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Dos mil trabajadores cruzan a diario la puerta de la factoría naval de Cartagena, donde la compañía pública Navantia tiene varias unidades de producción y ... desarrolla el proyecto más importante de la industria militar española, el Programa S-80 de construcción de cuatro submarinos oceánicos no nucleares para la Armada, por casi cuatro mil millones de euros. Agustín Álvarez Blanco (Ferrol, 1963) es el director de la factoría y del programa.
–¿Cumplirán los plazos de puesta a punto y entrega del S-81?
–Sí. El S-81 marcha de acuerdo a lo previsto. Ahora mismo estamos en la fase de pruebas de puerto, concretamente en una de las dos varadas programadas previas a la salida a navegar, prevista para febrero del año que viene. A finales de agosto saldremos del dique seco y volveremos a ponerlo a flote. Además, se está preparando el submarino para el primer embarque de combustible y el arranque de los grupos diésel alternadores rectificadores y la carga de baterías con los propios grupos diésel del buque, en el último trimestre. Después habrá otra varada y en febrero saldremos a navegar, luego vendrá la primera inmersión y antes de Semana Santa la primera inmersión a cota máxima operativa. El barco está previsto entregarlo en el primer trimestre de 2023.
–¿Descartan contratiempos importantes hasta entonces?
–Contratiempos nunca se pueden descartar, puesto que es un prototipo. Pero para eso están previstas estas varadas, para resolver cualquier incidencia que se produzca. Confiamos en que todo vaya de acuerdo a lo previsto y podamos gestionar cualquier cosa que ocurra.
–¿Qué supone para Navantia ver ya como una realidad un submarino que inicialmente les dio tantos quebraderos de cabeza?
–Este proyecto es estratégico para la Armada y también para Navantia. Supone un salto tecnológico muy importante. Navantia pasa a ser autoridad técnica en diseño de submarinos, que es una capacidad que no tenía. Todos los submarinos anteriores se construían en Cartagena con diseño extranjero. Con el salto tecnológico hemos desarrollado unas capacidades que nos permiten situarnos en primer nivel mundial de la industria naval de defensa. La capacidad de diseñar submarinos solo la tienen diez países. El programa, además, forma parte de uno de los pilares básicos del plan estratégico de Navantia y supondrá cerrar un ciclo, algo que la empresa ya logró en el ámbito de los barcos de superficie con las fragatas F-100.
–Los S-80 serán exportables. ¿Ha crecido el interés de otros países para comprarlos una vez que ya está a flote el prototipo?
–La puesta a flote fue un hito muy importante porque permite visualizar que el barco es una realidad. Antes era muy difícil venderlo. Estamos envueltos en una oferta comercial para la India, con un equipo desplazado allí, porque su programa de submarinos, el P75-I, ha entrado en un momento crítico. Nuestra oferta está basada en el S-80 con algunas actualizaciones adicionales. En los últimos días, el Ministerio de Defensa indio ha emitido la petición de oferta y ha seleccionado a dos astilleros para construirlos allí. Cada uno de esos dos astilleros tiene que elegir a un potencial diseñador. Ahora mismo estamos calificados cinco diseñadores de Rusia, Francia, Corea, Alemania y España. Y eso tendrá lugar en cualquier momento de aquí a tres meses. Si resultamos elegidos por cualquiera de esos astilleros, entramos en la siguiente fase, la 'short list', y la decisión está prevista para primavera de 2023. Ya solo el hecho de que pudiéramos pasar a la lista corta sería un éxito enorme. En cualquier caso, desde hace más de un año, en colaboración con la dirección comercial, tenemos un equipo diseñando una estrategia con dos líneas: una es el desarrollo de producto a partir del S-80 y la otra, ver qué demanda el mercado, porque podría ser necesario desarrollar otro tipo de producto.
Empleo «En algún momento hemos notado falta de personal cualificado para construir un submarino»
Innovación «Navantia tiene aquí su centro tecnológico del hidrógeno y abrirá el de servicios digitales inteligentes»
Empresa auxiliar «Los S-80 suponen un salto para Navantia, pero también para toda la industria colaboradora»
Puesta a flote del S-81 «Fue un momento muy emocional, después de tantos esfuerzos y sinsabores»
–A nivel interno, ¿cómo está cambiando el Programa S-80 no solo los procesos industriales en el astillero, sino también la mentalidad de sus empleados?
–Este tema es muy interesante. El Programa S-80 tiene una historia muy larga. La orden de ejecución viene del año 2004, después de una serie de vicisitudes y cambios en la planificación, a finales de 2012 surgió el problema de los pesos y se paralizó. En 2013 se realizó una auditoria por parte de la Marina americana y Electric Boat, que es el diseñador de los submarinos americanos y que había tenido problemas similares con la clase Seawolf. El astillero se metió en un proceso de reestructuración organizativa, de procesos, de tecnologías y de gestión. También se inició el de digitalización, que ha sido pionero. Y se rediseñó todo el submarino. En realidad el llamado S-80 Plus es un nuevo diseño que, además, tiene en cuenta otras metodologías de calidad. Pero lo cierto es que hasta que no se firmó la nueva orden de ejecución complementaria, en diciembre de 2018, el programa no tenía garantizado la construcción de los cuatro submarinos. En aquel momento entramos en una nueva etapa, que el astillero afrontó con un gran grado de compromiso y de ilusión. La puesta a flote de primavera fue un momento muy emocional, después de tantos esfuerzos y sinsabores.
–¿Cómo les afectó aquel episodio del sobrepeso? Había mucha gente trabajando que quedaría anímicamente muy tocada.
