Paco Garrido y Juan Carlos Peregrín, pacientes de enfermedad renal crónica. Javier Carrión / AGM y Antonio Gil / AGM

Una diálisis sin fronteras

La Región de Murcia cuenta con diversos programas que permiten a los pacientes de este tratamiento renal sustitutivo viajar sin interrumpir las sesiones

Paula Sinaí Martínez Romero

Viernes, 14 de marzo 2025, 00:52

El mejor viaje de la vida de Paco Garrido, un jubilado de 66 años que solía trabajar en un almacén de hierro, fue a Disneyland ... París. Viajó hace dos años y medio, con sus hijos de 12 y 10 años. Un mes más tarde, entró en diálisis. «Les pedí a los médicos que me dejasen un mes antes de entrar en tratamiento para poder hacer el viaje. Sólo un mes más», explica. Desde entonces, como él mismo dice, permanece «atado».

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Este jueves 13 de marzo se celebra el Día Mundial del Riñón, una jornada que pretende sensibilizar y reivindicar la investigación para la prevención de enfermedades renales. Según la Sociedad Española de Nefrología (SEN), en la Región de Murcia ya hay unas 2.300 personas en tratamiento renal sustitutivo. La Región se sitúa entre las comunidades españolas con mayor tasa de prevalencia (1.445 personas por millón de población frente al 1.406 nacional). «La enfermedad renal crónica es una enfermedad silenciosa», cuenta Garrido. «Si no te la diagnostican a tiempo, cuando vienes a darte cuenta, ya estás en ella, y los riñones ya no te funcionan», añade.

En su caso, su familia tiene un gen hereditario que afecta a ambos riñones y que se manifiesta a partir de los 40 años. Cuando se lo diagnosticaron, hace ya dos años, su vida cambió por completo. «Empecé a notarlo en mi día a día, que no podía moverme como a mí me gustaría. Me fatigo, me canso mucho. Antes, aprovechaba mis vacaciones para viajar durante dos semanas, y recorría ciudades y pueblos enteros. Nos íbamos de camping, algo que ahora tampoco puedo hacer», recuerda Garrido. «Mi vida ha cambiado. La diálisis limita los sitios donde puedes ir, los viajes que puedes hacer. Te deja atado», afirma.

Sus cadenas particulares son los tubos de la hemodiálisis, conectados desde los vasos sanguíneos hasta un dializador, un filtro de la sangre que funciona como un riñón «artificial». Este tratamiento lo recibe tres veces por semana durante cuatro horas. Una rutina constante y difícil que sólo le permitía salir de Murcia durante fines de semana puntuales.

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Quitarse las ataduras

Sin embargo, hace unos meses Garrido descubrió una forma de viajar sin tener que detener su tratamiento. En su centro de diálisis, Fresenius, en El Palmar, existe 'Diálisis en Vacaciones', un programa que permite a los pacientes recibir el tratamiento en centros de toda España. Desde entonces, Garrido puede hacer la diálisis en Cartagena cada verano. «Tenemos una casita en Mazarrón, entonces podemos pasar un mes ahí y disfrutar con los niños», cuenta. La rutina se mantiene igual: «Voy, me dan mi diálisis, me vuelvo a casa, paso la tarde mal, y al día siguiente ya estoy estupendo».

Muchos otros pacientes se han beneficiado de estos programas. Juan Carlos Peregrín, de 62 años, pudo recibir un trasplante y dejar la diálisis, pero aún recuerda la sensación de «salir de las sesiones y sentir que no vales para nada». «Llegas a casa muy cansado, sin ganas de comer, y el resto de la tarde no puedes hacer nada. Dos días después ya tienes a la ambulancia en la puerta esperando para llevarte al centro otra vez. Cuando estás en diálisis, los días pasan muy rápido» cuenta.

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El programa 'Diálisis en Vacaciones', en este caso de Cartagena, le permitió visitar Madrid, Barcelona, Bilbao y Segovia sin interrumpir el tratamiento. En esos días, las horas pos-diálisis no se hacían tan difíciles. «Iba siempre con mi esposa. El día que me tocaba una sesión, ella podía darse una vuelta, cuando salía yo descansaba un rato y luego podíamos hacer turismo», explica Peregrín.

Un nuevo programa llega a Caravaca de la Cruz

Hace unos meses llegó a la Comarca del Noroeste el programa 'd'Holiday', que se lleva a cabo en el centro concertado Diaverum. En él, los pacientes que reciben diálisis pueden viajar a otros 49 centros distribuidos por todo el territorio nacional. Además, Diaverum Caravaca puede recibir a pacientes que pasen sus vacaciones en el municipio. Un flujo constante de viajeros que pueden disfrutar del turismo sin la constante atadura de la diálisis.

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«A todos los que se lo están pensando, les diría que no tengan miedo», dice Paco Garrido. «Lo mismo que haces en tu centro de siempre, lo puedes hacer en otro. Mientras que estés bien, no tienes que limitarte para hacer las cosas que quieres», defiende.

Por su lado, Juan Carlos Peregrín sostiene que es una opción perfecta para salir de «la asfixiante rutina de ir de casa al hospital, y del hospital a casa». «Es una experiencia que te facilita la vida», concluye.

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