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Son uno de los complementos para estar por casa más apreciados y cuyo uso no pasa de moda. Lisas, con dibujo, a cuadros, estampadas, con 'brillibrilli', decoradas a base de frases motivadoras o escudos de equipos de fútbol, con suela de goma o microporosa, abiertas, cerradas, con cuña, planas... La variedad es amplia en lo que se refiere al universo de las zapatillas, el producto estrella de una tienda familiar del barrio murciano de Vistalegre.
«Tenemos más de 4.000 pares de unos doscientos modelos diferentes», destaca Antonio Ballester, el fundador de un negocio que acaba de cumplir 37 años y que goza de muy buena salud gracias a «los clientes de toda la vida» como Carmen Lucas, que reconoce que lo primero que hace cuando llega a casa es ponerse el calzado que no tiene rival respecto a calidez y comodidad. «Nada más entrar por la puerta voy directa a por las zapatillas; me produce una sensación de alivio muy satisfactoria», apunta mientras echa un vistazo a las decenas de pares de pantuflas que predominan en las estanterías del establecimiento.
«Yo soy de comprar en los comercios tradicionales porque me da más seguridad y, además, me atienden mucho mejor que cuando voy a una gran superficie», explica esta vecina de La Flota. «Desde que era joven, siempre he tenido mis tiendas de confianza, donde me conocen bien y saben cuáles son mis gustos. Mi hija tiene mucho arte para comprar por internet, pero yo prefiero venir a la tienda porque me gusta el contacto cara a cara».
Rita Ruiz también ha encontrado en esta zapatería un lugar donde siempre consigue lo que busca. «Me encanta venir aquí, es donde nos calzamos siempre», afirma. Acompañada de su hija Paqui, esta mujer de 85 años, opta por llevarse exactamente el mismo modelo y color de las zapatillas que estaba usando hasta ahora. «En cuanto vuelva a mi casa las voy a estrenar y tiraré las viejas, que he llevado en la gloria».
En el caso de Eugenia Kruzhkova, no conocía la tienda ni tenía intención de visitarla, pero acabó entrando y mostrándose muy sorprendida por la variedad de calzado de estar por casa. «Para mí, las zapatillas son muy importantes», decía mientras hacía tiempo hasta que su suegra saliera del médico.
El trasiego que caracteriza a la zona es un gran aliado para este negocio, ubicado junto al Morales Meseguer. «Muchos vienen al hospital y no saben que se tienen que quedar ingresados y también hay gente a la que se le olvida traerse zapatillas y se acercan a comprarnos», cuenta Inma Ballester, la hija de Antonio y relevo generacional en el comercio.
A sus 28 años, lleva desde que cumplió la mayoría de edad detrás del mostrador. Aunque ya tenía experiencia previa al haber hecho sus pinitos jugando a ser tendera cuando era niña, ya que se ha criado entre cajas de zapatos. «Tengo muy buenos recuerdos de mi infancia haciendo los deberes con mi hermano en la trastienda». A pesar de que a Antonio aún le quedan unos años para jubilarse, es Inma quien lleva actualmente las riendas del negocio. «Le gusta y vale. Los clientes la buscan a ella porque da un servicio excelente», avala su padre visiblemente emocionado. «Si ella no siguiera, me daría mucha pena tener que cerrar después de tantos años de esfuerzo y sacrificio».
Al pedirle asesoramiento a la hora de comprar unas zapatillas, se nota que domina el tema. «Hay muchos factores a tener en cuenta, aunque lo ideal es probártelas y que sean las zapatillas las que te elijan a ti», indica. «La suela puede ser de goma, que no resbala, o microporosa, ideal para quienes tienen parqué y no quieren hacer ruido con el chancleteo», comenta.
Respecto al tejido, sostiene que «el paño triunfa en la temporada de invierno, aunque también hay de tela y de licra ortopédica, un género más enfocado a la gente mayor, que prefiere que la suela tenga un poco de cuña y que sean cerradas para llevar el pie más sujeto y evitar tropiezos».
Asegura que le encanta su trabajo y se nota en la pasión que pone cada vez que un cliente se acerca a la zapatería. Aunque muchos son vecinos que simplemente pasan a saludarla y a acariciar a 'Orus', un 'husky' siberiano que guarda la puerta y que se ha ganado el cariño del barrio.
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Fermín Apezteguia y Josemi Benítez (ilustraciones)
Iker Cortés | Madrid
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