Alfonso de la Cruz: «Me voy a dejar el alma en el Romea»

–¿Qué supone para usted pregonar la Semana Santa de Murcia?

–Supone una alegría inmensa y un honor tan grande como la responsabilidad que conlleva. Es uno de los pregones más señeros, con más solera y más calado de los que acontecen a lo largo del año en la Región. No es cualquier cosa pregonar la Semana Santa de Murcia. Me voy a dejar el alma en el Teatro Romea el próximo domingo 26 de febrero.

–Este será su pregón número once. ¿Le ayuda su amplia experiencia a estar más tranquilo ante un acontecimiento así?

–Por mucha experiencia profesional que tenga, siempre me lo planteo como si fuera la primera vez. Da igual las veces que te hayas puesto delante del público y los pregones que lleves, mi máxima es hacerlo siempre con la ilusión de un debutante. El público merece el mayor de los respetos y jamás hay que confiarse. Nervios no, pero ese cosquilleo que te recuerda que estás delante del público, que es lo más sagrado que existe, siempre es necesario.

–¿Cuáles cree que son las fortalezas de esta celebración?

–A estas alturas no vamos a descubrir la incomparable belleza de las tallas y el entorno por el que transitan, así que destacaría el simbolismo y el mensaje que encierran todas y cada una de esas ricas imágenes que ofrece Murcia en sus procesiones de Semana Santa. Me ha cautivado también la absoluta unidad del Cabildo Superior de Cofradías. Todos los presidentes van a una, con un objetivo en común, sin rencillas ni rivalidades.

–Los jóvenes murcianos juegan un papel importante a la hora de mantener viva esta tradición. ¿Hay cantera nazarena?

–Total, ya se preocupan mucho las cofradías y los padres, a nivel particular, de inculcar a las criaturas esta hermosa pasión por la Semana Santa desde bien pequeños. Y cuando uno arranca desde tan joven, estoy convencido de que la semilla da fruto. La prueba está en los años de historia de la Semana Santa y en los miles de cofrades. A veces hasta con lista de espera para ingresar en una cofradía o en determinado paso. El futuro está garantizado.

–¿Ha sido nazareno alguna vez?

–De crío pertenecí a la Cofradía de Nuestra Señora de los Dolores de Caravaca, conocida como la de los azules. Siempre me ha gustado arrimar el hombro y he salido de andero (lo que en Murcia se llama estante) para experimentar en carne propia ese gozoso sufrimiento físico de portar parte del peso de la imagen. Eso fue en mi época juvenil. Después ingresé en la que es mi cofradía, la del Santísimo Cristo de los Voluntarios, que hace la procesión del Silencio de Jueves Santo por la noche con todo a oscuras y un tambor sordo. Durante muchos años fui también cabo de andas.

–Y en la ciudad de Murcia, ¿ha procesionado en alguna ocasión?

–Tuve el privilegio de salir en 1994 un Lunes Santo cerrando la procesión del Cristo del Perdón. Fue una experiencia maravillosa e inolvidable. Después cambié la túnica por el micrófono para empezar con las retransmisiones de La 7. Así que desde 2006 ejerzo de 'nazareno de micrófono' por toda la Región de Murcia, como me gusta decir.

–En más de cien retransmisiones de procesiones de Semana Santa por toda la Región, ¿hay alguna vivencia que no olvide?

–Me han pasado muchas cosas, pero hay una que me marcó especialmente. En una retransmisión de la procesión de Viernes Santo de los Salzillos, la directora del museo contó la leyenda de los famosos dátiles de la fertilidad de la palmera de la Oración del Huerto y que muchas mujeres iban a la puerta de la iglesia de Jesús a por ellos. Tenía una pequeña duda interior y coincidió con que una sobrina mía llevaba años en tratamiento para tener hijos. Me regaló tres o cuatro dátiles, mi sobrina se los comió y se quedó embazada.