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Acto de conmemoración del 25 aniversario del edificio Moneo, este martes, en Murcia. Nacho García / AGM

Rafael Moneo: «Este edificio me ha dado grandes satisfacciones»

El arquitecto celebra el 25 aniversario de su creación celebrando que la plaza Belluga se haya convertido «en el espacio público por antonomasia»

Pedro Navarro

Murcia

Martes, 22 de octubre 2024, 20:46

«Se trata de un edificio que me ha dado grandes satisfacciones, que creo que ha pasado la puebla del tiempo y ha contribuido a convertir la plaza en el espacio público por antonomasia; y así creo que lo han entendido los murcianos». Visiblemente emocionado ... pudo verse a Rafael Moneo en lo que este martes supuso casi la reinauguración de uno de los edificios más icónicos de la ciudad de Murcia y al que se conoce con el apellido del propio arquitecto. «No tengo especial apego a que se ponga el artículo delante de mi nombre», señalaba con humor el prestigioso creador, premio Pritzker, consciente de que el edificio anexo al Ayuntamiento de Murcia es prácticamente el único Moneo del mundo, al menos en su denominación habitual.

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Estas fueron algunas de las reflexiones que el arquitecto dejó durante el acto de conmemoración del 25 aniversario de su creación -casi 26 años ya-, que ha dejado en ella, para la posteridad, una placa que recordará la celebración de la efeméride. «Recordamos al edificio por el nombre de su creador, porque consiguió resolver un problema existente en aquel momento», señaló la decana del Colegio de Arquitecto de la Región, María José Peñalver, durante la mesa redonda que, junto a una exposición, ha servido para rememorar este acontecimiento y en la que le acompañó el también arquitecto Vicente Martínez Gadea y el catedrático de Filosofía de la UMU Francisco Jarauta.

Y fue esta un solución doble, porque no sólo consiguió llenar el vacío físico y sensorial que había dejado el derribo del palacete neoclásico de De la Riva, sino que, además, fue el nombre de Moneo el que puso fin al complicado proceso emprendido por el gobierno del socialista José Méndez, con un concurso arquitectónico, ganado por Noguerol, que no se llegó a ejecutar, como recordó Martínez Gadea. Reconoce Moneo que el primer problema era la elección del material, en el cual no podía cobrar predominar, como un espejo, el cristal, ante la monumentalidad de la Catedral barroca y del Palacio Episcopal renacentista. «Nos preocupaba cómo responder a las preexistencias, sin alterar el equilibrio del protagonismo», apostilló. A partir de ahí, «las nubes se disiparon y el problema era arquitectónico, de volumen y de diseño».

Aunque reconoce que «ningún edificio se hace de golpe», Moneo planeó dar respuesta al retablo que constituye el imafronte catedralicio «con otro retablo sin condición figurativa, donde prevalecía lo abstracto». Configuró en definitiva la reinterpretación contemporánea de una obra barroca cuya percepción «acabó de completarse» con el diseño de la plaza, con ese carácter «romano o italiano» que reconoció el propio arquitecto. «Esa plaza era un desastre real, cuyo desnivel y conexión resolvió perfectamente Moneo creando un cuenco», destacó Martínez Gadea.

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«Tiene un aire musical», remarcó Jarauta. «Estableció un diálogo respetuoso con el entorno; Moneo no impone su arquitectura sino que la integra, manteniendo la funcionalidad», destacó el alcalde de Murcia, José Ballesta, en relación al legado que deja esta obra. «Prueba de su importancia es que en la plaza Belluga se hacen casi tantos 'selfies' con la Catedral como con este inmueble», zanjó Martínez Gadea. «No me atrevo a aventurar el uso de este edificio en el futuro; a lo mejor es referencia para otros cambios urbanos», concluyó el arquitecto. Quizá quepan nuevas reflexiones en 25 años más.

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