Emilio Lledó, el humanista ejemplar
Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades. Distingue la trayectoria y la obra del filósofo y académico que «impulsa desde el diálogo la convivencia en libertad y democracia»
MIGUEL LORENCI
Jueves, 21 de mayo 2015, 01:38
Emilio Lledó es un «humanista ejemplar» para el jurado que le concedió ayer el premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades. Un galardón dotado con 50.000 euros que el pensador, catedrático y académico recibía «agradecido, orgulloso y anonadado, pero no envanecido». Con 87 años y al pie del cañón filosófico, el premio se suma a otros recientes como el Nacional de las Letras, el Antonio de Sancha que le otorgaron los editores, o el de ensayo Pedro Henríquez Ureña otorgado en México. Unas distinciones que «caen casi al ataque y que a mi edad me dan algo de marcha».
El jurado ve en Lledó a «un pensador de relevancia internacional y de trayectoria ejemplar en el ámbito de las humanidades». «Concibe la Filosofía -decía el acta- como meditación sobre el lenguaje y subraya la tendencia natural del ser humano hacia la comunicación». «Hace suya la razón ilustrada a través de un diálogo que impulsa la convivencia en libertad y democracia», concluía.
Finalista en la edición anterior, que ganó el dibujante y creador de Mafalda, Quino, la candidatura de Lledó fue propuesta por Antonio Fernández de Alba, compañero del filósofo en la RAE. Se impuso a otros 27 aspirantes de 15 países. Entre ellos, el historiador mexicano Miguel León Portilla, el fotógrafo estadounidense James Nachtwey y la periodista británica Christiane Amanpour.
El filósofo recibía el premio trabajando en una conferencia y en el ensayo sobre los afectos, que tiene entre manos. El galardón tiene una especial relevancia para Lledó, un íntegro 'filósofo de guardia' con los pies en la tierra para quien la comunicación y las humanidades «han sido, con todos mis errores y aciertos, el fundamento de mi vida». Satisfecho por «seguir trabajando y mantener los mismos ideales que tuve siempre», cree Lledó «en la importancia de la palabra y la comunicación para construir ese concepto que los seres humanos llaman hoy las humanidades, y que, para los griegos, simbolizaban la idea de justicia, de verdad, de solidaridad y filantropía».
Docencia y decencia
Entre la docencia, la decencia y la convivencia lleva el premiado más de medio siglo empeñado en aproximar la filosofía al lector común. Como experto profesor e intelectual, ha denunciado con reiteración que «el oscurecimiento de las humanidades es la muerte de un país».
Con sus 87 lúcidos años, el autor de 'Memoria de la ética' estima que «la verdadera riqueza es la cultura, lo que tenemos en la mente, y no la economía» y que esa riqueza «se mide por lo que hay en el cerebro de su gente y por la libertad de la enseñanza que enseña esa libertad». El autor de ensayos como 'Elogio de la infelicidad' niega ser un escritor y se presenta como «un profesor que ha escrito unos cuantos libros en torno a mis intereses y preocupaciones, tanto para mis alumnos como para algún otro lector».
De expresión cuidada, sustanciosa y clara, en los textos de Lledó late un vivificante aliento ético y humanista, que quiere acercar el pensamiento a la reflexión sobre las inquietudes vitales individuales, sin perder el rigor filosófico. Para Lledó, la decencia es «una obsesión» de la filosofía clásica y contempla con desazón y la misma desesperanza que percibe en la sociedad ante la galopante corrupción. «Un sinvergüenza con poder es algo muy grave», aseveraba al ganar hace seis meses en Nacional de las Letras.
«La sociedad y los medios deben darse cuenta de la importancia de la educación intelectual, de la lectura y la cultura», apunta como fórmula para sacar a la educación y la cultura de la UVI. Académico además de catedrático -jubilado hace dos décadas-, a su larga labor docente tanto en secundaria como en la universidad, suma Lledó una valiosa obra empeñada en acercar la filosofía clásica al lector común, de Platón y Aristóteles a su crucial trabajo sobre el epicureísmo.
Catedrático de Historia de la Filosofía, disciplina que impartió en Alemania y España, Emilio Lledó Íñigo nació en Sevilla el 5 de noviembre de 1927. Doctorado en Heidelberg, enseñó allí durante quince años. Aquí lo hizo en institutos de Valladolid y en las universidades de La Laguna, Barcelona y Madrid. Titular de la silla ele minúscula de la RAE desde 1993, fue académico bibliotecario y presidió el comité de expertos que elaboró el informe para la reforma de los medios de comunicación de titularidad del Estado en 2005.
En su último destino como profesor, la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), fue vicerrector de la institución. Es autor de más de una veintena de obras y un centenar de trabajos de investigación. En su extensa bibliografía destacan títulos como 'Filosofía y lenguaje', 'Lenguaje e historia', 'El silencio de la escritura' y 'El surco del tiempo'.
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