La Gran vía, el pasado viernes a las 14 horas. Javier Carrión/ AGM
Bitácora

Circula como puedas por Gran Vía

El nuevo modelo del transporte público y de movilidad urbana sostenibles debe empezar a dar sus frutos en Murcia frente a la primacía del vehículo privado

Miércoles, 25 de septiembre 2024, 00:51

Las obras de movilidad urbana son solo la punta del iceberg de todo lo que queda por hacer para conseguir un transporte público eficaz, sostenible ... y competitivo en el municipio de Murcia, que tiene la singularidad –conviene repetirlo– de su gran dispersión geográfica con núcleos muy poblados. Se han producido avances en el perímetro urbano con la ampliación y segregación de carriles bus y bici (cada vez con más patinetes), pero el modelo de movilidad al que se aspira –enfocado en más transporte público, menos coche privado y eliminación de la contaminación– está por desarrollar, como se volvió a reclamar el pasado domingo con motivo del Día sin Coches.

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El marco general diseñado y encarrilado por José Ballesta y su equipo está dando sus primeros pasos, y los resultados deben ser visibles a corto y medio plazo: nuevos aparcamientos disuasorios, el establecimiento de las zonas de baja emisiones (no exentas de polémica), la ampliación del tranvía hasta El Carmen, la nueva estación de autobuses soterrada y, sobre todo, el futuro modelo de transporte público que se pretende adjudicar en breve a través de un concurso que superará los 300 millones de euros, renovando la flota, coordinando servicios, bajando precios y unificando todos los medios. La asistencia técnica que se adjudicó en julio está recogiendo datos para elaborar los pliegos del concurso que se quiere lanzar este año. Se espera que este modelo ponga Murcia en la órbita que corresponde acorde con los tiempos, en los que prima la electrificación del transporte para reducir las emisiones de CO2. Una ciudad donde se debe revertir la tendencia 'cochista' en la que sigue instalada debido a un deficiente transporte público.

En lo que respecta al tranvía, falta por ponerle fecha al protocolo que deben firmar el Ayuntamiento y el Ministerio de Transporte (el secretario de Estado José Antonio Santano) para afrontar un coste de 100 millones de euros; una financiación en la que también debe mojarse el Gobierno regional.

  1. El coche y las zonas tensionadas

    La aventura de recorrer la Gran Vía en fila india

En estos mimbres también hay que incluir los arcos Noroeste y Norte y la posible ampliación del tranvía a Molina de Segura, ya que el intenso tráfico de proximidad que pulula por Murcia y los municipios próximos es un problema añadido, que rebota en las autovías.

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Lo que ahora se ve en la ciudad, resultado en parte de las obras de movilidad, es un paréntesis en el que el transporte público sigue siendo la gran asignatura pendiente, mientras que el vehículo privado –y las furgonetas de reparto– se desenvuelven como pueden en zonas tensionadas, como la Gran Vía, donde es una aventura meterse en coche salvo que sea de noche o festivo. En horas clave y con el tráfico que se incorpora por las calles adyacentes, se pueden recorrer 500 metros en diez minutos hasta alcanzar el Puente de los Peligros o girar hacia al Plano de San Francisco. En fila india y contaminando el desfiladero formado por los edificios, precisamente en contra de los objetivos que pretende el plan de movilidad. Antes también se montaban unas tanganas circulatorias a ciertas horas, por lo que el problema no es tanto el número de carriles como el uso del coche. El Ayuntamiento sostiene que ha mejorado la fluidez y que se tarda menos en cruzar este eje, que volverá a reconvertirse con la prolongación del tranvía. Lo dicho: los cimientos puestos con la casa a medio construir.

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