El pequeño Antonio Larrosa, rodeado de su bisabuelo, padre y abuelo, con los que comparte nombre y primer apellido. Nacho García / AGM
Día del Padre

La crianza también es cosa de ellos

El papel del hombre en el cuidado de los menores cobra fuerza con los avances sociales de las últimas décadas: «Mi abuelo nunca lo hizo con sus cinco hijos, pero yo me he hinchado a cambiarle los pañales al mío»

Domingo, 17 de marzo 2024, 07:17

La crianza ya no es solo cosa de mujeres. El papel de los padres en el cuidado de los hijos ha cobrado protagonismo en los ... últimos tiempos debido a los cambios que ha ido experimentado la sociedad. Los avances culturales y legislativos de las últimas décadas han marcado la evolución de la paternidad, contribuyendo a que los hombres den un paso al frente y compartan protagonismo con las madres, que históricamente han asumido la responsabilidad de los vástagos de la familia, renunciando en muchos casos a su desarrollo en otras esferas vitales, sobre todo en la profesional.

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La copaternidad va ganando peso, independientemente de la relación que mantengan los progenitores. Una tendencia emparejada al camino hacia la igualdad de género y a los cambios en el modelo de familia, donde la estructura tradicional ha derivado en nuevas –y muy diversas– realidades en las que sigue primando como objetivo principal el bienestar de los menores de la casa.

«Existe una predisposición natural a que los hombres ejerzan la paternidad de forma activa, pero también hay cierta resistencia porque la sociedad española tiene mucha carga patriarcal y el papel masculino en la crianza es renuente. Es decir, que el hombre no se ha incorporado con plenitud en la práctica», destaca Francisco Chacón, catedrático emérito de Historia Moderna de la Universidad de Murcia.

«Se va normalizando que un padre lleve a su hijo al médico o al colegio sin que la gente se pregunte dónde está la madre. Es un avance social que va calando en la población»

Francisco Chacón

Catedrático emérito de Historia Moderna. Universidad de Murcia

«Sin embargo, los padres van asumiendo sus responsabilidades y, poco a poco, está cuajando ese concepto de compartir los compromisos que implica la paternidad», destaca el historiador experto en familia.

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Aunque asegura que queda camino por recorrer, Chacón resalta que «la figura paterna va progresando en la línea de conseguir la igualdad en la crianza y ahora los hombres tienen un papel mucho más protagonista para sacar adelante una familia y ocuparse del cuidado de los menores». Lo que interpreta como «un signo de avance social, ya que el corsé ligado al qué dirán se rompió hace tiempo y ahora hay una expresión libre de la sociedad».

Cambio en las relaciones

En este sentido, el historiador señala que «se va normalizando que un padre lleve a su hijo al médico o al colegio sin que la gente se pregunte dónde está la madre y eso va calando en la población. Si nos paramos a pensar, hace 20 ó 30 años no estaba bien visto que las parejas vivieran juntas sin estar casadas». Situación que en la actualidad podría resultar sorprendente de ser al contrario, ya que la tendencia es que antes de comenzar un proyecto en común, hayan compartido techo antes. «En estos avances siempre hay resistencias, pero si hacemos un recorrido histórico de los últimos treinta años, se puede apreciar el cambio que han experimentado las relacione s sentimentales».

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Una nueva realidad social que se refleja en familias de la Región de Murcia como la de los Larrosa Sánchez y los Nicolás Mayor, donde tres generaciones de padres –todos de la misma línea genealógica–confirman a través de sus experiencias personales la evolución del papel del hombre en la crianza de los hijos, con motivo del Día del Padre, que se celebra el próximo martes.

«Cuando surgió la custodia compartida, se veía desde la extrañeza porque la sociedad no entendía que un hombre luchara por tener la responsabilidad de cuidar de los hijos»

Marcos Bote

Profesor de Sociología de la Universidad de Murcia

«Mi abuelo nunca lo hizo con sus cinco hijos, pero yo me he hinchado a cambiarle los pañales al mío», cuenta Antonio Larrosa, el tercero de una saga del barrio murciano de Vistalegre con origen en La Albatalía que comparte nombre y primer apellido con su abuelo, su padre y su hijo. «A mi abuela Caridad le hacía ilusión tener en la familia cuatro generaciones de Antonio Larrosa; somos muy poco originales», apunta este padre de 33 años que desde hace siete está inmerso en el cuidado de su pequeño, ya que la madre falleció y sobre él recae toda la responsabilidad.