–Efectivamente. El tratamiento informativo que se le dio al submarino que no flotaba fue desafortunado, lleno de 'fakes news'... El submarino nunca se había terminado, luego nunca se había puesto en el agua, luego no era cierto que no flotase. Otra cosa es que se viera que el diseño tenía limitaciones operativas y diese lugar a pararlo y replanteárselo.
–¿Por qué hay un antes y un después en Navantia Cartagena con el nuevo sumergible?
– El proyecto ya ha demostrado que es una realidad y esto nos pone en otro nivel. Tenemos que culminar el periodo de pruebas y entregarlo, pero tenemos capacidad para gestionar cualquier problema que se presente. Y hemos notado que la percepción exterior del proyecto ha cambiado radicalmente. Ahora sobre el S-80 todo son noticias positivas.
–¿Les ha sorprendido la acogida social de todo lo relativo a la puesta a flote del barco?
–A mí, no. Es natural, sobre todo dentro de Navantia y especialmente en Cartagena. El grado de implicación de la ciudad con el astillero y en concreto con este proyecto es enorme. Es muy importante para la ciudad, para la Región, porque es un tractor industrial en cuanto a generación de empleo y PIB industrial, para el desarrollo de un ecosistema industrial. Los S-80 han supuesto un salto para Navantia pero también para toda la industria colaboradora. Yo querría destacar el papel de la industria nacional, no solo suministrando muchos de los equipos del barco, sino también participando en la construcción, en estudios de ingeniería de todo tipo, de seguridad y control de calidad, que es fundamental. El S-80 no es solo un salto tecnológico, también ha permitido capacitar a todo un ecosistema industrial.
–¿Piensan ya en una segunda serie del S-80 o darán un gran salto hacia los S-90?
–De momento, el S-90 no está encima de la mesa. Como expliqué antes, estamos trabajando en el desarrollo del producto y en las líneas tecnológicas sobre innovación que nos permitan estar preparados para abordar en un futuro el S-90 u ofrecer submarinos al mercado en función de lo que nos demanden.
–Actualmente negocian con el Ministerio de Defensa el contrato de mantenimiento de los nuevos submarinos. ¿Qué repercusión va a tener?
– Debido al enorme salto tecnológico respecto a los submarinos anteriores, ha sido necesario cambiar todo el modelo de apoyo al ciclo de vida. El nuevo, basado en el de la industria aeronáutica, está ya acordado con la Armada y estamos negociando con Defensa el primer contrato. Recordemos que el ciclo de vida de un submarino S-80 está estimado en 34 años; ahora mismo estamos a punto de cerrar el contrato de la fase de arranque, la que transcurre hasta la entrega del S-81. Luego vendría la primera fase de sostenimiento, que duraría hasta el término de la primera gran carena del S-81. El contrato supone crear una oficina técnica donde trabajarían codo con codo personal de Defensa y de Navantia. Estamos hablando de una oficina con una dotación de personas muy importante.
–Navantia prejubila empleados veteranos y los sustituye por nuevos contratados. ¿Hay un gran cambio en los nuevos perfiles profesionales?
–Uno de los pilares del plan estratégico de la compañía es el rejuvenecimiento de la plantilla. Todo el plan de incorporaciones de Cartagena se está cumpliendo de acuerdo a lo previsto. Cuando finalice este año se habrán incorporado unas 180 personas, lo cual supone un rejuvenecimiento muy importante. Los perfiles están adecuados a las actividades del astillero y estamos muy satisfechos de cómo se están produciendo las incorporaciones. Ese rejuvenecimiento ya se puede palpar, se nota en el día a día. Dentro de nuestro plan de nuevas inversiones estamos apostando por nuevos espacios de trabajo, como el concepto 'open space', con resultados espectaculares.
–¿En qué líneas de negocio trabajan mirando al futuro?
–En centros de innovación y excelencia. En concreto, aquí se ha creado el Centro de Excelencia de Tecnologías del Hidrógeno, aprovechando todo el 'know how' del sistema de pruebas de propulsión independiente de aire de los S-80, el AIP, que es un sistema de generación de hidrogeno reformando bioetanol y utilizando luego una pila de combustible. También participamos en varios proyectos de colaboración de biocombustibles, combustibles sintéticos, de amoniaco, hidrógeno y es una nueva línea que se ha constituido en esta factoría. Otro de los centros de excelencia que estará en Cartagena es el de Servicios Digitales Inteligentes, ligado a todo el tema de los simuladores, del ciclo de vida de los S-80 y de los servicios que da Navantia a sus clientes, relacionados con sus datos. Será una línea muy importante en el futuro.
–¿Y cómo será en el futuro esta factoría?
–Yo la veo diseñando, construyendo y manteniendo submarinos. Y desarrollando nuevos sistemas de propulsión verdes
–Hablaba antes del ecosistema industrial. ¿Evolucionan de forma acompasada Navantia, sus empresas auxiliares y la UPCT como vivero de la factoría?
–Sí, en términos generales. La UPCT es muy importante para nosotros. La mayor parte de nuestras incorporaciones provienen de la Politécnica, donde tenemos la Cátedra Isaac Peral para temas muy específicos, de investigación. Sí es cierto que, en lo relacionado con los oficios necesarios para la construcción de un submarino, en algún momento hemos notado la falta de profesionales cualificados. Pero este es un tema que con la ayuda de las instituciones, el Servicio Regional de Empleo, la Mesa Local del Empleo, la Fremm, estamos intentando poner mecanismos que permitan tener profesionales formados para el sector.
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