Un operario controla el funcionamiento de la desaladora de Torrevieja, la mayor de Europa. Nacho García / AGM

El director del Agua propone un «seguro hídrico», como los del coche y la vivienda

Teodoro Estrela y otros dos expertos señalaron en un estudio que los usuarios deben «aceptar el sobrecoste» de la desalación para tener garantizado el suministro

Lunes, 29 de marzo 2021, 03:01

El director general del Agua del Ministerio para la Transición Ecológica, Teodoro Estrela, es partidario de que los usuarios «acepten el sobrecoste» del agua «como un nuevo seguro hídrico que permita garantizar el suministro en todo momento», ya que defiende un sistema ... que integre todos los recursos, incluida la desalación, que jugará «un papel clave» en el litoral mediterráneo. Precisa que esa integración «exige admitir un ligero sobrecoste, equivalente al pago de un seguro de garantía hídrico», y añade que los usuarios deben «asumirlo con idéntica naturalidad al pago de los seguros tradicionales», como los del automóvil y la vivienda.

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Es una de las conclusiones del informe 'Pasado, presente y futuro de la desalación en España', un tema que está de plena actualidad, que Teodoro Estrela publicó en la revista 'Ingeniería del Agua' en el año 2019, siendo director de la Oficina de Planificación de la Confederación Hidrográfica del Júcar y profesor asociado de la Universidad Politécnica de Valencia. También son autores los profesores Enrique Cabrera Marcet y Jaime Lora García, destacados expertos en agua e hidráulica y en ingeniería química de la misma universidad. «Básicamente, el artículo describía la evolución, situación actual y posibilidades futuras» de la desalación, apunta a LA VERDAD el actual director general del Agua.

«¿Qué regante tradicional con agua casi gratis querrá la desalada?»

«¿Qué regante de los tradicionales, con acceso a agua superficial casi gratuita, querrá regar con agua desalada? La respuesta es obvia: solo quienes cultivan productos de alto valor añadido sin acceso a otras fuentes», indican los autores del estudio, que no se extrañan de que desde la Asociación Española de Desalación y Reutilización «se quejen de esta competencia desleal». Creen que sigue perviviendo el elevado coste de la energía en la desalación, el mayor obstáculo, y que el precio del agua en España «es un asunto politizado».

El informe publicado en la revista 'Ingeniería del Agua' de la Universidad Politécnica de Valencia señala que el futuro de la desalación es prometedor porque la mayoría de factores que la limitan «van alineándose a su favor». En este sentido, considera que «la idea del trasvase se ha abandonado». «Es obvio que, sin amplio consenso, hoy poco viable, y sin el dinero de Europa, la infraestructura no parece realizable», en referencia al Ebro y a nuevas transferencias. «Ello, en zonas semiáridas y costeras, otorga a las desaladoras la etiqueta de necesarias».

Señala, asimismo, que el cambio climático y la reducción de recursos que conlleva hacen necesarias estas instalaciones, que se consideran «infraestructuras más locales y no precisan de consensos amplios». «Sin los fondos europeos para financiar nuevas infraestructuras o reponer las existentes, será preciso avanzar en la recuperación de costes. La ciudadanía debe asumir la nueva realidad y el agua desalada ganará competitividad», añaden los autores. Aunque en algunos casos faltan obras complementarias, la desaladora está disponible, dicen. También destacan las constantes mejoras tecnológicas que llevan aparejadas la consiguiente reducción de costes.

«Educar a la ciudadanía»

Los autores apuestan por sistemas de gestión integrada de recursos, algo en lo que insiste actualmente Teodoro Estrela. Para ello, la desalación no debe considerarse como una fuente de agua aislada y de emergencia, sino como una aportación más, «aunque sea a costa de aumentar el precio medio del agua. La Mancomunidad de Canales del Taibilla ya lo está haciendo», dicen.

