Lo que Luis Siret dejó escrito
El Museo Arqueológico Nacional digitaliza el archivo documental del arqueólogo belga, descubridor de la cultura de El Argar y fuertemente vinculado a la Región, donde excavó decenas de yacimientos
Rosa Martínez
Lunes, 20 de julio 2015, 13:02
Probablemente no lo conozca, la figura de Luis Siret (Bélgica, 1860 - Las Herrerías, Almería, 1934) ha sido, mantiene el arqueólogo municipal de Águilas, Juan de Dios Hernández, «un poco olvidada». No para investigadores e historiadores, para quienes es un referente ineludible, pero sí para la sociedad en general. Siret está considerado el descubridor de la cultura argárica, desarrollada en plena Edad del Bronce, y sus trabajos e investigaciones -en la Región dejó una huella importante- son el punto de partida de numerosos estudios actuales en torno a la arqueología. Tanto, que parte de sus notas han salido recientemente a la luz -el Museo Arqueológico Nacional (MAN) ha editado un catálogo temático con su archivo documental- a raíz de las solicitudes de consulta de diversos investigadores, entre ellos el equipo de arqueólogos de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) que desde 2009 trabaja en el yacimiento argárico de La Bastida, en Totana; un enclave en el que ya excavó Siret en la segunda mitad del siglo XIX, aunque, apunta Hernández, de forma muy superficial. De hecho, lo abandonó tras documentar trece sepulturas, como muestran sus notas.
Pero La Bastida no fue el único yacimiento sobre el que Siret dejó constancia en sus cuadernos de excavación, ahora accesibles a todo aquel que desee consultarlos a través de la página web del MAN (www.man.es). También recorrió, según figura en los archivos del museo, los asentamientos de Ifre, Cueva de Percheles, Parazuelos, La Ceñuela, Cabezo Negro, Cueva de Los Tollos, Cueva del Palomarico y la Rambla de los Ruices en Mazarrón; Cueva Bermeja en Cartagena; Las Anchuras y Cueva de La Tazona, en Totana; Zapata, Parazuelos, Cueva Perneras, Loma de los Ceperos y Peñas de Béjar, en Lorca; El Barranco del Asno, en Puerto Lumbreras; y Los Arejos y Los Peñascos, en Águilas, entre una lista más amplia. En la mayoría de ellos, explica Hernández, las intervenciones del joven belga -llegó a España con apenas 21 años- se basaron en prospecciones superficiales y en la identificación de los yacimientos, cuyas características dejó plasmadas en sus notas. En otros, sí llegó a excavar y extrajo diversas piezas y objetos que hoy se conservan en el MAN, al que el propio Siret donó parte de su colección, aunque ésta, precisa Virgina Salve, conservadora jefe del departamento de Documentación del museo nacional y responsable del proceso de digitalización de la biblioteca de Siret, está hoy «muy dispersa». Siret envió muchas piezas a Bélgica, gran parte de las cuales se exponen actualmente en los Museos Reales de Arte e Historia de Bruselas, pero también hay restos arqueológicos fruto de sus excavaciones en Italia y Estados Unidos, así como en el British Museum de Londres, detalla Salve.
Explotación minera
Ingeniero de profesión, Luis Siret llegó a España guiado por su hermano Enrique, quien ya se había instalado en el Sudeste peninsular cuatro años antes. Juntos pusieron en marcha una pequeña compañía destinada a extraer plomo argentífero de varias minas de Mazarrón, a la vez que llevaban a cabo una intensa actividad arqueológica. Primero en solitario y poco después con la ayuda de uno de sus trabajadores, Pedro Flores, quien siguiendo instrucciones de los hermanos Siret dirigiría trabajos de excavación en otros enclaves de la Región y en Almería. Hasta 1886, año en el que Enrique Siret vuelve a Bélgica, intervienen en más de cuarenta yacimientos ubicados entre Mazarrón y Mojácar, según recoge la biografía que sobre Luis Siret posee el MAN.
Sus investigaciones quedarían plasmadas un año después en 'Les premiers âges du metal dans le sudest de l'Espagne' ('Las primeras edades del metal en el Sudeste de España'), obra en la que se detallan -el Museo Arqueológico de Murcia conserva una edición facsímil del texto- los descubrimientos realizados hasta la fecha, entre ellos, los desarrollados en los yacimientos almerienses de Los Millares, Villaricos, Almizaraque y Fuente Álamo, así como el asentamiento de El Argar, descubierto y excavado en su práctica totalidad por los hermanos Siret, y responsable del nombre que después adoptaría la cultura desarrollada en esta zona entre los años 2300 y 1650 a. C. Precisamente en El Argar, y durante las campañas impulsadas por Siret, se localizaron cuatro de las cinco diademas de plata, de gran valor arqueológico, halladas en un yacimiento de El Argar. La quinta apareció hace un año en La Almoloya, en Totana.
