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Son joyas del patrimonio natural que resisten al paso del tiempo y que han sido testigos de la transformación del paisaje, tanto en la ciudad como en los rincones del campo y la huerta donde echaron raíces. Por antigüedad, características botánicas, tamaño o por la ... historia que atesoran, los árboles singulares destacan entre el resto de especies y ocupan un lugar protagonista que salta a la vista.
Tesoros con tronco y ramas que forman parte de la vida de los murcianos, como el monumental ficus de Santo Domingo y los ejemplares arbóreos que hacen del Jardín de Floridablanca un oasis verde en plena urbe, entre los que destacan una jacaranda, un ailanto, un pino canario y varios plátanos de sombra. Todos estos árboles cuentan con una protección especial al estar recogidos en el catálogo de especies singulares del municipio. Un listado que la Asociación para la Recuperación de la Huerta de Murcia, Huerta Viva, solicita «ampliar y actualizar», ya que desde el colectivo consideran que faltan muchos ejemplares por blindar.
«El único catálogo de árboles singulares del municipio de Murcia es el que se incluye en el Plan General Urbano de 2001, donde solo figura la protección de 15 tipos de árboles y arboledas, la mayoría en la ciudad», según señala el portavoz de Huerta Viva, José Antonio Moreno Micol. En clave autonómica, destaca que la Dirección General de Medio Ambiente amplió en 2016 su listado de árboles monumentales, incorporando el palmeral de Santiago y Zaraíche, los pinos centenarios de Churra y algunos plátanos de sombra de la acequia de Almohajar, en la pedanía de Era Alta.
Desde Huerta Viva echan en falta la inclusión en el catálogo de especies singulares ejemplares como los que componen el conjunto arbóreo del carril de Salvaores en Zarandona, formado por siete plátanos, dos moreras y tres chopos, así como la morera centenaria de Los Pájaros, en La Arboleja. En este sentido, Micol sostiene que la mayoría de árboles protegidos se encuentran en la ciudad y asegura que «hace tres años solicitamos al Ayuntamiento la protección de algunos árboles y arboledas situados en espacios públicos en base a la ley de Patrimonio Arbóreo Monumental de la Región de Murcia y a la ordenanza municipal de Áreas Verdes y Arbolado Viario».
A día de hoy, desde el colectivo conservacionista han seguido recopilando información de otros ejemplares que «poseen singularidad botánica o valores medioambientales, culturales o paisajísticos, ubicados principalmente en la huerta». Y anuncian que solicitarán formalmente protección para las olmedas y álamos que se conservan en la acequia mayor de Aljufía, que discurre entre las pedanías de La Ñora, Guadalupe y Rincón de Beniscornia.
«Algunos de los ejemplares que forman estas arboledas se encuentran en estado de abandono, con ramas partidas y expuestas al intento de secado con herbicidas», advirte Micol, quien añade que también se va a pedir la inclusión en el catálogo de «los dos eucaliptos situados al final del Paseo del Malecón, el pino piñonero de Torre Falcón, en Espinardo, los tres plátanos de sombra de San Antón y los que quedan en la antigua carretera de Cartagena en El Palmar». Además, Micol resalta que «ante las quejas de los colectivos medioambientales, el Ayuntamiento ha anunciado en varias ocasiones la ampliación y actualización del catálogo, ya que han muerto varios ejemplares inscritos, como el pino carrasco del Monasterio de La Luz, algunos de los pinos piñoneros de Churra porque hace veinte años había 26 y ahora quedan siete y dos se están secando. Lamentablemente, en Floridablanca tampoco hay ya ningún álamo blanco».
Desde el Consistorio responden que «la ordenanza municipal de Zonas Verdes y Arbolado Viario de 2012 incluye un listado de especies arbóreas de interés paisajístico, cultural y ambiental de la huerta y campo de Murcia, que está siendo revisada por técnicos de Parques y Jardines».
Sin embargo, desde Huerta Viva recalcan que «lo que refleja la norma es una propuesta y no un catálogo de especies singulares protegidas como tal». Por lo que insisten en que se hagan los deberes, tanto en la actualización del catálogo como en la difusión de este patrimonio natural. «Son viejos árboles con un valor incalculable y tenemos la obligación de conservar este legado, como lo hicieron nuestros antepasados, para que lo disfruten las futuras generaciones».
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