En nuestra Murcia comilona, en el sentido de bien y buen comer, existen tabernas cuyo nombre el común de los vecinos reemplaza por alguna de las especialidades que allí despachan. Prueba de ello es que, cuando uno olvida cómo se llama el local, suele preguntar por «ese sitio donde se sirve» esta o aquella exquisitez.
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Como si pregunta usted por el bar de San Antolín donde ponen cebollica con su anchoa en todo lo alto.
Y te responden que sí, que ese es el Luis de la Rosario.
Pues eso. Igual ocurre con las gabardinas o las 'transfusiones' de Los Zagales, los «bocadillo chicos» o el 'blayer' de Pepico del Tío Ginés, que en el Rincón de Fontes llaman 'fontitos'; los 'reclutas' de Las Jarras, el 'Frasquito', en el bar del mismo nombre… Y así podríamos estar escribiendo y babeando hasta aburrirnos.
De entre tanta culinaria maravilla, que cantaría trovando Cardoso I, destacan unos bocadillos tan sabrosos como curiosa es su historia. Los inventó el entrañable Pepe Rubiales, quien pensó en abrir «un barecillo chico», donde pudiera trabajar él solo. Y el barecillo, degenerando, degenerando, que diría aquél delegado del Gobierno, se convirtió en el gran Parlamento Andaluz, hoy con no sé cuántas sucursales abiertas por la Región y a cargo de su zagal José María Rubiales.
Pepe creó entonces el llamado 'parlamentario'. Al principio, solo contenía jamón. Pero un día que andaba sobrado de arte probó a añadirle, bien picadito, tocino de jabugo y chorizo picante. Los parroquianos comenzaron a llamar a la mezcla «sesos de avispa». Con su tomate restregado y su chorreo de aceite de oliva virgen, aquello triunfó. ¡A ver! Súmenle las aceitunas majadas al estilo de su Atajate natal, un bello pueblo malagueño.
La nueva taberna comenzó a quedarse pequeña poco tiempo después, llegada la Semana Santa. Por aquellos días, algunos clientes le pidieron a Pepe que creara algo sin carne, por guardar la vigilia. Y Rubiales, como advertiría cualquier tertuliano al uso, hizo su magia. Magia que se llamó 'tránsfuga' (por ser la antítesis del 'parlamentario'): caballa de Tarifa, queso fresco y pimiento morrón.
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Cuento estas cosas porque, con motivo del Día de Andalucía, los Rubiales repiten un año más con una programación que excede la gastronomía. Incluye desde una misa rociera a la actuación de la Chirigota de Beniaján, o el reparto de claveles y un corte de jamón en vivo… ¿Es o no es para celebrar el Día de Andalucía, quillo?
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