José Antonio y Francisco López, en su tienda de plumas, uno de los negocios más antiguos de la ciudad de Murcia. Vicente Vicéns/ AGM

Vestigios analógicos que no pasan de moda

Plumas estilográficas y relojes de cuerda resisten en un mundo cada vez más digital: «No solo compran coleccionistas»

Jueves, 9 de mayo 2024, 00:27

La era digital no ha conseguido desbancar a artículos analógicos de toda la vida que resisten al vertiginoso envite de las nuevas tecnologías. Las plumas ... estilográficas y los relojes mecánicos que funcionan a cuerda son algunas de esas reliquias. Aunque escribir a mano es una práctica cada vez menos habitual con el uso de los dispositivos electrónicos y la caligrafía está en peligro de extinción, las plumas no han pasado de moda con el devenir de los años.

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Un instrumento al que no solo recurren los coleccionistas. «El perfil del cliente es muy variado. Tenemos profesionales como médicos, notarios, abogados que las usan a diario. Pero también estudiantes y gente de pueblo que se dedica a la agricultura y viene a comprar plumas. Es el capricho de las personas a las que les gusta escribir», destaca Francisco López, de Estilográficas López. A sus 81 años, sigue detrás del mostrador de uno de los negocios con más solera de la ciudad de Murcia. «No me pienso jubilar, a menos que el tiempo me retire», apunta este zurdo que se hizo diestro a la fuerza porque «en aquellos tiempos te vendaban la mano izquierda para no usarla».

Negocio centenario

El comercio que regenta junto a su hijo José Antonio acaba de cumplir cien años en buen estado de forma. Aunque ambos coinciden en que «las ventas han bajado mucho», siguen teniendo buenos clientes –«muchos de ellos convertidos en amigos»– que valoran «el encanto» de escribir con este utensilio 'vintage'.

Entre las anécdotas de este negocio centenario que cuenta con uno de los «tres o cuatro talleres de reparación de plumas que quedan en toda España», López resalta que hace más de veinte años tuvo que hacerle un préstamo al Rey Felipe VI, entonces Príncipe de Asturias. «Vino a la Autoridad Portuaria de Cartagena y firmó con una pluma de ave en oro de su tatarabuelo, Alfonso XII, que estaba estropeada. Le dejé un plumín, pero no se lo regalé, era de vuelta», bromea ante la mirada de su hijo, que encarna la tercera generación de plumistas de la familia. Aunque su padre advierte: «No me pienso jubilar, a no ser que me retire el tiempo», apunta con la sonrisa de quien ama su oficio.

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En el caso de los relojes mecánicos, la tendencia es la contraria a la de las plumas, «en contra de lo que pueda parecer porque hoy en día todos llevamos un móvil encima y no hay reloj que dé la hora más exacta», explica Miguel Ángel del Campo, que dirige junto a su hermano José Joaquín una joyería ubicada en Trapería que abrió su padre en 1945.

Miguel Ángel del Campo, en su joyería de Trapería, con un reloj mecánico automático. VICENTE VICÉNS / AGM

Capricho «con alma»

«Cada vez se venden más relojes mecánicos, sobre todo de cuerda automática, que llevan una masa oscilante y van acumulando la carga en un muelle con el movimiento de la muñeca y la fuerza de la gravedad », detalla sobre este artículo cuyo precio oscila entre los 400 euros y «el infinito y más allá». Sobre el perfil del cliente, Del Campo asegura que los hombres son los compradores por excelencia de los relojes tradicionales, a lo que añade que la tendencia respecto a la edad ha cambiado. «Viene gente joven que se lo compra como capricho, ya que es un reloj con alma», señala.

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