«Esto está hecho un desastre; no pasan a limpiar, desbrozar ni a podar los árboles nunca y en estas condiciones, la fauna no puede prosperar y hay un alto riesgo de incendios». Así se quejaba este miércoles amargamente José Cerezo, huertano de la pedanía ... de Rincón de Beniscornia, cansado de lidiar con el mal estado que presentan los terrenos municipales que lindan con su parcela, junto a la ribera del río. «Casi nos los ofrecieron años atrás para que nos hiciéramos cargo de su mantenimiento», confesaba.
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Por eso, cuando este miércoles se cruzó con Andrés Guerrero, concejal de Urbanismo y Transición Ecológica, no pudo más que mostrarse escéptico ante lo que sus oídos escuchaban, y que no fue otra cosa que la promesa de que la zona va a recibir una inyección de más de dos millones de euros para ejecutar una ambiciosa actuación medioambiental. No era esta una promesa más, sino prácticamente una realidad, ya que el proyecto de recuperación del meandro del Chico del Vivillo ha recibido luz verde del Ministerio de Transición Ecológica y la Fundación Biodiversidad para acceder a una subvención de 1,67 millones de euros.
Son estos terrenos, de los que se quejaba José, los mismos que se ganaron al río con la ejecución del plan de avenidas de los años 80 por parte de la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS), al eliminar la curva que su curso realizaba en este punto. Ahora, volverán a formar parte del cauce, gracias a la propuesta elaborada por la Universidad de Murcia y la Politécnica de Cartagena, que supondrá la intervención sobre una superficie total de 81.777 m2.
La actuación presenta un triple objetivo de naturaleza diversa. El primero es, precisamente, el de carácter hidráulico, ya que, frente a lo esgrimido por la CHS décadas atrás para eliminar el serpenteante trazado del Segura, estudios posteriores han llegado a la conclusión de que la configuración anterior es más adecuada a la hora de amortiguar posibles crecidas. «Se consigue que parte del caudal se infiltre y este no coja tanta fuerza», incide Guerrero.
El segundo fin, que es el principal motor de este proyecto, presenta una naturaleza eminentemente medioambiental y busca la recuperación de la biodiversidad en el entorno, repoblando el típico bosque de ribera y favoreciendo el desarrollo de la fauna autóctona. Entre otros árboles, se plantarán álamos blancos, almeces, sauces, olmos o higueras, así como arbustos como lentiscos o acebuches. Asimismo, se pretenden desarrollar las dinámicas fluviales naturales, con la creación de islas, rápidos y pozas que elevan la calidad del agua.
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El tercer objetivo no es quizás más importante, pero sí el más llamativo, ya que estas actuaciones permitirán también generar para la ciudadanía un entorno lúdico, en un lugar ya frecuentado por ciclistas y senderistas, en el que se abrirán caminos y un acceso al río para crear la primera playa fluvial del municipio, «algo que no es fácil de ver a esta altura de la vega», según señala Guerrero. No obstante, la posibilidad del baño quedará supeditada a análisis posteriores sobre la calidad del agua o la fuerza de arrastre del caudal. Si el meandro tiene un éxito desmedido como zona de esparcimiento, el Consistorio deberá plantearse medidas para regular el acceso con el fin de preservar el entorno natural.
El proyecto, en cuya contratación ya se trabaja, deberá estar concluido y justificado antes de finales de 2025, según explicó el edil de Programas Europeos, Juan Fernando Hernández. Quedan a la espera de una oportunidad presupuestaria como esta las propuestas para los meandros de Funes, la rambla de la Ventosa y el azarbón de Beniscornia, que incluyen dos playas fluviales más. «Hemos conseguido ya más de 50 millones de fondos europeos; se está trabajando bien», concluyó Hernández. Desde el PP reivindicaron la autoría de la actuación señalando que «esta fue presentada por el gobierno de Ballesta hace 30 meses» y acusaron a los socialistas de «apropiarse de proyectos ajenos».
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