«Entre los deberes y las clases de violín por Skype»
#YOMEQUEDOENCASA ·
Nadie se pelea de momento por sacar a 'Luna', la perrita de la familia Botella Carrasco en San Javier. Todos han iniciado el plan de confinamiento, entregados por completo a sus quehaceres habituales, pero es que los 'profes' de los tres hijos de Pedro y Francisca se han tomado tan en serio el apoyo a distancia de sus alumnos, que en la casa familiar confluyen doctas exposiciones de Odontología –con asistencia obligatoria a través del portal universitario– para Pedro, el mayor, y las clases de Carmen (15 años) y Elena (11 años), con deberes fluyendo sin límite. Cada mañana acceden a la plataforma 'online' del cole y se encuentran las 'sorpresas' del día. «Mamá, con tantas tareas creo que vamos a terminar el curso antes de tiempo», cuenta Francisca que le dice su hija menor.
Por las tardes tocan las clases del Conservatorio por Skype. El mayor se inclinó por el chelo, y sus hermanas por el violín y el oboe. «Tengo una orquesta de cámara», asume Francisca, que trata de ayudar en las exigencias tecnológicas que impone el aislamiento. «Los profesores les piden vídeos, y se nos acumulan; Elena tiene ya seis vídeos pendientes», cuenta la madre de la banda musical, que asume la atención a la abuela de la familia y el trabajo propio. Para mantener a la abuela fuera del riesgo de virus, solo habla con los nietos por videollamada.
Arquitectos de profesión, tanto Pedro como Francisca tienen que comenzar la jornada a las 7.30 y echarle a los proyectos horas de la madrugada. Este encierro nacional les ha obligado a cancelar reuniones y aplazar trabajos, aunque avanzan con los que tenían ya en marcha. Se resisten a cancelar el viaje que tenían programado para julio, esa perspectiva veraniega que hace el largo invierno más llevadero.
La familia Botella Carrasco ha decidido incluir clases de zumba por YouTube para descargar tensiones
Ahora toca vida de alfombra y zapatillas. «Me preparé para pintar algunas cosas y para coser, pero no me da la vida», cuenta Francisca, que ayer decidió introducir cambios por decreto en la vida familiar para descargar tensiones. «Después de comer tendremos un rato libre, y de 6 a 8 habrá clases de zumba y estiramientos», se propone. Con el Estado de Alarma nacional, desenvolvió la bici estática y el banco de abdominales para presentar resistencia a las calorías que decidan afincarse en el cuerpo con el encierro: «Me veo la serie 'Vikingos' mientras pedaleo».
La decisión con más apoyos familiares ha sido sin embargo la de respetar los días festivos y fines de semana, aunque sea de puertas para adentro. «Jugamos al Scrabble, vemos pelis y estamos más relajados», explica Francisca, que se mantiene alerta con los amigos que viven solos y dedica unos momentos del día para llamarlos y abrazarlos con la voz, que es la única manera permitida en estos tiempos. «Pienso mucho en ellos, porque en casa somos cinco y estamos acompañados, pero para algunas personas va a ser difícil el aislamiento», cuenta Francisca con el sonido de fondo del violín, como una banda sonora de la reclusión.
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