![Comerciantes del barrio murciano de Santa Eulalia barajan contratar seguridad para frenar una nueva ola de robos](https://s3.ppllstatics.com/laverdad/www/multimedia/202302/03/media/cortadas/1461245717-RgjSbS6zfuCDDWRw1eSHP9J-1248x770@La%20Verdad.jpg)
![Comerciantes del barrio murciano de Santa Eulalia barajan contratar seguridad para frenar una nueva ola de robos](https://s3.ppllstatics.com/laverdad/www/multimedia/202302/03/media/cortadas/1461245717-RgjSbS6zfuCDDWRw1eSHP9J-1248x770@La%20Verdad.jpg)
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Raul Sánchez
Sábado, 4 de febrero 2023, 07:35
Indignación e impotencia. Así se sienten los comerciantes del barrio Santa Eulalia, punto neurálgico de Murcia, ante un nuevo brote de robos violentos, que llevan sufriendo desde hace varios años sin que las autoridades hayan encontrado una solución y que, sin embargo, repuntaron en ... las últimas semanas, lo que hizo que se planteen contratar agentes privados que contrarreste los intentos delictivos.
«Estamos desamparados a la suerte», exclamó este viernes Teresa Belmonte, propietaria de A10 Academia, ubicada en el mismo corazón de la capital del Segura. En la pasada Navidad, una persona entró al mediodía en su centro aprovechando que alguien dejaba la puerta abierta al salir para avanzar unos cinco metros, hasta donde se situaba una pequeña sala de profesores, y llevarse el bolso de la profesora que estaba impartiendo en ese momento su clase, además de unos 30 euros. Pese a contar con una alarma reforzada y un botón de pánico, los altos gastos derivados por estas medidas no lograron detectar este «intrusismo», como la joven emprendedora califica, uno de los muchos que ha generado revuelo entre los dueños de los establecimientos de la zona. «Nos sentimos vendidos: viene la policía, toma huellas, lleva a cabo su investigación, pero ni siquiera detiene al infractor porque la cantidad extraída es inferior a los 400 euros», explicó Belmonte.
«Esto nos genera resignación e inseguridad», aseveró Belmonte, que reclama medidas disuasorias a una cuestión que perjudica la imagen de la urbe de cara a los ciudadanos. La empresaria cree que el Ayuntamiento de Murcia debería dejarles colocar cámaras que atemoricen al posible malhechor y evite cualquier intento de atentar contra la seguridad de las propias personas que se hallan en su local. «Al igual que en otras partes de la ciudades, tendríamos que poner cámaras en las calles del barrio que consigan desalentar el hurto», prosiguió.
A pocos metros se halla la tienda de ropa Elios, que fue desvalijada casi por completo el viernes 27 de enero. Unos ladrones forzaron la persiana con una palanca, rompieron el cristal de acceso con un martillo de emergencia, robaron ropa de abrigo de nueva colección y se marcharon con la caja registradora que se encontró en la entrada de una edificio dos calles más retirada, cuenta Elena, su propietaria. «Estamos hablando de personas preparadas y organizadas, que saben bien lo que hacen», indicó la empresaria, también «resignada» por la falta de solución que ofrece tanto el Ayuntamiento de Murcia como el cuerpo policial.
En la otra parte de Santa Eulalia, en la calle Cánovas del Castillo, donde hay muchos restaurantes, todos los establecimientos se han visto afectados por estos hechos en los últimos meses. El restaurante Salzillo sufrió dos tentativas en tres días de la pasada semana, pero fue infructuoso para los infractores tras descubrir que había doble puerta. «Hemos interpuesto las denuncias pero de nada sirven; todo va a seguir igual», confesó Antonio, propietario del establecimiento. La misma suerte tuvo la tasca El Palomo, justo al lado. En frente, la taberna Cervemur también padeció otro robo en los últimos días.
En la plaza de la Tolerancia, los locales tampoco se salvan de esta avalancha de actos delictivos. En la taberna La Cuba reventaron la puerta y robaron dinero de la caja, así como magdalenas, leche y algunos kinder bueno, lo que les hace pensar quién pudo perpetrar el hurto. En la otra esquina de la plazuela, el restaurante DragonLab vivió otro episodio el pasado sábado, que al final sólo se quedó en un susto, aunque rompieron el motor de la persiana, que cuesta cerca de los mil euros. «En la misma noche también intentaron acceder a otro lugar; nos despertamos con dos o tres intentos de robos todos los días», aseguró Federico Aliaga. «Curiosamente, llevan a cabo sus infracciones también cuando hay mucha gente por la calle, lo que indica que no tienen miedo a entrar», agregó el patrón de DragonLab, en alusión a los numerosos jóvenes que merodean la zona por las discotecas colindantes.
Debido al nuevo pico de intentos de robo, el grupo de WhatsApp creado por un gran número de empresarios del barrio echa humo. Se intercambian imágenes con persianas dobladas o puertas quebrantadas por donde los delincuentes accedieron a sus locales. Pero, también surgen ideas para remediar una situación que les está desbordando. En concreto, los empresarios barajan la opción de hacerse con los servicios de una empresa especializada en seguridad que inspeccione el barrio, una idea bien acogida por muchos, pero también con escepticismo por otros.
Belmonte, de A10 Academia, y Federico Aliaga, de DragonLab, opinan que, ante la ausencia de medidas por parte de las autoridades municipales y la delegación de gobierno de aumentar los efectivos de seguridad que vigilen el área, abogan por contratar a una compañía que controle sus establecimientos. «¿Qué mensaje estamos dando a nuestros usuarios o clientes si no logramos asegurarles su seguridad», se cuestiona Belmonte, al mismo tiempo que Aliaga es partidario de dejar de pagar por una alarma tras comprobar su eficacia. Ambos pinesan que no les queda otra solución que optar por hacerse con los servicios de una agencia de seguridad ante la impotencia de las fuerzas del orden.
Por su parte, Elena, de la tienda de ropa Elios, cree que «se trata de una iniciativa bonita, pero poco efectiva. El perímetro es demasiado grande para que una o dos personas puedan supervisar todo». «En realidad, son 8 calles además de la plaza», alegó, en cambio, Aliaga. Otro comerciante de la zona, que también vio dos veces como intentaron abrir la puerta de su establecimiento, juzga que las autoridades políticas y los cuerpos nacionales de seguridad deben ser los encargados de afrontar esta problemática, puesto que todos «somos contribuyentes netos para que no se produzcan estos hechos», una situación que los empresarios extrapolan a todos los barrios de la ciudad y que está desbordando a la propia policía.
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