Negocios de Murcia que prefieren las alturas a locales a pie de calle

Hace trece años que Ángel Cánovas decidió romper con el cliché asociado a las antiguas peluquerías, donde las clientas compartían un espacio reducido y, por regla general, bastante ruidoso, no solo por el sonido de los secadores, sino por el bullicio ligado al concepto tradicional de estos locales donde se vende belleza. «Quería ofrecer un concepto diferente y buscaba un bajo grande que me permitiera crear varios espacios para marcar la diferencia, pero los locales eran intocables por el precio, así que me decidí por un entresuelo, que hoy equivale a una primera planta», rememora el director del salón Cánovas Cultura del Cabello, ubicado en un piso de 180 metros cuadrados de la céntrica avenida Jaime I de Murcia que hace 'picoesquina' por el que paga 2.100 euros al mes. «El alquiler es más barato y se gana en intimidad; un bajo de 80 metros cuadrados en esta zona cuesta ya entre 3.000 y 4.000 euros», detalla.

Su acertada decisión de instalarse en las alturas le ha permitido diseñar diferentes espacios de trabajo con los que ha conseguido crear el universo que imaginaba cuando decidió montarse por su cuenta para ofrecer a sus clientes una «experiencia sensorial única». Y, lejos de pasar desapercibido por no estar a pie de calle, su salón de peluquería llama la atención de numerosos viandantes por los vistosos y floridos balcones de sus instalaciones. «Es nuestro escaparate y apostamos porque la decoración sea cambiante y siempre tengan vida», destaca este especialista en el cabello con una dilatada trayectoria profesional.

Cánovas fue un adelantado a su tiempo y lo que él vio como una oportunidad hace más de una década es ahora una tendencia para aquellos negocios que suelen trabajar con clientela fija y con cita previa, sobre todo en el centro de ciudades como Murcia, donde los alquileres comerciales se han disparado, según afirma el portavoz del Colegio Oficial de Agencias de la Propiedad Inmobiliaria, Jerónimo Jover. «Cada vez es más habitual que negocios en los que son los clientes quienes van a buscar a los profesionales opten por alquilar pisos en edificios, siempre y cuando la comunidad de propietarios lo permita. Se pueden ahorrar entre un 15 y un 20% en el precio y ofrecen pluses como la exclusividad, frente a la exposición de los bajos comerciales, por donde pasa más gente pero no hay intimidad».

Cayetana Ferrer también apostó por esta fórmula, aunque reconoce que le costó mucho convencer a su padre de que iba a abrir su atelier en el interior de un inmueble de Trapería y no a la vista de todo el mundo. «Yo venía de estudiar Diseño de Moda en Madrid y allí los negocios que tenían el concepto que yo buscaba estaban en pisos. Hubiera optado por un bajo si tuviera solo una tienda, pero necesitaba bastante espacio para montar el taller y poder atender a mis clientas con la máxima privacidad», explica la creadora, especialista en confección a medida, sobre todo para novias e invitadas. «Al principio mis clientas me llamaban después de pasarse un buen rato dando vueltas porque esperaban encontrarme en un bajo», recuerda sobre sus comienzos hace ya casi diez años. «Cuando suben, todas se quedan encantadas».

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