Gran ilustrador
Al margen de la amplia actividad arqueológica desempeñada por Luis Siret -pese a la marcha de su hermano, continuaría los trabajos de excavación durante décadas-, la gran aportación de este ingeniero reconvertido en arqueólogo es la metodología de trabajo que desarrolla en sus investigaciones. Meticuloso y muy organizado, de sus notas y cuardenos se ha extraído una gran cantidad de información que, atestigua Virginia Salve, ha servido para «sentar las bases de la Prehistoria y la Protohistoria». Siret aplicó, explica la experta, sus conocimientos de estratigrafía y geología al campo de la arqueología, «algo novedoso para la época» y que «ha permitido seguir el rastro de todo lo que excavó», destaca Salve. La prueba de ello figura en los más de dos mil fondos documentales que componen el archivo de Siret y que ahora han sido digitalizados por el MAN.
Entre los documentos -más de 31.000- que integran esos fondos hay dossieres, fotografías, cuadernos de excavación, recortes de prensa, cartas, planos y dibujos. Estos últimos elaborados con gran detalle y la maestría de un gran ilustrador. «Siret fue un adelantado a su tiempo. Anotaba todos los datos de forma muy rigurosa, lo que ha hecho que su archivo tenga un valor incalculable y que hoy podamos seguir sus apuntes como si estuviéramos excavando», detalla Salve. «En muchos casos -añade la responsable- no estaba a pie de excavación. Tenía allí a su capataz, Pedro Flores, y a sus hijos, pero era él quien les marcaba lo que tenían que ir haciendo».
La puesta en valor de su archivo, un proyecto en el que el departamento dirigido por Salve ha estado trabajando durante siete largos años, pretende «hacer visible el trabajo de Siret y ponerlo a disposición de los usuarios. Se trata -dice Salve- de una catalogación profunda pensada para el público investigador pero también para el público general. De hecho, los textos generales no son sesudos», aclara. El proyecto persigue, asimismo, «reivindicar» la figura de Siret en el campo de la arqueología pero también dar a conocer muchas otras facetas del ingeniero belga, quien en sus escritos también recoge una amplia información sobre botánica y geología.
Enterrado en Águilas
A caballo entre Almería y Murcia, donde desarrolló su actividad, la vinculación de Siret con la Región no fue solo laboral. En Águilas fijó su residencia durante un tiempo y fue allí donde, con apenas 28 años, falleció su esposa. El propio Siret, que más tarde se trasladaría a vivir a Cuevas de Almanzora, en Almería, mostró entonces su deseo de ser enterrado en el municipio costero cuando llegara el momento, y es en Águilas donde hoy yacen sus restos.
Para Hernández, la figura de Siret es «fundamental» en el estudio de la arqueología. «Lo que hizo está aún en boga», dice. En la Región, expone, no obstante, la mayoría de los yacimientos en los que trabajó permanecen -salvo excepciones como La Bastida- tal y como él los dejó; solo deteriorados por el paso del tiempo y las acción clandestina de curiosos y expoliadores, puesto que, explica el arqueólogo, no se han desarrollado campañas posteriores.
Es el caso de Ifre, en Mazarrón. Ubicado en un cerro de gran pendiente y en una zona de difícil acceso, este yacimiento argárico no se ha vuelto a excavar, confirma la arqueóloga municipal de Mazarrón, María Martínez Alcalde, desde que Siret interviniera en él. Después, se han hecho estudios sobre el poblado e incluso, explica Martínez Alcalde, algunas prospecciones, pero sin llegar a mover nuevas capas de tierra. El de Ifre es uno de los enclaves más importantes de la zona en los que Siret llevó a cabo tareas de excavación. De él extrajo diversos útiles de bronce y otras herramientas. Hallazgos que, explica la arqueóloga, el propio Siret cita en sus escritos. A la luz también salieron los muros de varias viviendas, así como molinos de cocina y un pequeño lienzo de muralla que discurre por aquellos tramos de más fácil acceso.
La huella de Siret en Mazarrón se extiende también por un amplio conjunto de cuevas y abrigos que datan tanto de la época argárica como del neolítico. Se trata de enclaves como la Cueva del Algarrobo, descubierta por Siret y excavada posteriormente por Juan Cuadrado a mediados del pasado siglo; la Cueva Ahumada, la Cueva Hoyo de Pescadores y Cueva de la Paloma, entre otros.
En total, las excavaciones de Siret, a lo largo de todas las etapas de su vida, abarcaron más de medio millar de yacimientos. A las intervenciones realizadas en Almería y la Región hay que sumar otros trabajos localizados en el sur de Alicante, así como en las provincias de Granada y de Córdoba. Su pasión por la arqueología le llevaría también al norte de África, donde según la información aportada por el MAN habría financiado varias campañas de excavación e incluso enviado hasta allí a uno de los hijos de Pedro Flores, su principal ayudante.
De todos estos enclaves hay referencias en la biblioteca del autor, adquirida, tras la compra a sus herederos, por el Museo Arqueológico Nacional en 1956. Un archivo, concluye Virgina Salve, que contiene información «original» y en su mayor parte «inédita». Hasta ahora.
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