PASCUAL VERA
MURCIA.
Viernes, 3 de junio 2022, 00:16
Como el personaje de Molière que hablaba en prosa sin saberlo, Peter Trudgill se interesó por la lingüística sin saber que existía tal cosa. Fue en sus tiempos de estudiante de Bachillerato, allá por los años 50. Aquel chaval retraído y tímido se refugiaba en la biblioteca municipal de Norwich para dar rienda al que probablemente consideraba su «vicio secreto», que no era otra cosa que un irrefrenable interés por aprender y recopilar información sobre las lenguas del mundo, tal y como expresa el propio Trudgill y recoge en un artículo el profesor Juan Manuel Hernández Campoy, profesor de la UMU, que actuará de padrino en el acto de investidura.
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Ha cultivado los dialectos urbanos, convirtiéndose en uno de los más reputados dialectólogos internacionales, abriendo sendas inéditas en este terreno con sus trabajos. En 2001, en una de su numerosas estancias en Murcia, pronunció una frase que sentó muy bien por estas tierras: «Los murcianos tendrían que sentirse orgullosos de hablar como hablan».
De su carácter metódico, entregado y apasionado por su trabajo da cumplida muestra un hecho que él mismo relata en su autobiografía. Hay que ponerse en situación: estaba en un tren inglés realizando un recorrido de 700 kilómetros, camino de una entrevista de trabajo que podría reportarle su primer contrato como profesor de Sociolingüística.
«¿Qué diablos –tal es la expresión que utiliza en su autobiografía– enseñaría si consiguiera este empleo?». El resultado comenzó como unas simples notas que fueron creciendo durante aquel viaje, que se convertiría en mítico sin haberlo previsto en ningún momento. Finalmente aquellas notas se transmutarían en el libro 'Sociolinguistics: An Introductio to Language and Society', que acabaría siendo un éxito literario.
Horas más tarde los profesores que componían el tribunal le preguntarían qué es lo que enseñaría si consiguiera la plaza de profesor, fue el candidato que mejor la supo responder, consiguiendo su primera plaza como docente.
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Profesor e investigador de Sociolingüística, Peter Trudgill se ha dedicado durante más de medio siglo a trabajar en este campo, hasta haberse erigido en una de las figuras mundiales más importantes de su especialidad, impartiendo conferencias en numerosos países. Desde 1992 es un asiduo de la Universidad de Murcia, lugar donde ha impartido numerosos cursos y conferencias.
–Aunque es doctor 'honoris causa' por otras cinco universidades, ¿qué le parece la Universidad de Murcia?
–Estoy muy orgulloso y muy contento. Desde la década de 1980, tengo vínculos muy estrechos con la Universidad de Murcia, que es reconocida internacionalmente por su excelencia en los estudios de Lingüística Inglesa.
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–Su interés por el estudio de la Lingüística parece que despertó pronto en usted.
–Creo que es una gran lástima que la Lingüística tuviese un perfil tan bajo: no había lecciones de Lingüística en la escuela, ni títulos universitarios en Lingüística, ni secciones de Lingüística en las bibliotecas. Las cosas han mejorado desde entonces.
–¿Qué intuía en aquellos primeros momentos en el estudio del lenguaje para interesarse de tal forma en él?
–Estaba fascinado por las relaciones históricas entre las lenguas y la rica diversidad de lenguas.
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–Ha sido profesor y profesor visitante en numerosas universidades. ¿Qué aporta a un profesor conocer realidades tan distintas?
–Los estudiantes de lugares diferentes siempre contribuyen con puntos de vista diferentes, y he sido muy afortunado de lo mucho que he aprendido de ellos.
–Es miembro del comité científico de una treintena de revistas científicas, profesor en cursos y seminarios y participa en programas de radio y televisión, ¿le queda tiempo libre para desarrollar alguna afición?
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–La Lingüística es mi afición más importante, pero también me encanta la música, los viajes y el deporte.
–¿Cuáles han sido los temas que ha abordado con mayor profusión?
–Quizás lo que más me ha interesado es la forma en la que los factores sociales pueden influir en las estructuras lingüísticas.
–Afirma que el comportamiento lingüístico es un reflejo de la estructura social. ¿Puede ampliarnos eso?
–No creo que sea un fiel reflejo, pero ciertamente hay conexiones importantes que merecen ser investigadas más a fondo.
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–¿Cómo son los «derechos humanos lingüísticos» que usted ha desarrollado?
–Todos los seres humanos deberían tener la libertad de usar su propia lengua nativa y su propio dialecto nativo sin ser discriminados de ninguna manera.
–Aboga siempre por la tolerancia y la diversidad lingüísticas.
–Sí. El lingüismo es un mal tan grande como lo son el racismo y el sexismo.
–Hace 20 años usted pronunció una frase que sentó muy bien por estas tierras: «Los murcianos tendrían que sentirse orgullosos de hablar como hablan». ¿Por qué?
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–Porque todas las lenguas son dignas de respeto y porque las formas locales de hablar son una parte inherente de la identidad local.
–Clausuró un congreso en la UMU con motivo de su 60 cumpleaños con una conferencia sobre los aspectos sociolingüísticos del dialecto murciano.
–El dialecto murciano es una variedad de lengua fascinante e importante, y se merece una gran cantidad de investigación académica.
–Defiende la combinación en Inglaterra del bidialectismo y la apreciación de las diferencias dialectales
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–Sí, pero la tolerancia es lo más importante
–¿Cómo se lleva ser aficionado al Norwich FC?
–No tuve elección. ¡Nací y crecí en Norwich!
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