La inflación vuelve a tirar de los precios de las barracas, que suben menos de un 10%

A poco más de dos semanas para que las 37 barracas previstas para este año levanten el tablacho, la Federación de Peñas Huertanas ya ha fijado los precios que tendrán sus platos y bebidas durante las próximas Fiestas de Primavera. Como en los dos últimos años, la semana más especial del municipio de Murcia tampoco se ha librado de la inflación que sigue marcando la economía y los precios han vuelto a registrar un ligero aumento.

Este año el incremento aplicado es, en general, de diez céntimos en bebidas y tapas, lo que se traduce en una subida media de la carta de alrededor de un 8%, aunque esta llega a alcanzar el 20% en algunos productos, como por ejemplo, en las patatas cocidas con ajo. Los diez céntimos de rigor es el aumento que experimentan la caña de cerveza y el chato de vino, que suben a 1,30 y 0,90 euros, respectivamente. En cuanto a las jarras y botellas de vino, la subida es de 50 céntimos.

Bocados como las morcillas y salchichas también suben diez céntimos y alcanzan los 1,50 euros, dejando ya muy lejos a los montaditos a un euro que se podían tomar en las fiestas prepandemia. Las raciones de michirones, zarangollo y ensalada murciana suben entre 20 y 30 céntimos. El plato más caro será el arroz, que se eleva 50 céntimos, hasta 7 euros.

La inflación ha vuelto a arrastrar a la Federación de Peñas Huertanas. La subida del IPC ha afectado, sobre todo, a alimentos y bebidas, que en el último año se han elevado casi un 5% en la Región. «Hay leves actualizaciones de bajo porcentaje por la subida de la materias primas», explica el presidente de la federación, Juan García. Tanto en 2022 como en 2023, el coste de tapas y cervezas ya sufrió un repunte, que el año pasado fue de entre un 5% y un 10%.

«En otras ocasiones aplicábamos las subidas producto a producto en la misma reunión general, pero en esta ocasión hemos formado un equipo de cinco personas, en coordinación con la Vocalía de Gastronomía, que ha presentado una propuesta global y equilibrada», explica Artura Sabalate, vocal de Mantenimiento.

Sabalate subraya que se ha tenido en cuenta el incremento de todos los costes de producción. «El precio del aceite ha encarecido en buena medida la carta, pero también costes financieros –como el de las comisiones de pago por tarjeta–, energéticos, de limpieza o los de montaje de la propia barraca, que pueden rondar los 5.000 euros y debemos amortizar en apenas una semana», incide.

Añade, además, que se han equilibrado algunas diferencias de precio «que no tenían sentido, como la existente entre el zarangollo y el pisto o entre el lomo y el tocino, ya que el coste de este último ha subido por su uso para elaborar embutidos». Destaca, asimismo, que hay productos que ya ofrecían algunas peñas y que se incorporan definitivamente a la carta, como el plato de jamón, los callos y las migas. «Recordamos que los que trabajamos en los ventorrillos somos voluntarios no profesionales, con las dificultad que eso supone para rentabilizar al máximo los productos, y que las ganancias se destinan a actividades culturales y de mantenimiento de las tradiciones», concluye Sabalate.

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