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«Reconozco que cuando me enteré que mi pareja estaba embarazada, me quedé un poco en 'shock' porque no me lo esperaba en ese momento. Entonces no tenía la estabilidad laboral que siempre he considerado necesaria para ponerme a criar. Sentía miedo de no poder darle todo lo que necesitaba, pero, ante la adversidad, tiré de creatividad para buscar ingresos y encontré trabajo como repartidor de plataformas digitales. Es algo instintivo salir adelante. Te entra mucho respeto, aunque tenía claro que debía dedicarme al crío y darle todo mi amor. Cuando le vi la cara por primera vez, reconozco que me derretí. Es lo mejor que me ha pasado», asegura de la que valora como «la experiencia más emocionante» de su vida.

Echando la vista atrás, recuerda cómo difiere de la suya la situación a la que se enfrentaron sus progenitores cuando la paternidad llamó a su puerta. «Cuando yo nací, mis padres estaban casados, tenían su casa y sus trabajos. Un escenario mucho más propicio y normalizado para traer al mundo a un hijo que en el que yo me encontraba cuando llegó el mío. Mi madre era la que estaba en casa porque se dedicaba al negocio familiar y tenía más flexibilidad para conciliar, pero mi padre se pasaba todo el día fuera por su empleo. El estereotipo de la mujer en casa y el hombre trabajando para mí no existe, ya es historia», afirma.

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La experiencia con la paternidad del bisabuelo, abuelo y padre del pequeño Antonio es un reflejo de la evolución del papel de los hombres de esta estirpe en la crianza

Larrosa Sánchez

Cuatro generaciones con el mismo nombre y primer apellido

Respecto al cambio de tendencia social, considera que «antes, los hombres tenían un papel secundario en la crianza de los hijos y me parece lógico que hoy en día haya igualdad. Que los niños sientan la presencia del padre y la madre en su desarrollo es positivo porque les aporta más referentes y un concepto completo de lo que es una familia. Da igual cómo esté estructurada, siempre y cuando ambos transmitan los valores de unidad y buenas relaciones, aunque la pareja haga su vida por separado».

Custodia compartida

Una situación que Antonio ha vivido en sus propias carnes, ya que sus progenitores se divorciaron cuando él era adolescente, según explica su padre, el segundo Antonio Larrosa de la estirpe. «Su madre y yo terminamos nuestra relación hace veinte años y entonces no existían las custodias compartidas, aunque yo la solicité. En aquella época, era prácticamente imposible que un juez te la concediera y no he podido vivir la paternidad como me hubiera gustado. Antes, cuando un matrimonio se divorciaba, el padre perdía al hijo», lamenta este reparador de electrodomésticos de 57 años.

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En esta línea, el profesor de Sociología de la Universidad de Murcia Marcos Bote, coincide en que «cuando surgió el movimiento de la custodia compartida, se veía desde la extrañeza porque la sociedad no entendía que un hombre peleara por tener la responsabilidad de cuidar de los hijos. Y, por lo general, el juez acababa dándosela a la madre, sin que los hombres tuvieran la oportunidad de ejercer de padres».

Permiso de paternidad

Para Bote, otro factor determinante en la evolución del papel del hombre en la crianza es la equiparación del permiso por nacimiento y cuidado de menor para ambos progenitores –de 16 semanas en la actualidad y con la ampliación a 20 en el horizonte tras el compromiso del Gobierno de España–. «Es un cambio legislativo que fuerza que la sociedad responda. Venimos de un rol de la madre muy marcado en el que el cuidado de los hijos se le atribuía a ella. Somos una sociedad que se resiste al cambio, incluso siendo beneficioso. De hecho, al principio había mujeres que criticaban que los hombres tuvieran las mismas semanas de permiso».

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Bartolomé y Concha tuvieron tres hijos de los que se encargó la madre y hoy en día ven con muy buenos ojos que sus nietos varones estén implicados en el cuidado de los críos

Nicolás Mayor

Del trabajo en la tierra del bisabuelo a la crianza de Enya

Poniendo el foco en el futuro, el sociólogo considera que «los chicos más jóvenes tienen menos miedo y aceptan con más normalidad el reparto, pero en las estadísticas aparecemos como feministas no practicantes. Ven con más naturalidad involucrarse emocionalmente con los hijos, pero es más una convención que una convicción». A la pregunta de si estamos en el camino hacia la igualdad social, Bote responde que, al menos, sí en la forma de entender la diversidad del concepto actual de familia».

Pluralidad que no existía en los tiempos del más longevo de los Larrosa. A sus 83 años, es padre de cinco hijos –Antonio, Caridad, Ángel, Alberto y Pilar–, además de atesorar el titulo de bisabuelo, lo que define orgulloso como «un regalo que me ha hecho la vida».

