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«Los cementerios son auténticos libros de historia, siempre que los mantengas, los respetes y pongas en valor». Así lo aprendió de un viejo y querido maestro el profesor de Antropología Social de la Universidad de Murcia, Klaus Schriewer. Una valiosa lección que le ha llevado a centrar parte de su trabajo en recuperar el pasado de los habitantes más destacados y pintorescos del camposanto de Nuestro Padre Jesús de Espinardo, junto a su colega Pedro Martínez y en el marco de su actividad docente.
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Las calles de esta particular 'ciudad de los muertos' encierran, por tanto, 135 años de vida en la Región, reflejada en las cinco guías temáticas de visita que estos investigadores han elaborado en colaboración con el Ayuntamiento de Murcia. La última, 'Otros murcianos. Las huellas de la europeización', fue presentada este martes en el cementerio por el propio Schriewer, en compañía del concejal de Deportes y Salud, Felipe Coello, y por el jefe de Servicio de Sanidad del Consistorio, Eduardo González Martínez-Lacuesta.
En esta ocasión, los miembros de la Cátedra han dirigido su mirada hacia aquellos inmigrantes procedentes del Viejo Continente que llegaron a Murcia por distintos motivos y que prosperaron en esta tierra. «Eran aventureros que llegaban a una zona indómita y desconocida, que distaba mucho de lo que ellos consideraban Occidente», subraya Schriewer. Gente que desembarcó al calor de un tardío desarrollo industrial, huyendo de la guerra o en busca de un mejor clima para afrontar sus dolencias.
Solo se conservan retazos de la historia del dueño del panteón más sorprendente del camposanto: unos restos ruinosos que aspiraron un día a ser pirámide. Se trata de la tumba de Carlos Francelius Gregorius, ciudadano del imperio ruso que llegó a Murcia a mediados del siglo XIX. Primer cirujano dental de España y exitoso empresario minero, nunca ocultó sus convicciones republicanas ni su vinculación con el espiritismo y la masonería, lo que explica el diseño de su vacío e inacabado panteón. Fogoneros franceses llegados junto al ferrocarril, comerciantes judíos en busca de paz, un empresario y cónsul alemán que ayudó a los emigrantes españoles del franquismo o el reputado músico Manuel Massotti Littel son también parte de esta crónica.
«Siento que cada tumba de la que hablo alarga su vida 20 años», concluye Schriewer, que, tras la sorpresa inicial, se ha ganado el reconocimiento de los familiares de estos difuntos. Esta nueva guía de 'turismo funerario' se debía haber presentado el 1 de noviembre. La pandemia no lo aconsejaba y las rutas dominicales también han tenido que ser suspendidas, aunque es posible realizarlas por cuenta propia, guía en mano. Klaus seguirá mientras con sus investigaciones. Próximo objetivo: las huellas en las lápidas de la gripe de 1918.
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