El Atlético entregó los colores y el fortín

El Atlético perdió su fortín de Champions el día menos esperado, ante un Benfica que llegaba con dudas. El bloque lisboeta consiguió desesperar a un equipo madrileño que pudo sentenciar, al que el empate le trastocó y los incidentes posteriores provocados por los hinchas portugueses terminaron por desconcentrarle. Se aceleró al encajar su primer gol en casa en Champions en año y medio, hasta el punto que cometió un error defensivo inaudito permitiendo una contra que devolvió al Calderón una sensación olvidada: la de verse derrotado en Europa, algo que no sucedía desde un sainete ante el Rubin Kazan en 2013.

No mereció la derrota, pero la cosa ya arrancó rara, con el Atlético vistiendo completamente de azul porque según UEFA se confundían la rojiblanca tanto con la primera como con la segunda del Benfica, que al final lució una blanca con motivos rojos y pantalón de ese color. Jackson se enfrentaba al plebiscito del Calderón y al no marcar se dirá que fracasó por errar muchas ocasiones, pero completó un buen partido. Generó opciones para él y Correa, que conoció la sensación de golear ante su afición y en Champions tras estrenarse en Eibar. El argentino pegó con el alma una bola muerta que tras rozarla Julio César se alojó con misterio en la red.

El 1-0 llegó después de que el Atlético hubiese asediado a balón parado, desde lejos, con centros laterales... pero no hubiese acertado. Su gol entre medias de dos fallos de Jackson, que había provocado los primeros murmullos al mandar un buen servicio de Gabi por encima de Júlio César de volea con el interior. Se notaba exigido el colombiano, con el que la grada fue paciente ya con 1-0 por su trabajo ya que mandó fuera otra de cabeza en el área chica, confirmando aún no tiene ese acierto que está demostrando Correa. Los portugueses, por su parte, buscaban el plan clásico del Cholo. Recuperar y correr. Y en una casi sorprenden, Oblak salió a la desesperada ante Guedes que fue capaz de superar sus casi 190 centímetros pero bajo palos evitó que pasase la línea Filipe. El Atletico, con un Óliver de más a menos, se estaba gustando, podía ir goleando pero en segundos todo mutó. Eliseu llegó, centró peinó Jonas y Gaitán fusiló. Nadie había marcado en el Calderón desde que lo hiciera el Milan al principio de 2014. Una sensación inesperada, pero no comparable a la de repulsa que provocó el criminal lanzamiento de bengalas de los aficionados portugueses.

Las bengalas descentraron

Con empate, los fallos se le perdonaban menos a Jackson y por detrás en el marcador, se le silbó. En una contra letal, en la que Filipe no regresó a tiempo, se adelantó el Benfica. Guedes llegó a cruzar desde la izquierda un centro medido tras una veloz cabalgada de Gaitán, que demostró los motivos por los que Simeone lleva dos años incluyéndolo en su lista de peticiones, hacia Oblak que se hizo grande pero no pudo cerrar toda la meta. Con 1-2 el equipo se volcó, pero las pulsaciones le nublablan las ideas.

Júlio César también aportó lo suyo, frenando con sus manos a Jackson y después a Correa. La ansiedad por marcar parecía consumir al colombiano, criticado por no marcar de cabeza dentro del área, aunque en ese casi fue mérito de Luisao. Simeone quitó a Óliver por Saúl. No es Raúl García, el tipo que uno desea ver en el campo en duelos así, pero aportó intensidad en el centro del campo.

No era el día de los atléticos, que buscaron los balones directos con un porcentaje de acierto desconocido. Jackson le ponía corazón, se movía y era un incordio. Simeone le puso junto a Torres. Se instalaron en el área, con Godin de '9' y dejando casi sólo a Oblak porque Filipe no completa esas carreras de la recordada 13-14. El Calderón tuvo fe, pero otra vez el equipo que lucía colores rojos y blancos se llevó el duelo. Pero en esta ocasión no era el Atlético...