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Concepción Martínez Romero 'Chitina', una mamá «osa polar» que abraza la vida con pasión
Perfil

Concepción Martínez Romero 'Chitina', una mamá «osa polar» que abraza la vida con pasión

La matrona, reconocida como Mujer del Año en los Premios 8 de Marzo, es un ejemplo de entrega a los demás y ha asistido más de 6.000 partos

Domingo, 9 de marzo 2025

Quería ser ginecóloga y se matriculó en Medicina, pero se le resistió la Bioquímica y la vida le marcó el camino hacia Enfermería para acabar convirtiéndose en matrona. Un oficio por el que siente pasión al que se ha entregado en cuerpo y alma. Concepción Martínez Romero (Murcia, 1958), a quien todos conocen como Chitina, ha sido reconocida como Mujer del Año en los Premios 8 de Marzo de la Comunidad por su incansable espíritu de dedicación para mejorar la vida de los demás.

Calcula que en sus 44 años de carrera habrá asistido más de 6.000 partos y cuenta que en todas estas experiencias cara a cara con el milagro de la vida ha sentido la misma emoción que las primeras veces. Asegura que los más especiales han sido los alumbramientos de sus nietos, a quienes ha dado la bienvenida al mundo con sus manos. Son sus «cuatro amores», los responsables de que le revoloteen «'mariposillas' en el estómago».

Nació en el barrio murciano de San Andrés, pero el trabajo de su padre como tesorero en la Administración local hizo que pasara su infancia en Alhama y Águilas. A los doce años se trasladó a Orihuela, el último destino laboral de su progenitor, donde hizo su pandilla y conserva amigos a los que considera familia. Chitina es la mediana de cinco hermanos a los que sus padres, Juan Antonio y Conchita, les inculcaron la importancia de «ser buena persona y ayudar siempre a los demás».

Fundó la Asociación de Familiares de Niños con Cáncer de la Región de Murcia y forma parte de la ONG Cirugía Solidaria

Su primer trabajo después de hacer la especialidad en la Escuela de Matronas de Santa Cristina de Madrid fue en Redován, localidad de la Vega Baja que Chitina revolucionó en los años 80 con sus ganas de mejorar la vida de las mujeres de la zona. Como estar de brazos cruzados nunca ha sido lo suyo y ya no había partos en las casas, improvisó una clínica en la residencia de unos íntimos amigos de sus padres hasta que consiguió hacerse un hueco en el consultorio donde trabajaban el médico y el practicante de la época. Y para darse a conocer, además de pegar carteles para anunciar su llegada al pueblo como matrona rural, tiró de la televisión local por cable, que le sirvió de altavoz para llegar al colectivo femenino.

A base de mucho tesón, logró poner en marcha las clases de preparación al parto para embarazadas y pudo acompañar a las puérperas durante todo el proceso, incluido el momento de dar a luz en el ya desaparecido Hospital Virgen de la Salud. Un segundo trabajo que le brindó la oportunidad de acompañar a las mujeres en todas las etapas de la concepción. En aquella etapa, de la que conserva muy buenos recuerdos, conoció al padre de sus cinco hijos, de quien reconoce que se enamoró «locamente».

Desembarcó en La Arrixaca en 1989, cuando las madres de niños hospitalizados se separaban de sus pequeños y los hombres no entraban a los paritorios. Situaciones que consiguió cambiar y que contribuyeron a la humanización de la sanidad en la Región. Animada por sus compañeros, en el año 2000 se postuló como supervisora de partos y después fue coordinadora del Materno Infantil, hasta que se convirtió en subdirectora de Enfermería de esta pieza clave del hospital. Como gestora, siempre apostó por «escuchar a todo el mundo y fomentar el trabajo en equipo».

El golpe más duro que le ha dado la vida fue la pérdida de su única hija, con la que pasó diez meses de lucha en el Vall d'Hebron de Barcelona cuando en La Arrixaca aún no existía la Unidad de Oncohematología Pediátrica. A pesar de estar rota, decidió poner en marcha, con otras cuatro familias, la Asociación de Familiares de Niños con Cáncer de la Región de Murcia (Afacmur) hace treinta años. Una «vía de escape» que le ayudó a darle sentido a lo que le había pasado y que, junto a la ONG Cirugía Solidaria –con la que lleva tres lustros viajando a África para ayudar a los más desfavorecidos–, le ha ayudado a completarse del todo. Pedacitos del corazón de esta mamá «osa polar», como le gusta definirse, a la que le encanta abrazar la vida con pasión, aunque a veces duela.

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