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Cuatro generaciones. El pequeño Antonio Larrosa, de siete años, arropado por su bisabuelo, su padre y su abuelo (con los que comparte nombre y primer apellido), en la casa del barrio murciano de San Antón donde vive. Nacho García / AGM

«La mata no daba para tanto»

Cuenta que cuando se casó con su esposa, esta tuvo que dejar su trabajo como taquillera de los Cines Iniesta. «La historia ha cambiado mucho, en aquella época la mujer no podía trabajar si contraía matrimonio. Ella se tuvo que quedar en casa y yo me pasaba todo el día trabajando para ganar un duro», rememoraba poco después de hacer la compra en el mercado. «Ahora me toca ser amo de casa porque mi mujer se cayó un porrazo y desde entonces soy yo quien lleva las riendas del hogar, pero antes nunca me había ocupado de las tareas domésticas», reconoce este risueño murciano que trabajó durante más de dos décadas como fotograbador en el desaparecido periódico Línea.

«Como la mata no daba para tanto, me dejaron una furgoneta con la que repartía frutos secos por los bares cuando salía del periódico. Y los fines de semana, me busqué faena de fotógrafo de bodas, bautizos y comuniones», detalla sobre su vida laboral. Respecto a la introducción activa de la figura masculina en la crianza, Antonio considera que «la historia ha cambiado mucho y ha ido a mejor porque el hombre antes no participaba y está claro que hay que compartir la faena». Sobre su nieto, solo tiene palabras de admiración. «Es muy buena persona y tiene mucho mérito cómo está criando él solo a su hijo».

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La estirpe de Bartolomé

En la casa de los Nicolás Mayor, ubicada en La Matanza de Santomera, también es evidente el cambio en la forma de afrontar la paternidad generación tras generación. Bartolomé es el cabeza de familia y, a sus 92 años, conserva una valiosa memoria que le permite recordar con detalle lo vivido en su extensa trayectoria. «Gracias a Dios, lo mejor que tengo es la cabeza», confirma.

Se crió en La Gineta, en el término municipal de Fortuna, y se casó con Concha el 6 de septiembre de 1958, fecha que tiene grabada a fuego y con la que lleva décadas jugando a la lotería, a pesar de que nunca le ha tocado ni un pellizco de premio. Con su mujer tuvo tres hijos: Bartolomé, Conchita y José, que le han dado ocho nietos y cinco bisnietos, a los que se refiere como «el tesoro de la casa».

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Mirando al pasado, Bartolomé recuerda la «ilusión grandísima» que sintió hace 64 años cuando llegó al mundo su primera criatura. «Nació aquí en la casa, encima de dos colchones de paja. Y nos ha salido muy buen zagal», detalla este hombre del campo que dice haber trabajado mucho cultivando la tierra y criando cochinos. «He tenido huerto de limoneros toda la vida y me he dedicado a la agricultura de sol a sol, pero siempre me he sentido alegre y satisfecho. Ahora los jóvenes van muy estresados, aunque tengan más comodidades», reflexiona sobre la evolución de la sociedad, que aprecia a través de sus descendientes.

'Perricas' para la casa

«Los padres de hoy en día están muy encima de los hijos, pero yo no podía pasar mucho tiempo con los míos porque tenía que traer 'perricas' a la casa y mi mujer era quien llevaba el peso de la crianza. Yo nunca les he limpiado el 'culico' a ninguno de ellos». Su primogénito, 'el Nene' de esta familia santomerana, siguió el patrón de la época. «Cuando vine de hacer el servicio militar, me hice una casa, me casé y enseguida llegó el primer hijo. La estructura era parecida a la de mis padres, yo salía a trabajar y mi mujer se quedaba en casa con los críos».

Para Bartolomé hijo, «el reparto de la responsabilidad en el cuidado de los menores es un paso adelante muy importante en la sociedad porque así los niños perciben la igualdad en la distribución de las tareas». Una realidad que aprecia por su hijo David, que tiene a la pequeña Enya, de 6 años. Una niña que recibe la misma atención y cariño por parte de su madre que de su padre.

«Desde el minuto cero, he estado muy implicado en cada uno de sus pasos. Su nacimiento fue un sueño hecho realidad para su madre y para mí, y siempre lo hacemos todo en equipo», explica David, de 38 años. «Recuerdo que cuando era pequeño, había días que no veía a mi padre porque se pasaba todo el tiempo trabajando y estaba deseando que llegase el fin de semana para estar con él. Sé que mi hija no va a tener nunca esa sensación ya que, por suerte, los tiempos han cambiado y yo sí puedo disfrutar de ella».

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