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Cada vez que la Agencia Estatal de Meteorología activa un aviso por fuertes lluvias en la ciudad de Murcia, los vecinos de la calle Robles del barrio del Infante se ponen en guardia. Nunca saben cuándo tendrán que volver a armarse con cubos y fregonas ... para achicar el agua que escurre desde la avenida Pío Baroja, inunda su calle y se cuela en los portales, arruinando a su paso contadores eléctricos y equipamientos como las sillas elevadoras instaladas para que las personas mayores puedan salvar los escalones hasta el ascensor. Un problema que se ha agravado tras las obras de movilidad, que han elevado la altura de la avenida dejando sus viviendas como punto de embalse, lo que también ha intensificado los problemas de humedad que ya sufrían los bajos de seis bloques, en los que hay unas 50 viviendas.
Los vecinos explican que el edificio se levantó hace casi sesenta años, antes de que la zona estuviera urbanizada. Cuando la ciudad comenzó a crecer en esa dirección, se diseñaron las principales calles y avenidas, que ya en aquel momento tenían una cota superior a la de algunos edificios que había construidos, incluido el colegio Mariano Aroca. «Pero la cosa ha ido yendo a peor con el paso de los años, con cada reasfaltado de la avenida Pío Baroja, sobre todo tras las obras de movilidad que levantaron más su altura, a lo que se suman las lluvias torrenciales, cada vez más frecuentes», se queja Pepe Ochando, residente en uno de los bloques de la calle desde hace más de 25 años.
Ochando insiste en que ha trasladado las quejas del vecindario al Ayuntamiento en varias ocasiones y ha reclamado mejoras en la red de alcantarillado que, según defiende, nunca se han llevado a cabo. Detalla que, durante el gobierno socialista de José Antonio Serrano, la presidenta de la Junta Municipal se comprometió a levantar el bordillo que separa la calle del parque por el que baja el agua desde Pío Baroja para intentar que el embalsamiento se quedase en el jardín y este actuase a modo de parque inundable, deteniendo el agua. «Pero luego cambió el partido en el Ayuntamiento y no hemos vuelto a tener noticias», se queja.
Los vecinos admiten que la solución a priori no parece sencilla, pero reclaman medidas que reduzcan el problema, fundamentalmente una mejora en el alcantarillado que permita desaguar más, además de la intensificación de la limpieza de los imbornales. «Con las lluvias del pasado junio los que hay en la calle estaban llenos de hojas y suciedad», detalla Carmen Marín, vecina desde hace décadas en el edificio, quien señala que su padre, de 95 años y también residente en el bloque, se encargaba del mantenimiento de los imbornales junto a otros jubilados hasta que el físico dejó de permitírselo. «Si no lo hacían ellos no venía nadie a limpiarlo, y ahora que no pueden se acumulan las hojas», lamenta.
Los 41 litros por metro cuadrado que cayeron en tan solo diez minutos en septiembre de 2022 llenaron sus portales de agua y dejaron inservibles algunos de los contadores eléctricos, que quedaron completamente sumergidos. Pensaron que este episodio era la excepción hasta que el pasado junio volvieron a caer 32 litros en el mismo periodo de tiempo. «Cuando el agua empezó a entrar avisé a todos los que estaban en el bloque para que me ayudaran a achicar agua», recuerda Carmen Marín. «En mi portal fuimos siete personas desaguando sin parar para que el nivel no alcanzara los contadores. Lo conseguimos, pero no podemos depender de eso cada vez que llueva», insiste. «Lo peor fue ver que, a la media hora de haber parado de llover, la gente paseaba por la avenida Pío Baroja ya sin charcos mientras nosotros estábamos limpiando imbornales para que bajase el nivel del agua», lamenta.
Desde Aguas de Murcia explican que se trata de un problema de drenaje que «no se puede resolver en breve», e indican que están en contacto con el Ayuntamiento para estudiar «posibles soluciones de mejora en la zona». Mientras tanto, se han comprometido a realizar revisiones periódicas de los imbornales y cambiar algunos para evitar la obstrucción.
Ochando insiste: «No somos un carril de huerta a las afueras de la ciudad. Vivimos en el centro de Murcia y provoca impotencia ver que a 10 metros no se forma ni un charco porque todo lo que llueve acaba en nuestra puerta».
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