Fernando Perals
Viernes, 27 de marzo 2015, 01:03
Entrañable y cariñosa, y una de las profesionales más admiradas por los telespectadores, a Mayra Gómez Kemp (La Habana, Cuba, 1948) se le reconocerá esta noche su popularidad y trayectoria con el I Premio Constantino Romero, creado para la edición de primavera del certamen FesTVal. Actriz, cantante, presentadora... es el rostro más popular de la pequeña pantalla desde el mítico 'Un, dos, tres...', el concurso de TVE que arrasaba en índices de audiencia. Reapareció en el cine con 'Carmina y revienta', de Paco León, pero pocos se acuerdan de que intervino en la versión española del musical 'Rocky Horror Show' a comienzos de la década de los setenta. Fue su primer trabajo en España. Antes, siendo universitaria en Estados Unidos, apareció en una película de serie B titulada 'La venganza de Tartu'. De su Cuba natal apenas tiene recuerdos «porque salí de allí con 12 añitos». Una indisposición de su marido, Alberto Berco, le impedirá -si no surge la sorpresa- estar esta noche en el Teatro Romea.
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-¿Qué representa para usted que el mundo de la televisión la reconozca con este galardón?
-Me emocionó mucho cuando me lo concedieron. Tengo una doble satisfacción. Primero, que mis compañeros me digan 'oye, que lo que hiciste estuvo muy bien y nos gustó'. Viniendo de los tuyos es una gran recompensa. Y que este premio lleve el nombre de Constantino Romero, al que he admirado por su gran profesionalidad. Un gran comunicador y un estupendo compañero.
-¿Cuál ha sido el mejor recuerdo desde que se inició en la pequeña pantalla?
-Tengo tantos buenos momentos... aunque otros también han sido malos. Cuando empecé en 'Un, dos, tres...' interpretando pequeños papelitos en la subasta, en 1976, me sentía la mujer más afortunada del mundo por poder trabajar. Me empecé a dar cuenta de que la gente por la calle me reconocía, a pesar de que iba disfrazada con pelucas. No sabían mi nombre, pero decían 'mira, la loquita del Un, dos, tres'. Quién me iba a decir que años después esa loquita iba a ser la presentadora del programa. Fue una enorme satisfacción.
-¿No cree que ya forma parte de la historia de España, no solo de su profesión?
-Oh, por Dios, sería muy presuntuoso por mi parte. Yo nunca diría esto... (ríe a carcajadas).
-¿Guarda en su memoria anécdotas del programa que le dio fama, 'Un, dos, tres... responda otra vez'?
-Muchísimos. Lo mejor fue la amistad con todos mis compañeros. Recuerdo a azafatas, bailarines, humoristas, invitados, actores... No obstante, siempre es más fácil cuando lo que estás haciendo es un éxito. Pero había camaradería y buen rollo. Todo era muy bonito. Al día de hoy, mantengo una gran amistad y sigo en contacto con gente del programa como Beatriz Carbajal, Fedra Lorente, Arévalo, Bigote Arrocet... No quiero olvidarme de ninguno. Fue una época maravillosa.
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-¿Qué opina de la televisión de hoy? ¿Cuáles son sus programas preferidos?
-Me encanta 'Salvados'. Si hoy estuviera en activo me gustaría presentarlo. De entretenimiento, me apasiona 'Tu cara me suena'. Creo que es un nuevo formato televisivo que lo han inventado aquí y funciona muy bien, por eso lo han exportado a otros países. Me hubiera deleitado participar en su momento. Sigo los informativos para ver lo que está pasando por el mundo y observo algunos programas de debate y películas. Lo que no soy es de 'realities'; no me meto con ellos, pero para mí no tienen ningún atractivo ni divertimento.
-¿Qué le queda de Cuba, su país de nacimiento?
-Recuerdos muy vagos... me fui de allí con 12 añitos... la playa donde vivíamos, mis perros, montar a caballo... Tuve una infancia muy silvestre. Hoy en día, como está el mundo, una niña no puede vivir salvajemente como lo hacíamos nosotros. Cuando vine a España, se intuía un cambio y lo viví con los españoles. Como la transición y la llegada de la democracia. Eso es impagable.
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-El pasado año publicó su biografía, 'Hasta aquí puedo leer'. ¿Cómo resumiría su vida?
-Creo que he tenido una vida muy movida, entretenida, de retos y superaciones. Pero sobre todo, me considero una privilegiada. Me han dado la oportunidad de vivir no una sola vida sino varias.
-¿Y lo de «hasta ahí puedo leer», a quién se le ocurrió?
-Le dije a la editorial que se llamara así porque es de esas frases que ha quedado en el ideario de todos. Un día vi que la presentadora del telediario estaba leyendo una noticia y al terminar dijo 'y hasta aquí puedo leer'. Me encantó para el título de mi biografía.
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-Ha participado, entre otras, en la película de Paco León 'Carmina o revienta'. ¿Cómo fue su regreso al cine después de tantos años?
-Fue tan bonito que no me lo creía. Paco me mandó un correo en el que me dijo que le encantaría que participara en la película, a pesar del corto presupuesto que tenía. Le dije que era muy cara, que cobraba mucho (ríe). Me gustó el guión y me encantó rodar con él.
-¿Se pondría otra vez delante de la cámara?
-Depende de lo que me ofrecieran. Tendría que tentarme mucho, mucho, mucho... si no fuera así, contestaría negativamente.
-Usted ha sido un ejemplo de fortaleza tras superar dos cánceres. ¿De dónde le viene la energía?
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-Creo que de mis firmes creencias y a que a mi gente le hago falta. Por ellos tenía que luchar. Por mi marido, sus hijas, los nietos y mi hermana. Sé que me necesitan.
-¿La fuerza que tuvo en sus peores momentos ha sido la mejor campaña contra el tabaquismo?
-Eso espero, porque en el lugar que me encuentre lo digo siempre: que dejen de fumar.
-¿Percibió que aumentó el cariño que le tiene la gente?
-Muchísimo. Notaba que el público me tenía un cariño especial y no me esperaba que tantos se acordaran de mí, que me demostraran su amor. El año pasado, cuando recorrí toda España con la promoción de mi biografía, el público se acercó para saludarme, abrazarme, darme sus besos, ofreciendo sus ánimos y fuerzas en un momento difícil. Literalmente, no podía comer porque tenía la boca llena de babas. Me alimentaba de unos batidos asquerosos que no podía beber (se le entrecorta la voz). La gente me paraba por la calle a decirme 'tú puedes'. Aquello me sirvió para seguir adelante y salir de lo más hondo. Era una muestra de cariño que jamás podré corresponder.
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-Y tras esa supervivencia, se ha convertido en un icono. ¿Se siente así?
-Para nada. Eso son esas pequeñas cositas que aparecen en los ordenadores.
-¿Que planes tiene de futuro?
-Aprendí con mi enfermedad a no hacer planes a largo plazo. Yo vivo hoy... si me apuras, mañana. Creo en los puentes a los que puedo llegar, disfrutar de lo que hago en el momento. El ayer ya se fue; el mañana, ya veremos.
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