La joven Marta Jiménez, en su casa de Santomera, ayer. JOSÉ LUIS ROS CAVAL / AGM

El conflicto que azota Senegal arruina el sueño de Marta

La santomerana, de 17 años y voluntaria con España Rumbo al Sur, vuelve antes de lo previsto tras la detención de un líder local

Sábado, 5 de agosto 2023, 00:23

Un vaso de leche «de verdad» y un bocadillo de jamón. A Marta Jiménez, santomerana de 17 años, se le iluminan los ojos al pensar en las dos primeras cosas que hizo ayer al pisar territorio español, después de no haber pegado ojo en toda ... la noche en un recinto reservado para peregrinos en el aeropuerto de Dakar.

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Ella, única murciana en la expedición, y otros 139 chavales de toda España, están siendo evacuados del país senegalés desde el lunes pasado, momento en el que la organización del programa juvenil España Rumbo al Sur decidía que peligraba la movilidad y seguridad del grupo por los conflictos internos del país, derivados de la detención del líder senegalés Ousmane Sonko, principal azote político del presidente Macky Sall, el pasado día 28 de julio y tras ser acusado de fomentar la insurrección y la violencia en las calles de Dakar. Esta situación interna inestable, sumada a los avisos sobre cierres aéreos que están propagándose por toda África Occidental desde el golpe de Estado ocurrido en Níger el pasado 26 de julio, llevaron a los organizadores del proyecto a elaborar un plan de evacuación por oleadas, desde el aeropuerto de Cap Skirring a Dakar y de ahí a Madrid, días antes de la vuelta oficial, prevista para el próximo martes. Ayer, en el momento de cerrar esta edición, estaban a la espera de recibir en Madrid a 40 adolescentes que aún permanecían en Senegal, junto a una treintena de miembros de la organización.

«No he tenido miedo, aunque me asusté un poco cuando, intentando pasar de Senegal a Gambia, nos paramos en una barricada hecha de troncos en la que había personas con machetes». Con serenidad, cuenta desde su casa, arropada por su familia en una fiesta de bienvenida anticipada que celebran con las puertas abiertas del bajo-garaje, que ha perdido 5 kilos desde el 19 de julio. Después de la EBAU y el accidentado viaje, Marta solo piensa en «comer y descansar».

Ha perdido 5 kilos desde el 19 de julio, pero afirma con entereza que no ha sentido miedo, aunque ha vivido momentos tensos

Ha entrado en listas de Ingeniería Biomédica, aunque cruza los dedos para pasar el corte de septiembre y entrar finalmente en Enfermería. Cuenta que siempre había soñado con ir a África, y que buceando por las redes dio con España Rumbo al Sur a principios de año. Desde entonces, con determinación y esa ligereza de pies que da la juventud, envió un vídeo de presentación de 'candidatura' y fue pasando todas las fases hasta ser una de las 140 voluntarias seleccionadas. No fue para ella un impedimento tener que realizar una campaña de captación de fondos para pagarse la expedición. «Hice una rifa de objetos que me dieron en los comercios de Santomera, y di clases particulares, de casi todo, a compañeros de mi hermana», cuenta orgullosa. Y mira de reojo a la pequeña Sofía, de 11 años, que no pierde de vista a su hermana mayor desde que ha llegado a casa, al igual que sus padres, Juana María Mayor y José Antonio Jiménez.

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También recuerda con satisfacción el periodo de entrenamiento en supervivencia que recibieron todos los voluntarios el pasado mes de junio en la base militar de Cerro Muriano, en Córdoba. Allí, relata Marta que les enseñaron desde disciplina, con madrugones a las 6.30 de la mañana, a mantenerse con raciones escasas de comida y a arrastrarse por el suelo. Para ella, el Ejército les ha dado un plus de seguridad.

Desconexión digital

«Hemos comido y bebido; más cuando había más y menos cuando había menos», sonríe, recordando la leche en polvo que ha tenido que beber en el país africano. Asegura que uno de los aprendizajes que guarda es, precisamente, uno de los objetivos del programa juvenil: «Valorar lo que tenemos en países como España, el papel higiénico, por ejemplo, o abrir un grifo sin tener que esperar a que salga agua».

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Los 140 voluntarios han recorrido desde el 19 de julio buena parte de Senegal. Su labor ha consistido, sobre todo, en cuidar peques, «la mayoría niños que querían jugar al fútbol», y en limpiar los colegios senegaleses en los que han dormido la mayor parte de los días, a veces «con poco más que una esterilla y una mosquitera».

La falta de comunicación privada ha sido otra constante del viaje. «Mi móvil se quedó en Madrid, en la organización». Ahora, su plan de verano, insiste, pasa solo por «comer y descansar».

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