El informe científico señala que «es necesario educar al ciudadano para que comprenda las ventajas de integrar la desalación: mayor garantía de suministro y notables beneficios ambientales». Asimismo, los tres expertos no consideran necesario, salvo casos puntuales, construir nuevas grandes plantas. La desalación ha sido, es y será una fuente de agua importante, sobre todo en el Sureste mediterráneo y las islas Canarias orientales, por lo que tiene «un futuro esperanzador». «Sus costes, bien aceptados cuando no hay agua, deben considerarse en épocas lluviosas como un seguro hídrico».

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Los tres profesores de la Politécnica de Valencia señalan como problemas el coste y la emisión de gases ligada al mix energético

Entre los años 2012 y 2015, la cuenca del Segura ya tenía la mayor producción de agua desalada de España, con 159 hectómetros cúbicos, seguida de Canarias, con 129, y a gran distancia del resto de demarcaciones. Ahora, el objetivo del Ministerio es llegar a los 400 en la demarcación del Segura.

Con el paso del tiempo, indican los tres expertos, se está evidenciando la importancia de la desalación en periodos recurrentes de escasez de lluvias, propios de las áreas mediterráneas. Con el cambio climático, es previsible que la frecuencia de la escasez aumente. En este sentido, no vislumbran en el futuro un aumento de los recursos convencionales, por lo que en territorios con balances hídricos frágiles, como la cuenca del Segura, la reutilización o la desalación, conjuntamente con la gestión de la demanda, «están llamadas a jugar un papel clave».

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Regadíos productivos

Sobre los regadíos, el informe indica que, al contrario de lo que acontece a escala mundial, «nuestra agricultura no es ajena a la desalación. Supone el 22% del total, mientras que en el resto del mundo no alcanza el 3%. Se recurre a ella en áreas semiáridas cuyo clima favorece una agricultura de regadío muy productiva, con varias cosechas anuales».

Admiten que la exigencia energética del agua salobre es similar al bombeo en acuíferos con el nivel del agua a profundidades de entre 250 y 400 metros, «un gasto inasumible para esta agricultura». En este sentido, explican que la consolidación de la desaladoras depende en gran medida de sus costes, y no solo del de la energía. También influye el tamaño de la planta y su carga de trabajo. «En ocasiones, la Administración ha facilitado la puesta en marcha subsidiándolas parcialmente, un problema que se resolvería con plantas trabajando a plena carga». Ponen como ejemplo que los costes del agua oscilan entre 45 y 55 céntimos el metro cúbico cuando las instalaciones están a plena carga; pero que se duplican si operan a media carga, «una diferencia difícil de asumir».

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Sostienen que el Arco Mediterráneo, con un importante crecimiento urbanístico y poblacional, no pueden prescindir de la desalación, pese a sus inconvenientes. Entre estos citan el «elevado consumo energético», que incluye altos costes, y emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) ligadas al mix energético de España. «Es un problema que siempre acompañará a la desalación, aunque las últimas mejoras -de 50 a 3 kilovatios/hora por metro cúbico- han cambiado la perspectiva. El segundo inconveniente esgrimido es ambiental, aunque el impacto en el medio marino (captación del agua y retorno de la salmuera y su posible afección a la flora y fauna en el punto de vertido) parece superado».

Las prisas por gastar el dinero de la UE que iba al trasvase del Ebro

Los autores del informe -Teodoro Estrela, Enrique Cabrera y Jaime Lora- señalan que el Programa Agua que desarrolló del Gobierno central a partir del año 2004, de la mano de la ministra Cristina Narbona, impulsó la desalación como alternativa al trasvase del Ebro. «Las prisas por gastar los fondos europeos destinados al trasvase generaron desajustes, algunos aún pendientes de solución». Las consecuencias se perciben, indican, no tanto en el diseño como en el «dimensionado» de las instalaciones. Apuntan que las demandas se sobreestimaron en los años previos a la gran recesión del año 2008 y que hubo una deficiente programación de infraestructuras auxiliares. Recuerdan que la mayor desaladora de España, la de Torrevieja, se acabó sin disponer de suministro eléctrico. La cuenca del Segura cuenta con las mayores desaladoras, como la de Torrevieja, Valdelentisco y Águilas, destinadas principalmente a los regadíos. Hay otras cuatro de la Mancomunidad de Canales del Taibilla para los abastecimientos.

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