María tenía 67 años cuando decidió que ya era hora. Esta mujer -que prefiere esconder su identidad bajo un pseudónimo- aguardó durante años el momento ideal para romper un matrimonio que no la hacía feliz. «Mis hijos me tiraban mucho para atrás», reconoce. «No quería ... que pasasen por eso». Hace unos años, con sus vástagos ya criados, optó por dar el paso y se sumó a los miles de personas de más de 60 años que en los últimos tiempos han firmado un divorcio, centenares de ellos en la Región. «Para mí fue un alivio», remarca. «Ahora vivo mucho más tranquila».
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Este colectivo no representa la franja de edad predominante en las separaciones, pero los conocidos como 'divorcios plateados' han dejado atrás el estigma social y ya están a la orden del día. María Dolores López Muelas, vocal de la asociación española de abogados de familia (Aeafa), que lleva décadas ejerciendo desde su despacho en Cartagena, confirma el cambio de tendencia. «Se nota muchísimo de cuando yo empecé hace 25 ó 30 años», explica. «No había mucha gente que se divorciase a partir de esa edad y ahora sí la hay».
Los datos, efectivamente, constatan que cada vez son más las personas que optan por marcharse cada uno por su lado tras años y años de convivencia. Según los datos que maneja el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2020 -último año del que se dispone de cifras-, fueron cerca de 300 los matrimonios con un esposo mayor de 60 años que se disolvieron en la Región. En 91 de ellos el esposo tenía 70 años o más.
La cifra crece exponencialmente y en la Comunidad se ha doblado en la última década. En 2010 fueron 166 las parejas de mayores de 60 años que optaron por el divorcio y, diez años atrás, en 2000, apenas fueron 35. EL INE también recoge las rupturas de aquellos matrimonios con más de 20 años de duración -a partir de esa cifra no discrimina-. En 2020 fueron 842 en la Región, un 33,3% del total de rupturas.
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La tasa de divorcialidad -divorciados por cada mil habitantes- demuestra que es entre los 40 y los 50 años cuando se producen más rupturas. La ratio, en esa franja, es de 9,16 -entre los 40 y los 44 años- y de 8,04, entre los 45 y los 49- en la comunidad, según los datos que facilita el INE. A partir de los sesenta la tasa desciende notablemente. La ratio entre los 60 y 64 años (2,57) y a partir de los 75 años (2,73) duplica, sin embargo, la que se da entre los 25 y 29 años.
A la hora de encontrar explicación a este fenómeno los abogados de Familia tienen claro que éste se enmarca también en un cambio social. «La moralidad se ha relajado mucho», explica la letrada Daniela Rubio. «Antes las separaciones estaban mal vistas y más las de alguien de 60 años que ya tenía nietos y la vida hecha. Aunque al matrimonio le fuese mal, tenían sus escarceos pero no se separaban. Ahora sí».
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María Dolores López Muelas
Abogada
Marcos Bote, profesor del departamento de Sociología de la Universidad de Murcia (UMU), apunta además a otras causas más puramente demográficas, como el alargamiento de la esperanza de vida. «El horizonte que se vislumbra por una persona que ha cumplido 60 años es de 25 o 30 años -dependiendo de que sea hombre o mujer- y creciente». explica. El experto también pone sobre la mesa el retraso tanto de la edad en que se contrae matrimonio como de la edad en que se tiene el primer hijo. «Dos tercios de los niños que nacen lo hacen de madres que han pasado los 30 años y un tercio de madres de más de 35 años», señala. «Esto significa que la indepencia de los hijos va a llegar cuando los padres son más mayores. El nido vacío llega cada vez a edades más tardías».
Daniela Rubio
Abogada
Bote remarca que algunos estudios que han indagado en las causas para no divorciarse señalan que el principal motivo son los hijos. «Muchos matrimonios no dan el paso de la ruptura porque esperan a que los hijos alcancen cierta independencia. Una etapa que llegaba en torno a los 45/50 años y ahora se retrasa».
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Marcos Bote
Profesor de Sociología de la UMU
El profesor de Sociología de la UMU también señala algunos factores sociales que guardan relación con este repunte de los 'divorcios plateados'. «Cada vez hay más adultos que deciden que quieren vivir solos», incide. «La soledad cada vez está menos censurada socialmente». Bote hace hincapié, por último, en la importancia que se está dando desde la ciudadanía a tratar de romper las barreras de la edad. «Vemos que han aumentado muchísimo las operaciones de estética, sobre todo masculinas. Y son operaciones que se producen en una edad muy concreta», señala. «Estamos hablando sobre todo de hilos tensores, reducción de ojeras, injertos de pelo... Se ve claramente que las modificaciones estéticas ya no son tanto la operación de oreja o la rinoplastia. Se sustituyen por operaciones relacionadas con la edad. El físico preocupa incluso más que entre los más jóvenes».
Una vez tomada la decisión, advierten las letradas especializadas en Familia, el camino a andar no está exento de obstáculos, aunque estos sean diferentes a los que se presentan a edades más tempranas. «Este tipo de divorcios llevan una mayor complejidad», remarca López Muelas. «El problema es el cónyuge que normalmente se queda en una posición más desfavorecida», especifica Rubio.
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