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Roger y Verónica son los ingenieros de los que todos hablan en Lorca. Abrieron hace siete meses la librería Futuro Imperfecto, negocio que está contribuyendo al resurgir cultural en la ciudad alfonsina. El coronavirus alteró sus planes. Querían convertir el espacio en el lugar de referencia literaria del Valle del Guadalentín. El lunes, como todas las librerías de España, levantaron de nuevo la persiana, con el empuje y la ilusión del primer día. «Estamos abriendo en horario normal y con cita previa, hemos hecho difusión por WhatsApp y redes sociales. No queremos que haya más de una persona en la librería», admite Roger. «No hemos puesto mampara, tenemos un mostrador y con unas sillas hacemos que haya una distancia de dos metros entre nosotros y el cliente. Llevamos guantes y mascarillas, y lo exigimos a todo el que entra; si no la traen, se la proporcionamos nosotros. Lo que procuramos es que la gente venga con la idea clara de lo que quiere y no dé vueltas por la librería, que es lo que nos gustaría, aunque por ahora no se puede».
En Lorca apenas llevaban cinco meses abiertos, «pero estamos en boca de todo el mundo. Tenemos un concepto bastante novedoso, y la respuesta esta semana ha sido realmente buena. Se nota que la gente estaba deseando salir». Con la iniciativa 'Apoya a tu librería', impulsada por Todostuslibros.com y Cegal, «tuvimos casi 3.000 euros en cheques, y no nos lo esperábamos. En cuanto la gente se enteró de que íbamos a reabrir empezamos a recibir un aluvión de WhatsApp. Ayer, de hecho, fue un día movidísimo: cerramos a las nueve de la noche y estuvimos hasta las once procesando pedidos». Futuro Imperfecto es una librería «de corte más contemporáneo», que cuida, según Roger, «el fondo»: «Aquí en Lorca ver un libro de Anagrama era complicadísimo, y de Impedimenta o de Nørdica era de ciencia ficción. En estos cuatro meses abiertos hemos tenido más de 30 actividades, y eso es lo que queríamos seguir afianzando en 2020. De cara a la primavera es imposible por ley, y hasta otoño, seguramente, no podremos reactivar las presentaciones de libros».
En esta librería de Lorca el libro más demandado durante la pandemia ha sido 'El infinito en un junco', de Irene Vallejo, «una obra que hemos recomendado mucho desde Navidad, porque es de largo recorrido y se seguirá vendiendo. Al principio de la crisis vendimos 'La peste' de Camus, los cuatro ejemplares que nos quedaban, parece que se agotó».
En La Montaña Mágica de Cartagena también es 'El infinito en un junco' el libro más vendido durante la cuarentena, junto a Yuval Noah Harari, según cuenta Vicente Velasco, librero y editor de La Estética del Fracaso. En esta librería también funcionan con cita previa. «La gente toca la puerta, estamos avisando a clientes que han hecho pedidos y vienen a recogerlos. La semana pasada abrí porque tengo licencia de papelería. Pero desde esta semana tenemos mamparas, guantes desechables, mascarillas y gel. Hemos limpiado exhaustivamente la librería, ¡un trabajazo!, y nos estamos nutriendo de esos pedidos y de los cheques de 'Apoya a tu librería', de la Confederación de Libreros de España. Esas aportaciones han sido bastante interesantes para resistir, porque son ingresos para gastar cuando puedas, como pagos por adelantado. Veo difícil volver a la normalidad». Según Velasco, no se están cumpliendo las medidas de seguridad e higiene. «La gente se lo está tomando a la ligera, yo veo que en esta desescalada nos estamos jugando mucho, y otro cierre empresarial del pequeño comercio sería devastador. No porque cerraran fruterías y ferreterías, sino porque dejaríamos de pagar impuestos y esto podría afectar al pago de las pensiones».
Ana Sánchez, gerente de Educania, es optimista, pese a todo. Ella cuenta con una distribuidora de libros escolares con 45 de años de experiencia y dos librerías (en el Polígono Camposol de Puente Tocinos y en la calle Sociedad de Murcia), que en el último mes estaban abiertas como papelería. «Esta semana estamos recuperando a clientes habituales. La gente tiene ganas de volver», admite esta entusiasta emprendedora. «Somos más tienda física que tienda 'online', y damos todas las facilidades para hacer el pedido, hay cosas que no se pueden hacer con compra fría». Sánchez celebra que «todo lo que recibimos son mensajes de ánimo, yo creo que todos queremos volver a movernos con actitud positiva». En Educania, lo que más se han vendido son «libros, juegos y material fungible para niños, como plastilinas o lápices». Aquí pueden acceder tres personas como máximo, y tienen una equis en el suelo para delimitar las distancias de seguridad mínimas. «Y aunque la gente es respetuosa, también hay impertinentes e impacientes». Dice Sánchez que no han entrado apenas novedades editoriales: «Hasta ahora las novedades estaban cortadas, y ya hay algunas faltas de libros que se venden, que estoy empezando a pedir. Y para cosas nuevas me voy a esperar para ir añadiendo las novedades». En general, las perspectivas no son pesimistas. «No es todo tan catastrófico», sostiene. «Al principio, cuando cerramos, pensaba que no volveríamos a abrir. Porque nuestro principal negocio es la distribución escolar a colegios, y eso hasta septiembre está parado. ¿Y cómo mantenemos a quince personas hasta septiembre sin ingresos? Ahora pensamos que no será todo tan perjudicial», valora.
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