Dispar cumplimiento de la norma en bares y comercios de Cartagena y Lorca

En la tienda de ropa de cama y hogar Tramas de la calle Mayor de Cartagena, su dependienta, Lidia García, cumple el decreto de ahorro energético del Gobierno central a rajatabla. De hecho lo hace desde anteayer, «porque no tenía muy claro cuándo entraba en vigor». El termómetro, a 27 grados y el escaparate, apagado al completo a las 22 horas. «Lo he programado para que no haya errores, pese a que mis clientes ya se están quejando. Algunos me dicen: 'A ver si vemos a los políticos sudar la gota gorda en el Congreso de los Diputados'», cuenta mientras atiende la tienda.

La aplicación de la norma estatal comenzó ayer de manera dispar en bares y comercios de Cartagena, donde el Ayuntamiento apagó a partir de las diez de la noche los edificios públicos cerrados, pese a no estar «de acuerdo con decisiones precipitadas y de escaso alcance», explicaron fuentes municipales. No lo hizo con el Palacio Consistorial. A esa hora, los comercios apagaron también sus expositores, pero no todos. Un buen número, sobre todo de las calles del centro, permanecieron iluminados. Tampoco hubo consenso en la temperatura durante el día.

En los establecimientos, por el día hubo quien desde primera hora cumplió con lo establecido, pero otros, como la Casa de las Carcasas, también en la calle Mayor de la ciudad portuaria, prefirieron «esperar a ver qué nos dicen nuestros jefes», indicó la encargada de la tienda, Lorena García. «Aquí no tenemos puertas y la temperatura no la podemos tener como marca la norma. Es imposible. Y el escaparate, de momento, seguirá encendido hasta las doce de la noche». En las tiendas del Ensanche de la ciudad, la tónica fue similar. «Los expositores nos dan igual, porque en agosto no hay mucha gente por la calle, pero lo de los 27 grados es imposible cumplirlo», dijo la presidenta del colectivo de tiendas de esa zona de Cartagena, Esperanza Bermejo.

En los bares ocurrió lo mismo, pero con consecuencias más notables, al menos, para Carla Martínez, que trabaja en la cafetería Caffe Latte del Carmen. «Al establecimiento no entra nadie, todos eligen la terraza. Hemos optado por no encender el aire acondicionado, porque con las puertas abiertas y a 27 grados no se notaría. Solo tenemos los ventiladores de techo. Así perdemos clientela», indicó. Similar situación vivieron en el Parlamento Andaluz, un bar situado en la plaza del Icue. Al principio de la mañana y de la tarde ponemos 20 grados, para refrescar el ambiente, pero luego subimos a la temperatura exigida, pero con ocho cámaras, dos lavavajillas y un horno, es imposible trabajar», indicó Santiago Hernando, uno de los camareros.

Desde el Gobierno local insistieron en que antes de que entrase en vigor el decreto del gobierno de España, «ya tomamos medidas, como el cierre de la actividad de tarde en el edificio administrativo de San Miguel. Además, hicimos un plan de climatización en espacios públicos e instalamos alumbrado con tecnología led», dijo la alcaldesa, Noelia Arroyo.

En Lorca, en la Avenida Juan Carlos I y la Corredera, principales calles comerciales del centro neurálgico de la Ciudad del Sol, muchos escaparates seguían mostrando sus productos a plena luz. No se apagó la iluminación de las fuentes de las plazas Colón y Óvalo, sí lo hicieron, en cambio, en el Ayuntamiento y en el Huerto Ruano. También quedaron encendidos muchos monumentos, como el Castillo y los arcos del Antiguo Convento de la Merced.