Recuerden a Daenerys de la tormenta, la rubia libertadora de 'Juego de Tronos'. Atención, spoiler. Tras defenderse de caminantes blancos vira sus dragones hacia el ... centro del poder para arrasar ambicionando un mundo hecho a su medida. Aunque el invierno había acabado, persistía esa pandemia de querer dominar sobre los demás, donde o son útiles o son aniquilados. Por el camino, cada cual está en sus intrigas palaciegas, decapitaciones, deudas, deslealtades, traiciones, tránsfugas, dragones, conquistas para alcanzar el poder bajo el pretexto del bien común. Al final, para ostentarlo, aquella niñita rubia del principio se había transformado en lo que decía combatir. Se asemeja a sus enemigos, pero con más saña, con dragones. ¡Que ardan todos! Ya veremos si queda algo. Acaba revelando su índole profunda de ambición y tiranía que en realidad siempre le había acompañado. No obstante, cuando cree haber vencido, entre cenizas, su compañero de cuita acaba sacrificándola.

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La política regional anda a la zaga. Las treguas pandémicas están reservadas solo para mortales como nosotros. Los dioses del Olimpo político parecen exentos. Así tienen sus intrigas, descabezamientos, traiciones, fuego amigo, pugnas, purgas estratégicas y una opacidad simbolizada por muros opacos instalados en la Asamblea. En esta tierra de cobayas y gaseosas, el batir de un idus de marzo desata tempestades allende La Roda.

La estrategia nacional de polarización y fractura de la derecha para apuntalar la hegemonía sanchista se autoplagia como espiral fractal por todo el orbe. La fórmula 'redondotezánica' de alcanzar el poder para ganar elecciones y no al revés mudó con éxito la agonía al barrio del adversario. Por eso, vender que los veletas de puja fenicia, Daenerys, madre de mociones, y meñique podrían haber obrado por dignidad del interés general es pretendidamente ingenuo. Si así fuera, van con dos años de diferido. Un retraso demasiado interesado. La navaja de Occam suena inequívocamente a violines del 'Titanic' naranja y a maletas salvavidas.

Tamayo, socialista, se desvió del acuerdo de investidura de Simancas en 2003. Aquí tenemos otra cosa. Un acuerdo de Gobierno, un 'Vidalazo' en formato 'automoción' y una sobrepuja para reconducir el acuerdo inicial, un 'Contravidalazo'

A quienes nos preocupan las olas, UCI, recesiones, presupuestos sin aprobar, fondos europeos y zanahorias a autónomos, asistimos perplejos al meneo institucional de 'mociones Juan Palomo' y extemporáneas que desplazarían toda actividad relevante para después del verano. Tiempo perdido. El cambio sensato era esto, mientras usted y yo pagamos. Pero existe un horizonte preocupante e inadvertido. El trampolín de la polarización nos precipita a una piscina vacía de ideas, repleta de ideologías que imponen marcos y expulsa a quienes nos resistimos a ver trajes cuando el rey anda desnudo. La reedición de las dos Españas, tan políticamente rentable, conllevaría el abrazo de Chaves Nogales y la marmota Phil en desesperada resignación mientras la cabeza de Ned Stark sigue pudriéndose en una pica. Cuando los dioses juegan a lo suyo y la política deviene en perpetuo problema, ¿con qué autoridad moral reconvendrán a la población para salir todos más fuertes?

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Muchos pescadores de ganancias en aguas revueltas se congratulan o se lamentan según vaya el fuego de la moción. Se equivocan quienes invocan el 'tamayazo'. Tamayo, socialista, se desvió del acuerdo de investidura de Simancas en 2003. Aquí tenemos otra cosa. Un acuerdo de Gobierno, un desvío 'Vidalazo' en formato 'automoción' y una sobrepuja para reconducir el acuerdo inicial, un 'Contravidalazo'. También, yerran quienes venden toda esta subasta como defensa de la dignidad del millón y medio de murcianos. Ninguno se percata de que cuando estas llamaradas de fuego naranja se extingan, en esta tierra quemada y baldía, la hierba que crecerá será de color verde. Abascal, el rey de la noche, no ha tardado en cabalgar su lamentable e imprudente 'performance' en plena Murcia. Vuelve 'Juego de Tronos'. Disfruten mientras puedan.

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