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Arriba, Resurrección rociando con insecticida el porche de su casa, lleno de mosquitos. Abajo, Ezi, otra vecina, cerrando una mosquitera.

«Las latas explotan como cohetes»

Doscientos vecinos de Halcón Foods sufren mal olor y una plaga de mosquitos y cucarachas por la descomposición de miles de envases

Jorge García Badía

Sábado, 30 de mayo 2015, 00:59

En la casa de Encarnación Pérez cada día se sientan a comer a la mesa, ella, su madre, Juana Cortés, de 93 años, y un enjambre de mosquitos. La explicación a esta insalubre situación está justo en la acera de enfrente, en la fábrica de Halcón Foods, en concreto en la zona de almacén donde hay acumuladas miles de latas de conservas de alcachofas, albaricoque en almíbar y mermeladas, que han caducado y literalmente están explotando. «Las latas pegan 'crujíos', parecen cohetes», clama Encarna mientras rocía el salón de insecticida. En su casa, como en el resto de la calle San Antonio, todas las puertas y ventanas están cerradas.

«Es para evitar que entren y nos piquen, ya me he gastado 40 o 50 euros en productos y enchufes antimosquitos para el salón, las habitaciones...». El mismo panorama hay en la calle San Fernando, justo en la parte de atrás de Halcón Foods. «Estamos amargados, no podemos ni salir al porche de casa», cuenta Resurrección Pérez. «Tengo dos hijos, de 7 y 11 años, con picaduras y tragándose el olor de los insecticidas».

Todos los días tienen que fumigar la casa tres veces (mañana, tarde y noche) porque hay insectos por el marco de la puerta, las ventanas, el aseo, los grifos... «Nos gastamos 3,30 euros diarios en botes para repelerlos». El asunto se veía venir desde el 2 mayo de 2014, cuando Ezi Sales, vecina de la calle San José, denunció al Ayuntamiento «un olor desagradable». Los vecinos llevan un año alertando de este problema con firmas y escritos presentados colectiva e individualmente. Ezi lleva presentados nueve escritos. El último data del pasado martes, y directamente pedía al Consistorio: «¡Solución ya!».

En la calle de esta vecina, que está pegada al almacén de la empresa, los residentes se han visto obligados a comprar poliuretano para sellar las rejillas de la puerta y los conductos de ventilación que dan a sus casas. Solo ha sido un parche, porque por el alcantarillado salen cucarachas y ratas. «Hemos llegado a ver a las ratas correr por nuestros tejados, van como Pedro por su casa», denuncia Resurrección.

Halcón Foods dejó de producir en la primavera de 2012 pero, según ha podido saber este diario, parte de las latas acumuladas datan de 2007. En la zona de almacén hay enormes charcos de almíbar y mermelada que atraen todo tipo de insectos, nubes de mosquitos, palés hundidos con conservas en estado de descomposición (piña y mandarina) y hay zonas del techo que se han desprendido. «Las latas están explotando porque han pasado cinco o seis años, están caducadas y se van abombando», indica José Gómez, que durante treinta años trabajó en Halcón Foods. Primero sufrió la quiebra de la empresa y ahora los olores y la plaga de insectos porque vive al lado. Al igual que Ezi, empleada durante trece años: «Comenzamos con los olores el pasado verano y desde marzo tenemos mosquitos, cucarachas y ratas. La situación empeora conforme hace más calor».

300 euros de luz

La 'zona cero' afecta a unos 200 residentes en las calles San Antonio, San Fernando, San José y Severo Ochoa. «Puede haber unas 40.000 latas almacenadas», calcula José. «La única solución es sacar toda la carga del almacén, limpiar y desinfectar», apunta Ezi. Justifica esta medida «porque a la media hora vuelven, esto es inhumano entre el olor y los mosquitos. El pasado verano me gasté 300 euros en luz por el aire acondicionado. ¿Eso quién me lo paga?».

La futura alcaldesa habla

De hecho, el problema está afectando a la economía familiar de los vecinos que en sus escritos exponen que «llevo mucho dinero gastado en insecticidas y esto no puede seguir así». Es el caso de pensionistas como Rosario Pérez, que se ha visto obligada a instalar mosquiteras en todas las ventanas de casa. «Estábamos comiendo y se nos metían las moscas. No se puede salir a tomar el fresco, las cucarachas suben por el techo...», relata asqueada.

Los vecinos advierten a la empresa y las administraciones de que están dispuestos «a lo que sea para no pasar otro verano igual». La alcaldesa electa, María José Pérez Cerón, avanza que en cuanto tome posesión de su cargo se dirigirá al juzgado «para que tome cartas en el asunto lo más urgente posible. Esto es inasumible, es como aguantar a un cadáver en estado de descomposición».

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