaud; y Puerto Lumbreras con Mably.

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«No hay otro lugar en el mundo con el que tengamos más hermanamientos», destaca al respecto el cónsul honorario de Francia en Murcia, Philippe Cazeaux. El diplomático -que lleva casi una década al frente de la institución- cifra en 1.550 los ciudadanos franceses residentes en la Región que están llamados a votar en la segunda vuelta de las elecciones legislativas que se celebran hoy.

Unos comicios que tienen en vilo a 5.000 franceses que viven en territorio murciano, al considerarse los más decisivos de la historia reciente de Francia debido al viraje en la tendencia política apreciado tras la victoria de la extrema derecha en la primera cita con las urnas del pasado domingo. «Se da la particularidad de que hay unos 3.000 ciudadanos binacionales», explica Cazeaux sobre el baile de cifras entre el Consulado y el Instituto Nacional de Estadística (INE), donde aparecen registradas 2.230 personas, según datos de 2022.

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  1. María Angelina Martínez

    Hija de la vendimia

María Angelina Martínez (tercera por la derecha), junto a compañeros del Liceo Francés. Guillermo Carrión / AGM

La historia familiar de María Angelina Martínez es un claro reflejo de los vínculos forjados a lo largo de la historia entre Francia y la Región. Hija de moratalleros, nació hace 49 años en Jonquières-Saint Vincent, un pequeño pueblo cercano a Nimes en el que se crió junto a sus hermanos, Ana y François, que han echado raíces en el país galo y, de momento, no tienen previsto volver. «Soy la típica hija de emigrantes murcianos que se fueron a Francia a trabajar en la vendimia y volvieron cuarenta años después», señala.

Sus progenitores, Francisco y Nieves, retornaron un año antes que ella, que en el año 2000 decidió cumplir su ilusión de volver a la tierra de sus padres después de terminar los estudios de Filología Hispanoamericana. Su caso no es aislado. «De mi clase de Primaria prácticamente todos los españoles acabamos volviendo», resalta María Angelina, que preside la Sociedad Francesa de Beneficiencia en Murcia, una asociación sin ánimo de lucro que presta ayuda a los compatriotas que pasan por dificultades.

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Tiene doble nacionalidad y el corazón dividido. Y aún conserva hábitos como comer a las 12 del mediodía. «Francia forma parte de mi ser», sostiene sobre su país de nacimiento, muy presente en su día a día por su trabajo como administrativa en el Liceo Francés de Murcia, ubicado en la urbanización molinense de Altorreal. Un colegio privado por el que han pasado 15.000 alumnos desde que abrió sus puertas en 1986 que es una pieza clave para mantener vivo el vínculo murciano-francés.

  1. Cristina Meseguer

    De París a Punta Prima

Cristina Meseguer también recuerda con la misma emoción su infancia en París y los veranos en Punta Prima. Sus padres, Antonio y Patrocinio -naturales de Murcia y Alcantarilla, respectivamente- se conocieron en Torrevieja por una amiga en común y, después de casarse en el Santuario de la Fuensanta, pusieron tierra de por medio para empezar una nueva vida en París. Él trabajaba como agente comercial del sector hortofrutícola y ella daba clases de castellano.

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«La primera vez que monté en avión tenía tres meses; en esa época no existía el 'low cost'», detalla sobre sus frecuentes visitas a la Región antes de instalarse a los 16 años en la ciudad de Murcia, donde reconoce que disfruta de mejor calidad de vida, aunque echa de menos la oferta cultural parisina. «Francia es un gran país; somos muy parecidos, aunque el carácter español es más abierto».

  1. Fany Ochoa

    Tercera generación

Fany Ochoa, en un partido que enfrentó a Francia y España disputado en el año 2010 en el estadio de Saint Denis.

La experiencia vital de Fany Ochoa también va de la mano del país vecino, el lugar del extranjero donde más murcianos viven: 10.397, según la última actualización del Censo Electoral de Residentes Ausentes. Sus abuelos, Fernando y Ruse, se conocieron en Sabadell y de allí se fueron a Francia, donde nacieron su madre, Rose Marie, y sus dos tíos. «Mi abuelo montó una empresa de albañilería y mi abuela trabajaba cosiendo; se querían mucho y fueron muy felices», explica esta profesora de español de 37 años que llegó a Santomera, el pueblo de su abuelo, siendo una cría. «La única frase que sabía decir era 'agua, por favor'».

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Su espíritu intrépido la hizo regresar a París como estudiante de Erasmus. «Fue una experiencia inolvidable». Tanto le gustó que, después de pasar una temporada en Toulose y recorrer América del Sur, se afincó en la capital gala, como hicieron sus abuelos hace 70 años. Actualmente, vive en Sète -una ciudad marítima próxima a Montpellier- con sus compañeros de aventuras (su marido, Tato, y su perro, 'Panchito').

Aunque no se conocen, María Angelina, Cristina y Fany tienen mucho en común. Tres mujeres de distintas generaciones que se consideran francesas y murcianas por igual. Eso sí, todas coinciden en que cuando juega la Selección y no les queda más remedio que elegir, van con España, aunque «con el corazón dividido». El próximo martes volverán a experimentar esa sensación en el partido de semifinales de la Eurocopa. «Que gane el mejor».

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