Por primera vez han aparecido estructuras que confirman lo que los arqueólogos ya sabían: que en la pedanía murciana de Monteagudo hubo un asentamiento íbero. Los sondeos realizados por personal del Servicio de Arqueología del Ayuntamiento, con el apoyo de voluntarios de la Universidad de Murcia, comenzaron en julio en las inmediaciones del cementerio de la localidad, donde hallaron tres enterramientos. Al moverse, en el mes de octubre hacia el noroeste, ya en las faldas del Castillo, descubrieron unas estructuras que datan de la Edad del Hierro, entre los siglos IV y V antes de Cristo. Una de las posibilidades que barajan es que se trate de una tumba y para confirmarlo habrá que seguir excavando, en lo que será una segunda fase de la investigación.
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Ana Baño, arqueóloga municipal y directora de estas excavaciones, explicó este martes, a pie de yacimiento, que lo aparecido son muros de mampostería trabados y enlucidos con barro, estructuras de mortero de cal y alzados de adobe (ladrillos de barro cocido). Sobre ellos «y sin contaminar» había partes de piezas cerámicas. Tal y como apuntó también el doctor en Arqueología de la UMU José Miguel García Cano, estas piezas están adornadas con motivos geométricos, «muy típicos de la cultura íbera». En este enclave se han encontrado unos 1.200 fragmentos de cerámica y restos de pequeñas esculturas.
El alcalde de Murcia, José Ballesta, recordó que estos sondeos forman parte del Plan de Excavaciones de las Fortalezas del Rey Lobo que incluye edificaciones de sus 150 enclaves arqueológicos, algunos con más de 5.000 años de historia. «Lo hallado aquí, va más allá de lo previsto», se congratuló quien describió el parque arqueológico de las fortalezas como el enclave más importante del sureste español «y tal vez de toda España».
La arqueóloga municipal apuntó, además, que solo se había estado dos meses excavando y que había que continuar para convertir en certezas las suposiciones, avaladas, por otra parte, por los restos encontrados. «Ha llegado el momento de abrir las tumbas y seguir investigando, porque el poblado puede estar a unos 200 o 300 metros de este lugar; la arqueología es un trabajo lento», dijo. Para seguir con los trabajos, el Ayuntamiento firmará un convenio con la Universidad de Murcia. Ana Baño comentó que algo que se tendrá que dirimir es si estas tumbas forman parte de una necrópolis del posible asentamiento, que suelen ser construcciones «monumentales», en cuyo caso deberían aparecer ajuares. Otra posibilidad es que fueran hitos referenciales, asociados a la creación de una memoria social, integradas en el paisaje. «Si forman parte de una necrópolis el asentamiento deberá estar cerca, como también lo tiene que estar el santuario», indicó.
El profesor García Cano recordó que desde el siglo XVIII se habían encontrando unos primeros restos que hablaban de pueblos íberos, y que «la prospección sistemática empieza a dar frutos; posiblemente estamos ante estructuras ibéricas relevantes».
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Los trabajos a desarrollar a partir de ahora serán «intensos» y con división por cuadrículas del espacio, que abarca, al decir de concejal de Pedanías y Vertebración Territorial, Marco Antonio Fernández, unos 900 metros cuadrados de extensión.
«Se va a acotar y proteger, a la vez que se están preparando la continuación de la investigación, con un equipo experto, especializado en esta época», dijo.
El alcalde y el concejal aprovecharon el anuncio de este hallazgo arqueológico para destacar la buena acogida que entre los vecinos y turistas estaban teniendo las visitas al Castillejo de Monteagudo, cuya primera fase de restauración, centrada en los lienzos amurallados, concluyó hace poco. El pasado fin de semana acudieron al lugar más de 2.000 personas, tanto en grupos con visitas guiadas como por libre.
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Las arqueólogas municipales han utilizado en los trabajos de sondeo en este enclave del Castillo de Monteagudo drones y GPS georreferenciadores. En el primer caso, el objetivo ha sido tener «una importante» documentación fotográfica del lugar, que permitía ver el avance de las excavaciones, comentó María del Carmen Martínez, una de las arqueólogas del servicio municipal. Por lo que se refiere al GPS, Martínez explicó que les ha permitido, a través de las coordenadas recibidas, saber tanto la longitud, como la anchura y la altura del yacimiento, con respecto al nivel del mar. «Han sido georreferenciados tanto los objetos como las estructuras» encontradas. Los movimientos de tierra al excavar se han hecho a mano, sin ningún tipo de maquinaria.
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