De los aplausos de las ocho de la tarde a los insultos, las amenazas y los malos modos. La larga crisis sanitaria ha derivado ... en un clima cada vez más enrarecido, especialmente en Atención Primaria, con un incremento de las agresiones a los profesionales. En los primeros quince días del año se han registrado 18 incidentes, según los datos que maneja el Sindicato Médico, y en 2020 y 2021 se batieron récords, con 391 sanitarios agredidos en cada ejercicio. Así consta en la estadística facilitada por el Servicio Murciano de Salud (SMS). Se trata de las cifras más altas de la última década.
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Los profesionales del centro de salud Totana Sur se encontraron el pasado viernes con una pintada –'stop al terrorismo sanitario'– que causó estupor. Los hechos fueron denunciados por Comisiones Obreras. «La incoherencia máxima a la que podemos llegar es que, por una mala gestión logística y ausencia de recursos, la sociedad pase de aplaudir el esfuerzo de los sanitarios a considerarlos terroristas», advirtió Miguel Ángel López, secretario general de la Federación de Sanidad de este sindicato.
La agresividad de algunos usuarios –afortunadamente, una minoría– va a más. Durante la primera semana del año, un energúmeno rompió el cristal de la puerta de entrada al centro de salud Águilas Sur de un puñetazo. «Hay gente que viene muy disgustada, y yo lo entiendo. Las colas son enormes y no damos abasto para coger el teléfono. Somos seis compañeros para atenderlo todo», explica Toñi, una de las administrativas de este centro. El malestar por la situación de colapso es comprensible, pero las reacciones de violencia verbal, o incluso física, no tienen justificación alguna. «Nos insultan y nos dicen de todo: que no servimos ni para coger tomates, y cosas así», lamenta Toñi.
El resto de profesionales del centro también son víctimas de esta deriva. «El viernes pasado, un hombre le dio un manotazo a una enfermera que le iba a hacer una PCR a su hijo; le tiró al suelo el palo con el que se recoge la muestra, y tuvo que interponerse un compañero», relata la administrativa.
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Los incidentes se repiten por toda la red de Atención Primaria. En el servicio de Urgencias de Atención Primaria (SUAP) de Águilas, un médico presentó una denuncia ante la Guardia Civil tras sufrir una agresión hace dos semanas. «Por el protocolo Covid, los pacientes tienen que esperar fuera y se les hace una prueba. Una mujer que llevaba diez o quince minutos aguardando se puso a protestar y perdió el control. Se encaró con el celador y la enfermera, y yo salí a pedirle que bajara la voz», cuenta el profesional. La paciente reaccionó volcando en él toda su agresividad. Hubo amenazas e insultos racistas. «Me dijo que ojalá me muriese de Covid», recuerda el médico, todavía en 'shock'. Para cuando acudió la Policía, la mujer ya se había marchado.
«Yo vengo a trabajar para ayudar a las personas; me sigue gustando mi profesión y creo que lo estoy haciendo bien. Pero estamos sufriendo un proceso de desgaste, cada vez estamos más quemados, y encima suceden este tipo de cosas. Hay muchos compañeros de baja por toda esta presión. Somos personas, tenemos familia, sentimientos; no soy un robot que pueda estar haciendo mi guardia de 24 horas sin parar a comer, a dormir o a ir al aseo», reflexiona este profesional, que ha llegado a acumular tres guardias a la semana en Navidad.
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Primaria lleva casi dos años plantando cara al virus, desbordada, pero todavía hay quien cree que los centros de salud estuvieron cerrados durante la primera ola, con los trabajadores mano sobre mano. La realidad, sin embargo, es que muchos sanitarios siguen teletrabajando desde sus casas incluso infectados, para tratar de evitar que el colapso vaya a más. En Zeneta, un pediatra se ofreció la semana pasada a realizar consultas telefónicas tras sufrir un esguince de tobillo, en lugar de cogerse la baja. La respuesta de un padre, cuando recibió la llamada del profesional, fue una amenaza de muerte. «Voy a coger una escopeta y fusilaros a todos», le espetó. El desencadenante de esta violenta reacción: que a su hijo, perfectamente sano, se le retrasaba una semana una revisión. «Sufrimos una presión inmensa, y cada vez hay más agresividad», resume Miguel Ángel Rodríguez, el coordinador del consultorio de Zeneta.
Los sindicatos piden a la Administración que tome cartas en el asunto para atajar este deterioro de la convivencia y del clima laboral. «Hay falta de médicos y ahora también de enfermeros; el personal se ha visto desbordado. Los usuarios tratan de contactar con los centros de salud y tienen la sensación de que nadie les coge el teléfono. Pero no se les atiende porque la línea está ocupada y no se puede asumir esa cantidad de llamadas», denuncia Julia Martínez, secretaria de Comunicación de la Federación de Sanidad de CC OO. En el centro de salud Molina de Segura Sur se llegaron a recibir, el lunes de la semana pasada, 1.501 llamadas telefónicas, una cifra completamente inasumible.
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Soledad Guillén, vicepresidenta del Sindicato Médico, coincide en este análisis, y denuncia además la falta de información por parte de Salud. «No se dan instrucciones claras a la población, y la gente no sabe qué tiene que hacer, ni dónde debe dirigirse. Hay cambios de protocolo continuos, y los sanitarios somos los primeros que lo sufrimos».
También la Asociación de Usuarios de la Sanidad incide en este aspecto. «Este deterioro tiene mucho que ver con el desconocimiento de cómo están funcionando los centros de salud. La Comunidad no ha sabido comunicar qué implica que un centro esté en nivel rojo, naranja o amarillo», lamenta María Teresa Martín, presidenta de esta organización.
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Para denunciar los problemas de accesibilidad y los retrasos en la atención que se están produciendo, los pacientes tienen la vía de los servicios de Atención al Usuario, donde pueden poner reclamaciones. Encararse con el trabajador que les atiende no conduce a ninguna parte, recuerda Julia Martínez, de CC OO. La Asociación de Usuarios apela a una «comprensión mutua» entre pacientes y profesionales y pide «hacer pedagogía», porque, a un lado y al otro del mostrador de Admisión o de la consulta, todos sufren las consecuencias del colapso sanitario.
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